La confluencia de voluntades no alcanza para convertir a Tucumán en un polo de producción audiovisual. Pero es un primer gran paso.
Aunque suene a cliché, es cierto que en pocos kilómetros se concentran diferentes paisajes, que hay potenciales locaciones en las que la lluvia no es una amenaza. Pero más importante es la capacidad humana disponible. La Escuela Universitaria de Cine y la carrera de Teatro en la Facultad de Artes tienen mucho para aportar, y lo vienen haciendo. Igual que el Estado, desde su área específica en el Ente Cultural.
Es una de las razones, sino la más importante, que llevaron al oscarizado cineasta Juan José Campanella a elegir Tucumán para rodar su telefilme sobre Manuel Belgrano. Esto se producirá entre junio y julio.
En estos días, además, la realizadora rosarina Alejandra Marino está terminando de filmar su película en nuestros cerros con un nivel de producción que, dicen quienes están participando en la producción, no se había registrado antes en estas tierras.
Para quienes miden con la vara de la economía, también hay datos que lo confirman: dos películas rodadas en la provincia, "El piano mudo" y "Aballay", dejaron casi $ 3,5 millones en Tucumán. Hubo más en estos últimos años, de presupuestos más modestos, pero también importantes. Claro, dirán muchos, eso no va a salvar las finanzas provinciales. Pero aporta.
Quienes priorizan el valor artístico pueden apuntar a la práctica y experiencia que adquieren técnicos y artistas, a la capacitación que llega con frecuencia. Luego serán los críticos, y especialmente el público, los que darán su veredicto.
Si se piensa que con la digitalización de la televisión, y de la mano de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual será obligatorio pasar cine argentino por las señales abiertas (la cuota de pantalla), y que hasta habrá un canal específico del Incaa, más vale estar preparados y atentos.
Las voluntades suman, y sobre todo si se convierte en política de Estado, como parece estar ocurriendo.