Una ola que llega de los países desarrollados

Una ola que llega de los países desarrollados

PATRICIA ORTIZ DE D'ARTERIO, Dra. en Ciencias Sociales- Prof. Asoc. Geografía de la Población (UNT).

15 Mayo 2011
A partir de los cambios observados en el ámbito familiar de los países occidentales (especialmente, Europa occidental y los Estados Unidos), se acuña el concepto de "segunda transición demográfica", que resalta la incidencia de las transformaciones sociales y culturales (especialmente las normas sociales, las actitudes y motivaciones de los padres) en el rápido y progresivo proceso de descenso de la fecundidad desde mediados del siglo XX (Van de Kaa, 1987; Lesthaeghe, 1995).

En el contexto de la transición demográfica -iniciada a mediados del siglo XVIII y asociada al desarrollo económico, la revolución industrial y agraria, la revolución científica y tecnológica, el alto ritmo de la urbanización- y siguiendo los pasos de la mortalidad, la fecundidad había iniciado su proceso descendente en relación al cambio en el valor económico de los hijos y las transformaciones culturales que implicó la urbanización y la occidentalización de las sociedades (materialismo y consumismo, individualismo, mayor escolarización, laicismo, participación creciente de la mujer en el trabajo extradoméstico, cambio de valores, cambios morales, cambios institucionales).

En tal sentido, se considera que la primera transición de la fecundidad (siglos XIX y principios del XX en Europa) se habría caracterizado por ser más bien de tipo altruista y se orientaba a mejorar más bien la calidad que la cantidad de los hijos. En cambio en la segunda transición de la fecundidad (desde 1960 en adelante), prevalecerían las motivaciones individuales, la búsqueda de mejores relaciones de pareja y la necesidad de autonomía y realización personal, en el marco de un reconocimiento de los derechos reproductivos de las personas y de la separación entre sexualidad y reproducción (Van de Kaa).

Ariza y de Oliveira (2002) consideran que, en contextos de creciente urbanización, de exposición continua a otras culturas a través de los medios de comunicación social y de ingreso masivo de las mujeres en la educación media y superior, se ha producido la emergencia de nuevas imágenes sociales femeninas y masculinas que han redefinido los roles domésticos. Conjuntamente, se ha producido una paulatina erosión de las creencias tradicionales en torno a deberes familiares y se han delegado a otras instituciones varios roles, a tal punto que se habla de un proceso de "des-institucionalización" de la vida familiar y del surgimiento de un nuevo modelo de familia, que poco a poco va difundiéndose desde Europa y los países desarrollados al resto del mundo.

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