Las grietas tienen larga data

“El cobre por el cielo y la educación por el suelo”, se leía en una de las pancartas de los estudiantes. En esa figura se describe el foco del conflicto que golpea al gobierno socialista, a tres meses de su instalación. El problema viene de hace tiempo, desatendido por un modelo económico exitoso y en expansión, en el que las exportaciones, principalmente las de cobre, registran cifras espectaculares.
El gobierno de Michelle Bachelet no prevé -por ahora- derivar excedentes para el financiamiento de la educación. En la última década, el aporte estatal aumentó casi un 130% para poner en práctica la jornada escolar completa, que llevó de 36 a 42 horas la semana de clases, y que se aplica en los liceos estatales y en los de financiamiento mixto, para igualarlos a los colegios privados, donde estudia el 10% del alumnado del país.
Sin embargo, esta nivelación no redujo la enorme brecha de calidad educativa existente entre privados y públicos. Según datos recogidos por Paulina Abramovich, de AFP-NA, de los 176.000 estudiantes que rindieron el año pasado el ingreso a la universidad, los “privados” obtuvieron los mejores puntajes, en una relación de 7 a 1 respecto de los “estatales”, donde estudian nueve de cada diez alumnos del país. Esta incongruencia debe tener alguna explicación.