Un encuentro con el fantasma de la economía

El tucumano David Konzevik, considerado un gurú por algunos de los hombres más poderosos de los cinco continentes, es uno de los desconocidos más prestigiosos del mundo. Sus teorías nos ayudan a pensar la crisis y nos instan a replantear nuestra existencia. Por Daniel Alberto Dessein y Daniel Dessein. Para LA GACETA - Tucumán.

DENOSTADOR DE MEDICIONES SIMPLISTAS. Konzevik critica que se tomen las tasas de crecimiento como índices absolutos, sin tener en cuenta cuánto apuesta una nación a su futuro (en materia educativa, por ejemplo) y cuánto al corto plazo. DENOSTADOR DE MEDICIONES SIMPLISTAS. Konzevik critica que se tomen las tasas de crecimiento como índices absolutos, sin tener en cuenta cuánto apuesta una nación a su futuro (en materia educativa, por ejemplo) y cuánto al corto plazo.
28 Diciembre 2008

Las personas como nosotros, que evitan ser vistas, posiblemente desarrollan una rara capacidad para identificar y atraer a las distintas variantes de esa especie anacrónica a la que pertenecemos, en tiempos en los que se promueve la abolición de la intimidad. En un viaje reciente, conocimos al Salinger de la economía mundial. Así como al mítico escritor norteamericano (que vive oculto hace décadas) podemos encontrarlo exclusivamente en sus libros, a David Konzevik solamente podemos verlo en alguna de las más de 150 conferencias que da anualmente alrededor del mundo o en ámbitos accesibles para una minúscula elite. Nunca concedió una entrevista a ningún medio. No escribe artículos, ni publica libros, ni vende cds con sus exposiciones, ni tiene página de internet. La única manera de encontrarse con él es recibiendo una carta especial para una de sus disertaciones (de las que no se hace publicidad) o transformarse en un fóbico social.
Konzevik nació en Tucumán; aquí se recibió y dio clases en la UNT, antes de aceptar una propuesta del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos, en México. Sus consejos son escuchados por presidentes y por muchos grandes empresarios y ejecutivos internacionales. Sus diagnósticos son apreciadísimos, año tras año, en los pasillos del Foro Económico Mundial, en las Naciones Unidas, en la Unesco, en el Aspen Institute, en Ciudad de las Ideas, o entre académicos de universidades como Harvard. Suele debatir con políticos e intelectuales de talla mundial, CEOs de multinacionales y premios Nobel de Economía. Entre los empresarios que lo admiran se encuentra Carlos Slim, uno de los dos de mayor envergadura del planeta. Entre los presidentes, Lula, a quien le hizo un comentario - cuando ya había resultado electo pero antes de asumir el gobierno- que este escuchó con mucha atención: "En una economía globalizada y en democracia, el poder es como un violín; se toma con la izquierda pero se toca con la derecha".
David ha emprendido últimamente, por numerosos países de Oriente y Occidente, una gira mundial de conferencias dirigida a los jóvenes, titulada "El futuro ya llegó: ¿estás preparado?", en las que lleva adelante disertaciones de cuatro horas de duración.
Sus pronósticos asombran a quienes los escuchan. Anticipó los efectos económicos del 11 de setiembre; la invasión norteamericana a Irak y el atolladero en el que se convirtió; los catastróficos efectos del abandono de la convertibilidad en medio del ruido político; la caída de De la Rúa al inicio mismo de su gestión; los obstáculos que enfrentaría el presidente Fox en México; los pecados que hoy estamos purgando en América latina; y en agosto de 2007, la magnitud y la complejidad de la crisis actual.

Un renacentista en la posmodernidad
Konzevik cuenta que aprendió a leer con LA GACETA y que sigue unido a ella, a través del cordón umbilical que le ofrece este suplemento, en su vida itinerante por muchos países. Comenta la entrevista que le hicimos a Tomás Eloy Martínez, hablamos de Víctor Massuh y la conversación deriva hacia la literatura. Konzevik tiene una formación auténticamente renacentista, otra rareza en la época de la hiperespecialización. En sus conferencias a veces parte de Borges, con quien conversó largas horas, para radiografiar el mundo en el que vivimos. En ellas exhibe la interrelación entre la economía y la política, la educación, la tecnología o las comunicaciones. Este tucumano visionario advierte que es necesario un enfoque plural para poder comprender cabalmente cualquier faceta de la realidad.
Una de sus teorías más notables es "La revolución de las expectativas", a través de la cual explica muchos de los grandes problemas contemporáneos, en especial los problemas de gobernabilidad en los países emergentes Allí sostiene que así como un hombre en la Edad Media solamente estaba al tanto de diez noticias mundiales en toda su vida y, a comienzos del siglo XX, quien vivía en el campo conocía a unas dos centenas de personas, hoy, a causa de la información instantánea y globalizada, el patrón de comparación para un individuo ya no es exclusivamente el que ofrece el vecino sino el que observa en tiempo real en todo el mundo.
Las expectativas se han multiplicado y hay que distinguir entre pobreza absoluta y pobreza relativa.
Dos mil años atrás, Ovidio decía "no se desea lo que no se conoce" y ahora se conoce todo. Más cerca en el tiempo, Joan Manuel Serrat complementaba: "No hay nada más bello que lo que nunca he tenido". David dice que los pobres de hoy son pobres en ingresos pero ricos en información y millonarios en expectativas. En este contexto la presión a los gobernantes para satisfacer demandas pantagruélicas e inmediatas es extremadamente difícil de manejar. Konzevik denosta las mediciones simplistas, las tasas de crecimiento tomadas como índices absolutos, sin contemplar si se generan en países democráticos o autoritarios, o cuánto apuesta una nación al futuro (en materia educativa, por ejemplo) y cuánto al corto plazo. Lo cierto es que estas crecientes -y a veces irracionales- expectativas impactan sobre la economía, los negocios, la política y la educación.

