"Ahora busco dónde enterraron a Betty"

"Ahora busco dónde enterraron a Betty"

Hace cuatro años Angela Argañaraz salió de su casa y nunca más la vieron; según la Justicia fue asesinada, pero el cuerpo no apareció. La hermana de la víctima recorrió con LA GACETA sitios clave de la investigación. Las dos condenadas no confesaron.

HOMENAJE. Familiares de Betty en la escuela en la enseñó la docente. HOMENAJE. Familiares de Betty en la escuela en la enseñó la docente.
31 Julio 2010
"No creo que Susana Acosta y Nélida Fernández hablen y digan dónde está Betty. Hay algo más por lo que ellas deben callar. Su silencio es para cubrir a otros". A cuatro años de la desaparición de la docente, su hermana, Liliana Argañaraz continúa con la lucha. La mujer, conmovida, recorrió los lugares mencionados a lo largo de la investigación junto a LA GACETA, en una reconstrucción de lo que pudo haber sucedido en 2006. Argañaraz pasó por todos los estados de ánimo hasta que, desconsolada, lloró en la zona de El Cadillal, el sitio donde, según los investigadores, más posibilidades hay de que hubieran ocultado el cuerpo de la maestra.

La primera parada fue la esquina de avenida Alem y Lavalle, donde distintos testigos afirmaron que la docente se bajó de un colectivo de la línea 103 y subió a un remise luego de haber salido de su casa en El Manantial. "Supuestamente bajó aquí. Tomó el colectivo tempranito para ir al colegio Padre Roque Correa, donde trabajaba". Beatriz Argañaraz iba a aceptar esa mañana del 31 de julio la dirección del colegio.

- ¿Cuándo viste a Betty por última vez?

- El 9 de Julio de 2006. Ese día se hizo un acto en el colegio, adonde también concurría uno de mis hijos. Después fuimos a tomar algo. Ella me pedía que la fuera a visitar durante las vacaciones de invierno, pero yo le contesté que descansara, que se vaya a algún lugar, que no la quería ver. Me recrimino eso todo el tiempo: nunca la volví a ver.

- Los testigos afirmaron que subió a un remise. ¿Cómo llegaron hasta ellos?

- Una directiva del colegio me llamó a las nueve. Me dijo que era un día especial para Betty y que ella no había llegado. Desesperada, me fui al Centro de Salud. Allí llamaron a todos los hospitales, pero en ninguno había nada. Busqué a Julio Navarro, la pareja de mi hermana, y fuimos a hacer la denuncia a la Dirección de Investigaciones, luego de recorrer las cercanías del colegio y preguntar a todo el mundo si habían visto algo. A la noche, la Policía ubico a personas que viajaron con Betty esa mañana y les tomaron declaración en la comisaría de El Manantial.

- ¿Qué declararon esos testigos?

- Dijeron que Betty subió a un auto blanco, con vidrios polarizados, aparentemente un remise. Por eso se llegó a Luis Fernández, que tenía un automóvil de esas características. Hoy, a pesar de que lo absolvieron, no tengo dudas que algo tuvo que ver. Nadie falta a declarar varias veces y luego se oculta de la Justicia durante un año si no tiene algo que ocultar.

- Además del Centro de Salud, ¿buscaron en otros lugares?

- Fui a buscar a Navarro en la casa e hicimos todo el recorrido de la línea 103. El se acordó que Betty tenía que pasar primero por la casa de unas compañeras, en Catamarca 30. Fuimos, pero nadie respondió cuando tocamos el portero eléctrico.

El recorrido continuó donde vivían Acosta y Fernández, junto a la hija de esta última.

- En este departamento encontraron manchas de sangre que pertenecían a Betty. Esa fue una de las pruebas principales para condenar a Fernández y Acosta...

- Antes del juicio yo tenía la esperanza de encontrar a mi hermana con vida. Pero después de escuchar en la sala que había manchas de sangre en las paredes, en la cocina y en los marcos de la puerta, hubo un click en mi cabeza y en mi corazón, y esa esperanza se esfumó. Ahora busco su cuerpo, busco el lugar donde está enterrada para poder darle cristiana sepultura.

Camino a El Cadillal, donde Fernández y Acosta tenían una casa de descanso, Liliana mira hacia el cerro. "Recorrí este camino tantas veces. Subimos y bajamos la montaña en innumerables ocasiones", dice. Frente a la residencia de las condenadas, Liliana se quebró: "Odio esta casa. Me da mucha bronca, mucha impotencia.... Ellas nunca van a hablar.

- ¿Cuándo fue la última vez que se hicieron rastrillajes?

- En marzo. Después del juicio llegaron muchos datos. Creo que es porque salió a la luz todo, por el debate que generó la causa.

- ¿Por qué no continuaron?

- No sé. Hablé con Mario López Herrera (el ministro de Seguridad Ciudadana) y me dijo que esto sigue. Yo les agradezco al gobierno provincial y al nacional por todo lo que hicieron. Pero lo más importante que tienen que hacer es encontrar el cuerpo de mi hermana, y eso no pasó. Le pedí al ministro que no ?entierren? a Betty, porque ella no apareció. Y no descansaré hasta que la encontremos.

- ¿Qué sentimientos tenés hacia Acosta y Fernández?

- Que hagan lo que quieran, no me interesa. La condena social ya la tienen. Ellas terminaron con la vida de Betty, con la de mi mamá y con la paz y la vida de mi familia.

- ¿Qué pasó con Navarro y con las cosas de Betty?

- El se mudó a Mar del Plata. De mi hermana sólo tengo un pantalón y un buzo que había usado antes de desaparecer. Esa ropa utilizó la Policía para que los perros pueden rastrillar. Yo no quería que toquen las cosas de Betty, porque esperaba que aparezca con vida. Después no sé que pasó. Cuando le pregunté a Navarro en diciembre por las pertenencias de Betty, me dijo que se las había llevado.

- Su mamá falleció un año después de la muerte de tu hermana...

- Sí. Cuando estaba internada, ella me preguntaba qué hacía en el hospital, que vaya a buscar a mi hermana. Ella falleció llamando a su hija. Balbuceaba cosas y lo único entendible era el nombre de mi hermana. Le debemos encontrar los restos de Betty y enterrarlos a la par de ella.

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