Es sábado. El reloj marca las 10 de la noche y el ritual empieza. "¿Qué me voy a poner?", piensa. Se decide. Alud en el placard. Ducha prolongada. Perfume antes del maquillaje. Crema en las piernas. Delineador, besos frente al espejo para fijar el lápiz labial. La ropa sobre el cuerpo. Finalmente, el espejo oficia de asesor y de escribano. Tacos altísimos, escote y tres horas más tarde se convierte en el señuelo que atrae todas las miradas.
El, aunque no tarda tanto, elije lo mejor de su vestuario, tal vez se perfuma, y sale. Observa a las demás mujeres para corroborar si lo miran. Baila, usa sus métodos, sus maneras de hablar, o de callar y como una araña en su tela espera la presa.
Artes y mañas
Según el diccionario de la Real Academia Española, seducir, en su primera acepción, significa "engañar con arte y maña; persuadir suavemente para algo malo". En la segunda "atraer físicamente a alguien con el propósito de obtener de él una relación sexual".
La psicóloga Fernanda Beltrán de Canigia dice que la seducción es "la capacidad de gustar del otro y atraerlo". A la vez, estrechó una total relación entre seducción y autoestima. La licenciada explicó que "un 60% de las consultas tienen que ver con conflictos de autoestima", el ponderado "nadie me quiere".
"Esto sí puede tratarse, pero no se hace de la noche a la mañana. La idea es que el paciente desarrolle fortalezas y aprenda de sus debilidades", dijo y añadió: "se seduce a una mujer o a un varón, al amigo, al jefe; siempre en pos de ser aceptados". Raúl M. tiene 46 años, es soltero y está en pareja desde hace unos meses con una mujer de 35. Para él un recurso fundamental es el humor. "Pero el buen humor. No un chiste estúpido ni ser el payaso de la reunión o tratar de levantarse una mina haciéndome el chistoso. Sólo hay que ponerle toques de humor a una charla", explica.
"Se puede seducir a una mujer también con música. Si das en la tecla con un buen disco (no necesariamente un álbum romántico), que movilice a la otra persona", añade.
Según Raúl, lo que más lo seduce "son las ?minas? frescas y espontáneas y con las que se pueda tener cierta continuidad en la charla. Que tenga actitud, si, esa es la palabra". Acerca de ese término, Melina Rosas, de 25 años, estudiante de Psicología dice algo similar: "De un hombre me seduce la actitud; ojo, no de ganador sino de seguridad. No necesita ser lindo". En cuanto a sus métodos de seducción, Melina explica: "es difícil que yo me acerque a un chico. Por el contrario, me inhibo. A veces uso unas miradas. También depende de qué persona sea. No seduzco a todos los hombres de igual modo", señala.
"¿Yo? Sí, encaro", dice Ana María, de 43 años y soltera. Confiesa haberle puesto "un ancla" a su vida cuando tenía 20 años, que tiene exactamente la vida de una chica de esa edad y que está muy bien así. "En varias oportunidades me acerqué a algún chico a decirle que está muy lindo. No dudo en decírselo. Ya a mi edad perdí la timidez. Me siento joven todavía para decir ese tipo de cosas", confiesa.