Con elegancia, dio marcha atrás

Con elegancia, dio marcha atrás

Por Hugo Grimaldi - Columnista Agencia DyN

01 Abril 2008
BUENOS AIRES.- Diecinueve días después de haberle tirado una bomba al campo con la puesta en marcha de las retenciones móviles, Cristina Kirchner acaba de reconocer públicamente que a los 62.500 productores más chicos les llegarán plenamente a favor las medidas que acaban de ser diseñadas por el ministerio de Economía para que ese sector mayoritario vuelva a tener la misma rentabilidad, como si no se hubiera dictado la resolución del 11 de marzo.
De esta elegante manera, la Presidenta señaló, de un modo mucho más cauto que el de sus últimos discursos, que contrasta inclusive con el impacto triunfalista que se busca obtener con el acto de hoy, que ha dado marcha atrás en el despropósito original que ponía a todo el mundo en la misma bolsa, situación que encendió la mecha con los chacareros que coparon las rutas.
De un modo más que valorable, el Gobierno ha puesto ahora sobre la mesa media docena de medidas para ayudar de modo efectivo a los más chicos, aunque con una limitación que surge de sus propios prejuicios sobre qué es la rentabilidad empresaria, para lo cual se han tomado de modo arbitrario diferencias de precios (ganan 18% más, ha dicho el ministro de Economía, Martín Lousteau) pero sin considerar los costos, la otra punta de la ecuación.
La gran pregunta a contestar es: ¿por qué se dictó la resolución del 11 de marzo, tal como fue anunciada, y quién fue el funcionario que la propició desde un andamiaje técnicamente tan pobre y políticamente tan desgastante y con qué propósito, para tener que desandarla ahora en buena parte?
Hay una razón central, ideológica y ya explicitada, que entre la exportación y el mercado interno, el Gobierno prefiere privilegiar el segundo, para exportar más bienes industriales o agropecuarios con valor agregado y una importante razón fiscal.

Argumentos divergentes
Por lo que fuere, tampoco es justo que se le vuelvan a dar argumentos divergentes a la Presidenta para que se exponga una vez más, como la necesidad de defender las mayores retenciones a la soja para que los alimentos no suban localmente y celebrar, a la vez, la baja de las retenciones al trigo, uno de esos alimentos protegidos.
Tampoco ha resultado sustentable lo expuesto por Lousteau, cuando marcó que por culpa de la soja hay menos leche, carne, trigo o maíz para el consumo y, obviamente, a precios más caros, sin hacer la más mínima autocrítica sobre el cierre de las exportaciones cárnicas o trigueras, la pérdida de mercados externos o las dificultades que vienen transitando los tambos, todos sectores que han bajado la oferta láctea por desaliento, producidos por el activismo de Guillermo Moreno.
Por otra parte, las retenciones móviles, tan arduamente defendidas por el ministro como marco de estabilidad cuando suben los precios y de seguridad para los productores en las bajas, junto al parate de estos 19 días, han generado tres efectos de difícil vuelta atrás: el cierre del comercio exterior, comenzando por la falta de embarques, la desaparición de los precios a futuro y la marcha atrás en buena parte de las compras de maquinaria agrícola que se transaron en Expoagro.

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