Aunque el éxito en el tratamiento de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2 -conocida como diabetes no insulinodependiente- depende de muchos factores, y no cabe duda de que la adherencia de los pacientes a los tratamientos es el de mayor peso.
Pero para que el paciente con diabetes tipo 2 cumpla con las indicaciones terapéuticas que le permiten mantener sus niveles de glucosa en sangre dentro parámetros aceptables, que no pongan en riesgo su salud, es necesario de que esté convencido de la utilidad de su tratamiento. Desgraciadamente, este aspecto parece estar fallando.
El 30% de las personas que se quedan ciegas tiene diabetes (de ellas el 90% el tipo 2); el 40% de los pacientes que deben ser sometidos a diálisis es diabético (dos de cada tres son tipo 2) y 66% de las amputaciones las sufren quienes padecen el mal.
En un intento de indagar por qué los pacientes con diabetes tipo 2 no se cuidan, expertos de la Universidad de Aarhus, Dinamarca, llevaron adelante el Estudio DAWN, cuyo objetivo fue "explorar las percepciones y actitudes entre las personas con diabetes y los profesionales de la salud para identificar temas, desafíos y oportunidades para un mejor cuidado de la dolencia.
Según la encuesta, el 44% de los pacientes dice estar "constantemente con miedo de que la patología empeore", mientras que el 32% dijo "estar cansado de seguir tomando su medicación", y sólo un 16% afirma que "siente que su tratamiento es demasiado complicado".
Temor a la insulina
Según el Estudio DAWN, sólo el 15% de los pacientes con diabetes tipo 2 que fueron encuestados estaba bien tratado. Y un detalle interesante fue que casi el 60% expresaba temor o preocupación ante la posibilidad de tener que comenzar a utilizar insulina, cuando se estima que cada año un 10% de los pacientes con diabetes tipo 2 inicia un tratamiento de sustitución de esta hormona.
Coincidentemente, sólo el 22% consideró que utilizar insulina podría ayudarlo a mejorar el control de su enfermedad.
¿Cómo puede ser explicado este temor? Según el doctor Torsten Lauritzen, profesor de la Universidad de Aarhus y principal autor del estudio, esto se debe a que "los médicos le presentan al paciente la posibilidad de usar insulina como un castigo por no haber cumplido el tratamiento".
Actitud común
Para Lauritzen, este tipo de actitudes es extremadamente común entre los médicos clínicos, que no siempre están muy familiarizados con el uso de las terapias de reemplazo de insulina. "La mayoría de las veces prefieren demorar su uso", agregó. "Los médicos clínicos parecen experimentar un sentimiento de fracaso cuando sus pacientes pasan de un tratamiento medicamentoso para controlar la glucemia a la insulina -continúa Lauritzen-.Tanto a ellos como a los diabetólogos no les gusta comunicar que han fallado a sus pacientes", agregó. Cambiar el estilo de vidaA diferencia de la diabetes tipo 1 (insulinodependiente), en el tipo 2 el páncreas produce esta hormona y es el organismo el que desarrolla resistencia a sus efectos, dando como resultado un déficit insulínico. Su tratamiento, para prevenir las distintas complicaciones, implica cambios en el estilo de vida (dieta, actividad física y dejar de fumar), y drogas para controlar los niveles de glucosa, la presión arterial y el perfil lipídico.