Manuela de Pasayo tiene 91 años y fue la curandera más famosa del valle

Manuela de Pasayo tiene 91 años y fue la curandera más famosa del valle

La crió el bodeguero Michel; vivió en la riqueza y en la pobreza, y fue una madre ejemplar. Tiene 32 nietos, 31 bisnietos y tres tataranietos.

ASISTENCIA PERFECTA. La abuela  jamás faltó a la Serenata y cocinó para Mercedes Sosa, Teresa Parodi y el Chaqueño Palavecino, su ídolo. LA GACETA / INES QUINTEROS ORIO ASISTENCIA PERFECTA. La abuela jamás faltó a la Serenata y cocinó para Mercedes Sosa, Teresa Parodi y el Chaqueño Palavecino, su ídolo. LA GACETA / INES QUINTEROS ORIO
13 Marzo 2006
Doña Manuela de Pasayo es una cafayateña, querida y respetada tanto por sus dotes de curandera (“con sólo mirar la orina sabía qué tenían”, dijo), como por la vida ejemplar que llevó junto a su esposo José Alfredo Pasayo (ya fallecido). El 16 de enero cumplió 91 años y, pese a los achaques propios de la edad y al dolor de haber perdido a cinco de sus 12 hijos, se mantiene lúcida, fuerte, con ganas de seguir amasando el pan casero. Tiene 32 nietos, 31 bisnietos y tres tataranietos.
“Me crió don Martín Michel, uno de los propietarios de la bodega La Rosa. Mi madre era  su cocinera y murió a los 125 años. Mi padre manejaba la diligencia que llevaba y traía pasajeros de Salta a Cafayate. Demoraba seis días en cada viaje. No lo conocí porque murió tres meses antes de mi nacimiento. Fui la niña mimada de los Michel”, rememoró. La mujer contó que vivió en la riqueza y que, al casarse, conoció la pobreza.
“Los Michel no querían que me casara con José Alfredo Pasayo (murió a los 89 años, en 1999). En mi mi boda sólo estuvieron mi madre y  los padrinos.
Luego, vine a esta casa de mis suegros, que era de caña y de barro. Hallé un tarro donde hacían mate cocido y una sola olla para cocinar... Lloré  mucho, pero luego trabajé junto a José para criar a nuestros hijos y tener esta casa”, narró la mujer. Es tan famosa en Cafayate que la municipalidad bautizó con el nombre de “Tía Manuela” el puente peatonal sobre el río Chuscha
Fue cocinera en los Michel, en la escuela Zuviría y en el hotel Román. Vio construir la iglesia y no faltó jamás a la Serenata de Cafayate. “Me visitaron Mercedes Sosa, Teresa Parodi, y los integrantes de Las Voces de Orán y el Chaqueño Palavecino, mi cantor favorito. Yo tenía un pequeño bolichito y comedor en casa, todos venían a cantar y a comer hasta el amanecer.  Pero nadie tendrá que decir que alguna vez le jugué una mala pasada a mi viejo (que lo engañó), porque siempre estábamos juntos”, contó  con picardía doña Manuela.

Rescatan la comida indígena
Casa “Ñanta” (por el camino), ubicada en calle Colón segunda cuadra, es el único comedor que ofrece al visitante platos diferentes, preparados con cereales y granos que utilizaban las culturas diaguita y calchaquí. La preparación de los platos y la atención al público está en manos de la familia de Teresa y de Marcos Véliz, dos tucumanos que hace varios años se afincaron en Cafayate junto a sus hijos. Ellos se encargaron de rescatar el uso de la quinoa para la preparación de comidas.
Este cereal -al igual que el choclo, el trigo, el poroto, el frangollo y otros granos- es utilizado en distintos y originales platos. El sabor especial está dado por la gran variedad de hierbas aromáticas que utilizan en la cocina criolla, y por la combinación con carne de cabrito, de llama, de conejo, y del infaltable zapallo.

Elogian el buen vino y el asado
Scott Glasgow, un turista belga de 42 años, visita la Argentina por tercera en dos años. “Este país es maravilloso; es muy bonito. ¡Oh!, el asado criollo es riquísimo y los vinos son exquisitos ... Me llevaré unos cuantos. Hace siete meses que recorro este país y no sé si regresaré en abril, mayo, junio o julio a Bélgica”, comentó feliz.
Todos los comerciantes, hoteleros, dueños de bares y restaurantes, y cafayateños consultados por LA GACETA coincidieron en señalar que enero fue el mejor mes de la temporada de verano.
“Los cafayateños no nos podemos quejar. Trabajamos todo el año con turistas nacionales pero, sobre todo, con extranjeros. Enero fue el de mayor venta en todos los rubros, especialmente en el nuestro. También vino mucha gente para la Serenata”, dijo Germán, empleado de la vinoteca “La Escalera”.