Un árbol cayó en su puerta de entrada y lo dejó encerrado por horas

Un árbol cayó en su puerta de entrada y lo dejó encerrado por horas

La aventura de un matrimonio que vive en avenida Avellaneda al 700

PARA ABAJO. El árbol se derrumbó justo en el acceso del hogar de los Romero. La vereda quedó totalmente destruida.  LA GACETA / HECTOR PERALTA PARA ABAJO. El árbol se derrumbó justo en el acceso del hogar de los Romero. La vereda quedó totalmente destruida. LA GACETA / HECTOR PERALTA
06 Enero 2011
Miguel Ángel Romero se despertó con los ruidos de las goteras dentro de su casa de la avenida Nicolás Avellaneda al 700. Eran cerca de las cuatro de la mañana. Su esposa Rosalía seguía en la cama mientras él acomodaba unos baldes para juntar el agua que se colaba por el techo y las paredes. Volvió a dormir pensando que lo peor había pasado.

Cerca de las siete de la mañana abrió la ventana del comedor que da a la avenida y vio a la altura de sus ojos las ramas de un árbol caído. Miro en dirección a su puerta y se dio cuenta de que estaba atrapado. Cuando LA GACETA llegó a su vereda cerca de las 10.30 de la mañana, don Romero seguía apostado contra la ventana esperando que la dirección de Espacios Verdes fuese a despejar la puerta de su casa. "Me van a tener que traer una vianda", bromeó mientras relataba los sucesos de la noche anterior.

El árbol, que se encontraba a la altura de la puerta de su vecino, ya había causado algunos problemas anteriormente. "La gente sale apurada del hospital o de trabajar y a veces no se fija que la vereda tiene desniveles por las raíces, entonces se tropiezan y algunos se caen. A mi me da mucha pena", dice Rosalía.

Llegó la ayuda

Finalmente, cerca de las 11, personal de la Dirección Espacios Verdes llegó a la casa de los Romero y empezaron a cortas las ramas del árbol caído. Entonces lograron despejar la puerta. La demora se debió a que en casos como el de la tormenta de ayer, esta dependencia del Gobierno municipal primero debe hacer un relevamiento de todos los árboles caídos de la ciudad para finalmente organizar las cuadrillas de trabajo que salen a limpiar las zonas afectadas. Debido a la cantidad de trabajo que tuvieron, el tramite tardó varias horas. "Recién a las 11 pudimos salir a comprar pan para el desayuno", dijo Rosalía.

Ya por la siesta, con el acceso libre, solo restaba que se llevaran el tronco y las ramas. Los Romero esperan que la municipalidad deje bien arreglada la vereda para que no haya accidentes.

"Nosotros pagamos nuestros impuestos y esperamos que sirvan de algo", dicen los dos. Una vez mas tranquilos miran el vaso medio lleno: "al menos ya no vamos a tener que preocuparnos de que lo poden en invierno o de barrer todas las hojas y ramas que caían sobre nuestra vereda". El sol, a la tarde, ya está saliendo otra vez.

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