Yerba Buena estalló en un solo bocinazo

Yerba Buena estalló en un solo bocinazo

Largas caravanas de automóviles cubrieron los dos carriles de la avenida Aconquija.

IMPREVISTO. Anoche se circuló a paso de hombre por avenida Aconquija. LA GACETA / HECTOR PERALTA IMPREVISTO. Anoche se circuló a paso de hombre por avenida Aconquija. LA GACETA / HECTOR PERALTA
17 Junio 2008
Con una cuchara de plástico, Micaela golpeaba un platito. A través de la ventanilla de la camioneta de su padre, la nena de cinco anos miraba, con ojos brillantes, lo autos que de caravanas interminables que ocupaban las dos manos de la avenida Aconquija.
Los vehículos avanzaban a paso de hombre. En la vereda, y del otro lado de la avenida, Atilio, de 75 años, aplaudía enfundado en un pijama que le ayudaba a resistir los 10 grados de una noche de luna llena que prometía más frío aún.
A las 20 en punto, el silencio profundo del feriado estalló. Una explosión de bocinas aturdió el atardecer de Yerba Buena. Miles de vehículos abarrotaron la avenida y las veredas se colmaron de hombres y mujeres que, con cacerolas en la mano, hacían su aporte al bullicio ensordecedor.
Cualquier distraído hubiera pensado que la manifestación callejera se debía a algún triunfo deportivo. Sin embargo, las palabras, los gestos y los rostros de quienes habían copado la avenida no reflejaban alegría sino preocupación. En otras palabras, parecían descargar, en las bocinas, la bronca y la desazón acumulada en los casi 100 días que lleva el conflicto entre los ruralistas y el Gobierno.
“Es como si la Argentina hubiese ganado el Mundial, pero distinto”, fue la descripción de Candelaria, una estudiante universitaria que recorría la avenida Aconquija en el auto de su novio.
“Vamos a la plaza Independencia”, les gritaba José García a los que estaban aplaudiendo en las veredas. Las banderas argentinas cubrían los autos y, a medida que se llegaba a la rotonda del Cristo, se hacía más lento el tránsito.
La alteración en la vida de Yerba Buena, al igual que en distintos lugares del país, surgió de los celulares cuatro horas antes. A la hora de la convocatoria, cualquier automovilista demoró 45 minutos para llegar desde la rotonda del mástil hasta la intersección de Aconquija con Camino del Perú.
No se escuchó ningún insulto, ninguna agresión hacia la investidura presidencial. Pero todos los manifestantes coincidían en dos cosas: en el apoyo al campo y en la esperanza de que el conflicto termine pronto. “No importa que me esté quedando sin nafta. Quiero expresar lo mal que me siento por el problema que estamos atravesando. Ojalá la Presidenta y el ex presidente puedan escuchar nuestras bocinas, rogó un vecino que no se animó a dar su nombre.

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