Los jubilados no están solos en la lucha contra el sometimiento real

Los jubilados no están solos en la lucha contra el sometimiento real

Los autoconvocados de la salud y desocupados de la CCC, entre otros, también se rebelaron.

LA GACETA / OSCAR FERRONATO LA GACETA / OSCAR FERRONATO
22 Mayo 2011
"Los que convivimos en Plaza Independencia: los Jubilados de la Plaza, los autoconvocados de la salud, las víctimas de la impunidad, los estafados por el gremio judicial, las madres del pañuelo negro, los empleados y obreros municipales y desocupados agrupados en la CCC, dando ejemplo de humildad -totalmente opuesta a la humillación- luchamos contra el sometimiento real, tratando de evitar la violencia, cuyas causas están más cercanas a quien somete que a quien lucha para no ser sometido". Es la carta de presentación de los Jubilados de la Plaza. Sus dirigentes Florinda Leguizamón y Francisco Saleh, explican cómo el sector de los llamados pasivos logran enfrentar constantemente, el poder humillante del "sistema" investido en el "poder omnímodo, personalista del gobernante". Coinciden en un principio básico: "Para que haya un humillado debe haber un humillador, imaginario o real". A la pregunta sobre qué motiva a un ser humano someter a los demás, responden: "fuertes sentimientos de soberbia, orgullo, vanidad y superioridad hacia los otros, a los cuales subestima, al mismo tiempo que les teme, ante una eventual alteración del orden creado por él". Dicen que humillar y someter al otro, le permite al humillador ir ampliando su capacidad de dominio, y si las condiciones socio-culturales y políticas del momento lo favorecen, "puede detentar su creciente poder sobre amplias regiones y colectividades, como fue el caso del nazismo en Alemania", agrega Leguizamón.

Dominio e impunidad

La dirigente, docente jubilada, expresó que una vez conseguido el poder, el humillador se permite disfrutar de "otras emociones": "la sensación de dominio e impunidad, y de gozar del sufrimiento ajeno, y esto ya es patológico", advierte. "La historia nos enseña que cuando más poder y daño genera un hombre, más trágico y dramático es su final", sentenciaron los jubilados. Saleh, hizo referencias a la realidad actual: "los jubilados, tenemos al frente un poder omnímodo, un hombre común, ejerciendo una autoridad unipersonal, frente a la cual ningún individuo o institución demuestra capacidad para ponerle freno", expresó. Remarcó que el humillador logra su cometido cuando el sometido acepta rebajarse en su condición humana para no descender en la escala social ("significa que lo hace por dinero"), aunque algunos sienten vergüenza, pero justifican su complacencia a cambio de continuar perteneciendo o ascender hasta los límites que les permita la autoridad que lo rige.

"Pero hay una segunda bifurcación del concepto, que nos conduce a aquellos que, frente al intento de imponerles la condición de súbditos o dominados, apelan a la lucha para evitar caer en el sometimiento", dicen. "Si esta relación de fuerzas persiste en el tiempo, aparece lo más complejo y cruel de las emociones : la violencia, que es veneno de toda sociedad".

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