Cinco reglas para ser creativos en el trabajo

Cinco reglas para ser creativos en el trabajo

El punto de partida para alcanzar un mejor nivel de productividad pasa por entrenar la capacidad imaginativa de la mente, dice un experto. En los pequeños detalles pueden residir las soluciones para los grandes problemas. Sólo hay que saber utilizar, en todo momento, el coraje, los sentidos y la imaginación.

MOMENTO DE INSPIRACION. Aguzar los sentidos contribuye a ver la realidad desde una perspectiva creativa. MOMENTO DE INSPIRACION. Aguzar los sentidos contribuye a ver la realidad desde una perspectiva creativa.
21 Abril 2009

La creatividad es la herramienta contra la crisis, dicen los expertos. Con ella se pueden encontrar soluciones ante los problemas que le son comunes a cualquier debacle económica y financiera y que, indudablemente, repercuten en la diaria tarea laboral. Lo más oportuno es saber aprovechar el pensamiento creativo, esas cualidades que hacen a un trabajador diferente del otro, siempre y cuando tenga el espíritu innovador para diferenciarse. Sobre la base de un trabajo expuesto por el experto brasileño Celso Antunez, el consultor y capacitador en Recursos Humanos, Jorge Fiszer (su sitio en la web es www.mental-gym.com), elaboró cinco reglas para pensar mejor y ser más creativo en el trabajo.

1- Fortalecer el coraje para arriesgar. Debe animarse a equivocarse y aprender de sus errores. Esto significa aceptar nuestra propia imperfección y comprender por qué los demás también pueden llegar a equivocarse. Se trata de una suerte de adaptación del antiguo mandato sagrado que dice: no hacer al prójimo aquello que no te gustaría que te hicieran a ti. De esta forma podremos transformar un error en un punto de apoyo para un nuevo pensamiento, una idea original. Solamente no se equivoca quien no intenta algo nuevo.

Publicidad

2- Utilizar siempre, tanto para recibir como para transmitir informaciones, todos sus sentidos. Habrá escuchado más de una vez que el ser humano utiliza habitualmente una pequeña porción de su cerebro, tal vez menos del 5%. Imagínese lo que seríamos capaces de lograr utilizando mejor nuestras capacidades mentales. Es necesario entrenar su visión para apreciar pequeños detalles; su audición para oír todo y distinguir los sonidos y las distancias que los separan; su olfato para seleccionar fragancias; su paladar para apreciar inclusive los gustos más pequeños de las cosas; su tacto para diferenciar texturas, temperaturas de los objetos, superficies diferentes, etc. Utilice la sinestesia para potenciar a través de la combinación de los diferentes sentidos su capacidad de percepción y transmisión de las informaciones.

3- La belleza no está solamente en el color de los ojos, sino también en la manera de mirar. El cerebro posee dos lados o hemisferios -derecho e izquierdo- que trabajan de manera diferente. Lo ideal es que trabajen equilibrada y armoniosamente, cosa que raramente ocurre. Cuando ayudamos, a través del entrenamiento, a nuestro lado más perezoso, aprendemos y trabajamos con mayor eficiencia y efectividad, además de convertirnos en personas más creativas. Los que se caracterizan por utilizar preferentemente el lado izquierdo cerebral, son más detallistas, meticulosos, disciplinados, con frecuencia introvertidos y encerrados en sí mismos. Aprenden matemáticas y ciencias con facilidad; piensan con mucha lógica y al mismo tiempo carecen de romanticismo y de habilidades de comunicación. A su vez, los que usan más el hemisferio derecho suelen ser más sensibles, extremadamente creativos, abiertos a lo nuevo, amantes de las aventuras aunque solamente ocurran en sus sueños. Es oportuno reconocer su hemisferio dominante; cultivarlo con cariño, ya que allí residen sus fortalezas y, al mismo tiempo, dedique tiempo a entrenar el lado opuesto. No crea que la habilidad de uno u otro hemisferio es algo fatal, imposible de cambiar.

Publicidad

4- Cultive su imaginación, en todos los momentos. Un día un profesor entró a un aula de una facultad, hizo un punto en la pizarra y preguntó a sus alumnos qué veían. La respuesta fue unánime: una marca de tiza. Cuando hizo el mismo punto en un aula de una escuela primaria obtuvo, además de la respuesta anterior, muchas otras: una estrella, un ojo de animal, una punta de cigarro, una piedra, etc. La conclusión es bastante obvia. Los universitarios, que poseen una estructura de conocimientos bastante amplia, demostraron que su creatividad era muy pobre. En cambio, los pequeños del EGB. estaban "a mil por hora". Muchas veces la preocupación por el aprendizaje de los contenidos de cada materia termina por oxidar la imaginación. La solución es entrenar la capacidad imaginativa de la mente. Una forma de hacerlo es pensar varias definiciones para un concepto determinado.

5- Procure semejanzas en cosas aparentemente distintas. Una buena idea, aquella que a nadie se le ocurre, puede aparecer en dos momentos del pensamiento creativo: la incubación o el nacimiento. En la primera etapa, la idea comienza a brotar. En la segunda se desarrolla y es necesario recogerla. En la etapa de incubación tiene que ser más niño que adulto; fantasear, jugar, soñar, pensar en cosas ridículas, esas que parecen absurdas, sin limitaciones racionales. Cultive esa primera etapa; se trata de la más creativa. Claro que cuidadosamente debes ir llegando a la segunda fase, el nacimiento de la idea innovadora. Tal como haría con un niño, una planta, o una mascota, debe colocar límites, aplicar la razón y la inteligencia para que la madurez se produzca con resultados extraordinarios. Es el pasaje de la confusión al orden práctico.

Comentarios