"Nada reemplaza la experiencia del abrazo"

"Nada reemplaza la experiencia del abrazo"

Un especialista advierte que es necesario fomentar el diálogo y el encuentro cara a cara.

13 Julio 2009
La tecnología ayuda a mejorar la calidad de vida de la población, afirma el psicólogo Arturo Gómez López. "Es una maravilla que nos permite anticiparnos a situaciones que antes eran imprevisibles", destaca. Sin embargo, como estos dispositivos, especialmente internet y el teléfono celular, alteran la cotidianidad es necesario tomar ciertos recaudos, advierte el especialista.
"Debemos intentar, en el marco de la familia y de las instituciones escolares, seguir fomentando el diálogo y el encuentro. Las relaciones interpersonales tienen, en el plano de la comunicación afectiva, el adicional de lo corporal", señala. Y ejemplifica con simpleza la diferencia: "el cerebro humano, por suerte (hasta ahora), no registra de la misma manera la frase 'Te mando un abrazo' (seguida de un emoticón que figura la acción) que la experiencia de darse un abrazo con una persona querida. Las sensaciones son diferentes y eso todavía no pudo ser reemplazado por ningún avance tecnológico. La expresión del rostro y el tono de la voz son experiencias que sólo se viven en el encuentro cara a cara".
Gómez López, especialista en terapia familiar, aclara que la tecnología seguirá avanzando, y con ella, los grupos irán modificando sus usos y costumbres para bien y para mal, no por el objeto en cuestión, sino por el uso que se le dé. En la era digital, la familia está modificando sus estructuras y modelos de organización, sin por ello dejar de ser el núcleo fundamental de la sociedad, precisa el psicólogo. Sin embargo, tiende un manto de sospecha respecto de las futuras generaciones.

Contraste
En las familias actuales convive lo tradicional con lo digital. "Se puede disfrutar de todo lo nuevo sin eliminar lo que nos sigue pareciendo bueno a pesar de ser viejo, sobre todo en materia afectiva. Los besos y abrazos siguen siendo mejor compartirlos al natural. Sin embargo, no me extrañaría que futuras generaciones (con mayor avance tecnológico aún) no puedan percibir el sentido de esta frase, puesto que habrán nacido en la era del afecto cibernético. Nosotros tenemos el contraste; ellos tal vez ya no", concluye.

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