El arroyo se comió el lugar de acceso a la casa de Manuel, en Tafí Viejo

El arroyo se comió el lugar de acceso a la casa de Manuel, en Tafí Viejo

El agua se tragó unos cinco metros de calle en un barrio taficeño. Video

EN EL BARRANCO. Unas nueve viviendas están en peligro, ya que el arroyo avanzó sobre la tierra y sobre las casas. LA GACETA / HECTOR PERALTA EN EL BARRANCO. Unas nueve viviendas están en peligro, ya que el arroyo avanzó sobre la tierra y sobre las casas. LA GACETA / HECTOR PERALTA
06 Enero 2011
Al final de la calle Callao, en Tafí Viejo, está el arroyo Esperanza. Hace poco menos de una década, tenía sólo un par de metros de ancho. En la calle, al borde del zanjón, los vecinos solían jugar a la pelota. Antenoche la tormenta se comió hasta cinco metros de la calle en algunos sectores y dejó al borde del precipicio la casa de Manuel Ramos, un lustrabotas taficeño.

Manuel comparte la vivienda con Romelia, su esposa, y tres hijos pequeños. Anoche, cuando el viento comenzó a arreciar y la lluvia a golpear las chapas de su casa, empezó a preocuparse otra vez. Progresivamente y desde hace unos siete años la pared del arroyo Esperanza ha ido retrocediendo a fuerza de agua.

Una tormenta fuerte en 2009 hizo evidente la necesidad de alambrar la casa por los chicos. Luego de la tormenta del miércoles, Manuel no puede ingresar a su casa por el acceso principal y debe hacerlo por la propiedad de un vecino. Se quedó, literalmente, sin lugar de acceso a su vivienda.

En peligro

Hasta ayer unos cinco metros separaban su casa del zanjón. Hoy desde la boca del barranco pueden verse los tubos de las cloacas que han ido cayendo sobre el arroyo. Hay basura, malezas y barro por todas partes. Solo quedan un par de metros entre el abismo y el baño de la casa.

El matrimonio ha solicitado ayuda al municipio de Tafí Viejo sin demasiado éxito hasta el momento, pese a que desde hace varios años sufren cada vez que llega la temporada de lluvias. La precariedad del terreno requiere que muden su vivienda a otro sitio. "No quiero que me regalen nada; soy una persona humilde, pero puedo pagar unos pesos por mes", sostiene.

La situación es grave para varios vecinos de la zona, unas nueve familias en total, a ambos lados del barranco. Entre ellos está Néstor Suárez que tiene cinco hijos y cuya casa también ha empezado a acercarse peligrosamente al arroyo. Con la humedad, los bordes del zanjón están blandos y son más propicios a desmoronarse.

Mientras jugaban, algunos niños se han caído sin mayores consecuencias. El último, tres días atrás, según cuentan los vecinos. La intranquilidad aqueja a todas las familias del lugar. "Mi hijo de nueve años anoche estaba muy perturbado y quería ir a dormir a la casa de un vecino, porque lo pone muy nervioso pensar que el zanjón se puede llevar su casa", dijo Romelia.

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