Un grupo de indigentes vive en el parque Avellaneda

LA GACETA recogió el testimonio de un hombre de 57 años, que no tiene casa. Hacen fuego bajo los árboles para preparar un mate cocido o una sopa.

SIN INTIMIDAD. Acuña habla con su hijo y una amiga, que cuidan los niños de una señora de Salta. Al lado, duerme una pareja. Un joven observa. LA GACETA / JOSE NUNO SIN INTIMIDAD. Acuña habla con su hijo y una amiga, que cuidan los niños de una señora de Salta. Al lado, duerme una pareja. Un joven observa. LA GACETA / JOSE NUNO
22 Octubre 2006
Carlos Acuña dejó la casilla donde habitaba en La Milagrosa y se instaló en el parque Avellaneda, al lado de la Maternidad. Contra los muros del sector nuevo del centro asistencial se eleva el humo de la hoguera que, cada mañana, calienta el mate cocido de este hombre de 57 años que, desde hace cuatro meses, vive en el parque. Dice que dejó su barrio porque le quedaba lejos para trabajar. Su actividad consiste en juntar botellas de plástico, cartones y envases de vidrio para venderlos. "Me las aguanto porque no tengo casa propia; me la habían prestado, así que me vine nomás", dijo a LA GACETA.
Bajo los árboles, Acuña acomoda sus pobres pertenencias: un colchón viejo de gomaespuma, algunas mantas; utensilios de cocina, una silla vieja y el carrito donde lleva los envases y cartones para vender. Usa el hueco de un árbol como cocina. Con leña prende el fuego para calentar agua o hervir una sopa. También come de la solidaridad de los vecinos que le acercan un plato casi todos los días.
Desde hace unos días, Acuña no está solo. Una pareja joven se instaló con él. Ambos dormían cuando LA GACETA habló con Acuña. El hombre, en cambio, estaba acompañado por su hijo Ezequiel y una jovencita. "Yo vivo en Honduras y Costanera, pero vengo a ver a mi papá", comentó el muchacho. También había por allí dos pequeños, de entre cuatro y cinco años. "Son de una mujer que vino de Salta; se fue al Registro Civil y ya vuelve, los dejó con nosotros, pero también viven acá por ahora", contó el hombre. En el lugar estaba otro jovencito de mirada perdida, a quien parecía no interesarle la conversación. Había un par de muletas al costado de una cama improvisada.
Acuña afirma que está bien en el parque. "Si llueve mucho, nos vamos a la estación del ferrocarril o a la ex papelera", dice. Sin embargo, admite que le gustaría tener "una casa como la gente".

Desde hace 15 años
En el mismo parque, pero frente al Cementerio del Oeste, hay un grupo de tres o cuatro personas que se juntan alrededor de una fogata todas las mañanas. "Ellos viven ahí hace 15 años más o menos. Creo que no tienen familia ni quieren irse de allí", aseguró Acuña.
Luis Gómez pasa todos los días por la zona en su moto. "El Gobierno debería brindar a esta gente un lugar digno para vivir; no pueden estar con colchones y prendiendo fuego en los parques; no puedo creer que pase esto sobre la avenida Mate de Luna", comentó a LA GACETA.

Cientos de indigentes
Las personas que residen en el parque Avellanada serían algunos de los muchos indigentes que no tienen techo y viven en parques, plazas y hasta en las veredas de distintos barrios. El mismo Acuña dijo que él conoce a varios, que deambulan por la periferia y que no se ubicaron en un lugar fijo porque no quieren ser localizados por funcionarios del Gobierno.
En un relevamiento que hizo el departamento de Tercera Edad de la Dirección de Familia y Minoridad, se contaron sólo seis dentro de la capital. La responsable del área, Marta Páez, aseguró que se intentó concientizarlos a fin de que volvieran con sus familias. "Unos no quieren volver aunque visitan a sus familiares esporádicamente; y para otros, vivir en la calle, es una opción de vida, así como hay niños y adolescentes que viven hace más de 10 años en la calle", afirmó la funcionaria. Agregó que estas personas rechazan la institucionalización (internarse en una hogar).

Un proyecto en espera
Según Páez, la Secretaría de Políticas Sociales estudia un anteproyecto de la legisladora Marta Zurita para crear albergues nocturnos. El proyecto, que fue presentado en 2004 y se encuentra en espera de tratamiento legislativo, establece el funcionamiento de centros gratuitos de Albergue Social que incluirán comedor comunitario con servicio de cena, baños, duchas, camas, asistentes sociales y servicio de enfermería. Esos centros podrán ser estatales, privados o tercerizados y deberán estar ubicados en una zona céntrica y de fácil acceso. También se prevé que estén abiertos desde las 19 hasta las 8 del día siguiente, los 365 días del año. En caso de aprobarse este proyecto, se deberán prever los fondos necesarios para su puesta en marcha. También incluye el mejoramiento de las instituciones oficiales existentes que brindan atención a la población sin recursos.




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