La crisis
Sus anécdotas son deliciosas e imprevisibles. Nos regala un diálogo borgeano que tuvo con el escritor Alberto Manguel. Y también respuestas a preguntas inevitables. Una de las raíces de la crisis que hoy atraviesa el mundo es, según Konzevik, la enorme brecha que existe entre los nativos digitales (aquellos que nacieron con internet) y los inmigrados digitales (el resto de nosotros). Son muy pocos los que pueden comprender la naturaleza del descalabro que sufrimos, en especial la inmensa sofisticación de los productos tóxicos y los verdaderos riesgos que estos traen. La codicia, la simulación, la irresponsabilidad, la delincuencia están presentes en esta crisis, como en tantas anteriores.
Los norteamericanos oscilaron en los últimos meses entre políticas de "moral hazard", castigando y dejando caer a empresas no competitivas, y medidas desesperadas de rescate, intentando evitar un efecto dominó. Sufrimos una crisis sin precedentes en esta generación y con componentes que le permiten afirmar a Konzevik que estamos viviendo el primer enfrentamiento entre el nuevo conocimiento de los nativos digitales y la ignorancia, en el inédito terreno financiero, de los inmigrados digitales.
Konzevik invita a ver más allá de la coyuntura y cree que una manera segura de que un modelo económico o político fracase en un país o un modelo de negocios en una empresa es desconocer la cultura del lugar. Los modelos no son clonizables, sentencia. El vértigo de los tiempos que vivimos deriva del hecho de que, por primera vez, los habitantes del globo estamos viendo cómo se desarrolla la Historia en directo.

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Latinoamérica y el futuro
A Konzevik le duele su país; se nota, aunque él no habla sobre las causas profundas de ese dolor. Sí señala un defecto común que sobresale en los países latinoamericanos; la profunda asimetría entre la defensa de los derechos y la asunción de las obligaciones, su contrapartida lógica. Esta desproporción atenta contra la valoración del esfuerzo. Latinoamérica en particular, y el mundo en general, tienen un gran desafío por delante: crecer en democracia, un régimen político tan valioso como costoso desde el punto de vista competitivo. Y el desafío para el planeta, concluye Konzevik, radica en comprender que el porvenir no puede ser el depósito de los problemas que no queremos resolver en el presente a costa de saciar nuestros deseos, se cifra en la responsabilidad eludida por nuestra generación de dejarle a nuestros hijos un mundo mejor que el que recibimos.

La entrevista que no fue
Konzevik tomó cuatro decisiones a los quince años: no convertirse en una persona pública; no incursionar en política; no quebrar principios éticos e intentar transformarse en una persona culta para luego especializarse. Temprano vislumbró los peligros de la especialización a ultranza y creyó que el mundo necesitaría individuos con visión global, poseedores del hilo que une las cosas, como quería Confucio.
En una época en la que la gente corre desesperada hacia las cámaras, David huye de ellas. Intuye que en cualquier momento puede perder su batalla, que la infiltración de un teléfono celular que registre un fragmento de una de sus conferencias puede derivar en un video dentro del masivo sitio YouTube. Su resistencia nos mueve a la reflexión. Konzevik busca preservar un espacio de comunicación puro, profundo y auténtico; lejos del vértigo, de la sobreemisión informativa y del ruido, nos invita a repensar la realidad y nuestra propia vida. Nos insta a reinvertir nuestros activos apostando al conocimiento y a la ética, desechando los espejismos del poder o la impostura del éxito.
García Márquez, un experto en el arte de esquivar periodistas, afirmó que la mejor entrevista que leyó en su vida fue el relato de Gay Talese sobre la entrevista que este último intentó hacerle a Frank Sinatra, y no pudo, después de haberlo seguido día y noche durante una semana.
La de David Konzevik seguramente es, y seguirá siendo, nuestra mejor entrevista fallida.
© LA GACETA

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Daniel Alberto Dessein - Director de LA GACETA Literaria, miembro de número de la Academia Nacional de Periodismo.

Daniel Dessein - Periodista, escritor, secretario de organización de Adepa (Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas).

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