Tres días que cambiaron la historia argentina

Tres días que cambiaron la historia argentina

El 16 de setiembre de 1955, un levantamiento militar que comenzó en Córdoba terminó con casi una década de gobierno de Juan Domingo Perón.

NUEVO PRESIDENTE. Una multitud se congregó en la Plaza de Mayo para escuchar la palabra de Lonardi el día en que asumió la presidencia. NUEVO PRESIDENTE. Una multitud se congregó en la Plaza de Mayo para escuchar la palabra de Lonardi el día en que asumió la presidencia.
16 Septiembre 2005
BUENOS AIRES.- El 16 de setiembre de 1955 fue el principio del fin para el gobierno de Juan Domingo Perón, luego de casi una década en el poder, durante la que tuvo el apoyo de las capas populares de la población, que en su gestión consiguieron niveles de vida y participación política jamás alcanzados.
El gobierno estaba desgastado por el agotamiento de un modelo económico de crecimiento autosostenido, pleno empleo y altos salarios, distanciado de Estados Unidos, peleado con la Iglesia y acorralado por una intransigente (y silenciada) oposición.
Perón, en realidad, había empezado a tambalear tres meses antes con el sangriento bombardeo a Plaza de Mayo en el que murieron cientos de civiles, y la quema de las iglesias, perpetrada por bandas oficialistas la misma noche de la matanza.
El golpe de Estado estalló el día 16 en Córdoba y su principal cabecilla era un austero y oscuro general del Ejército, Eduardo Lonardi, quien recibió rápidamente el apoyo de la Armada. La flota de mar, al mando del joven almirante Isaac Rojas, a poco estuvo de bombardear la destilería de Mar del Plata, cuando llegó la noticia de la "renuncia" de Perón. Aislado y debilitado, dejó el poder en manos de una junta de comandantes, mientras buscaba refugio en una cañonera paraguaya apostada en el Río de la Plata. Al cabo de varios días de conversaciones con los militares alzados, Perón ordenó la rendición total. El 3 de octubre logró salir del país rumbo a Asunción. Tras pasar por diversos lugares de América, entre ellos Panamá, donde conocería a María Estela Martínez, Perón recaló finalmente en el barrio madrileño de Puerta de Hierro.
Siete días después de que estalló el golpe, Lonardi asumió la Presidencia con una Plaza de Mayo colmada de ciudadanos, la mayoría de clase media. Bajo el lema "ni vencedores ni vencidos" pretendió llevar adelante un gobierno de conciliación, corporativo, respetando ciertas conquistas básicas de la década peronista, pero sus intenciones chocaron con el revanchismo y la intransigencia de los "gorilas", como la ocurrencia popular ya los había bautizado.
Lonardi fue destituido 50 días después de haber asumido; cuatro meses después, murió víctima de un cáncer. En su reemplazo fue nombrado Pedro Eugenio Aramburu, quien en un principio se había negado a encabezar la rebelión contra Perón.En el plano económico fue tal vez donde hayan tenido lugar los cambios más dramáticos. El gobierno revolucionario devaluó la moneda, medida aplaudida por la Sociedad Rural, que aportó varios hombres al nuevo elenco gubernamental.
Los sectores agroganaderos, que habían resignado posiciones en la década anterior a favor del proceso industrializador, alcanzaron posiciones clave.
La CGT fue clausurada, y sus principales dirigentes, encarcelados. El nuevo esquema económico puso énfasis en la estabilización -pronto llegaría Alvaro Alsogaray al Palacio de Hacienda- y en un regreso al modelo exportador y de promoción de las inversiones extranjeras.
En materia política, el peronismo fue proscripto y sus dirigentes y militantes, duramente reprimidos, y la mera enunciación de su líder fue prohibida por ley. (DyN)

Opiniones (exclusivas para LA GACETA(
José Domato, gobernador de la provincia entre 1989 y 1991, fue ministro de Agricultura en 1955, pero ya no estaba en funciones cuando se produjo el derrocamiento del Gobierno nacional, y había vuelto al ejercicio de su profesión. Esto dijo acerca de los hechos registrados hace 50 años.
"Los hechos violentos del 16 de setiembre de 1955 son, entre los muchos ocurridos antes y después, muestras de irracionalidad que ,en este caso en particular, cobraron excepcional virulencia por los medios usados, incluyendo armas de guerra, que en lugar público abierto -Plaza de Mayo y alrededores- cobró un alto tributo de vidas, muchas inocentes. Ahora, en un momento muy politizado, pero en marco diferente, otro gobierno constitucional realiza esfuerzos por conducir. No podrá hacerlo sin la participación plena y armónica de todos. El resorte indispensable sigue siendo el diálogo que, balanceando análisis y decisiones para el bien común, convenza que en un país como el nuestro podemos vivir en paz y con felicidad. ¿Por qué no lo intentamos de una vez?"

"Todo golpe de estado tiene una impronta repudiable, porque los protagoniza gente que recibe armas de la nación y las usa para imponer facultades que no tiene, ni legal, ni moral, ni constitucionalmente", aseguró Hugo Lazarte. El dirigente justicialista caracterizó al derrocamiento del gobierno de Juan Domingo Perón como "una reacción que impuso al pueblo argentino una dirección económica, política y social que lo apartó del destino trazado por la gestión liderada por el general Perón". Al ser consultado acerca del clima que se vivió en Tucumán en los días de setiembre de 1955, Lazarte recordó: "la sensación de luto en el pueblo, y la frustración de hombres y mujeres, a quienes se les prohibió hasta conservar una foto de la persona con la que se identificaban". El ex legislador recordó también que del calificativo de "Córdoba la heroica" en los días de la revolución triunfante, se pasó al de "Córdoba la arrepentida" cuando la gente comenzó a advertir "los objetivos reales de los verdaderos protagonistas del golpe, quienes desplazaron a Lonardi pocos días después de que asumió la presidencia de la Nación".

"La Revolución Libertadora es el único golpe de estado que yo no repudio. Fue para restablecer la Constitución de 1853. Cumplió su objetivo, porque no estuvo mucho tiempo en el poder. El gobierno peronista no daba para más; inclusive se desprestigió bastante cuando se enfrentó con la Iglesia y se quemaron algunos templos. Ello produjo bastante indignación entre los argentinos. No había libertad de expresión, pero sí muchas persecuciones y corrupción. Por ejemplo, cuando murió Eva Duarte se obligó a los empleados públicos a ponerse luto y a concurrir a la Casa de Gobierno para desfilar y llorar ante un cajón vacío", recordó Exequiel Avila Gallo. El dirigente del partido Bandera Blanca rescató que el peronismo hizo cumplir "a rajatabla" las leyes laborales. Avila Gallo también refirió que en unas elecciones estudiantiles solicitaron el permiso de rigor ante el jefe militar que estaba a cargo de la Policía provincial. "Nos dijo que no había problemas, pero nos envió a un personaje de apellido Neme, que se instaló en el cuarto oscuro para controlar por quién votaban los estudiantes", contó.

El dirigente radical Dante Salvioli recuerda que en Tucumán había un clima de efervescencia que, aunque no se reflejaba en los resultados que arrojaban las urnas, hablaba de una oposición activa al régimen peronista. "La información oficial no reflejó, al comienzo, la importancia del alzamiento militar; teníamos que informarnos escuchando las radios uruguayas para saber lo que pasaba", explicó. "Cuando el derrocamiento de Perón se confirmó, la gente en Tucumán salió a las calles para festejar, mientras los peronistas se mostraban sorprendidos porque no esperaban el final del gobierno", agregó Salvioli. "En los momentos finales del régimen se vivió un estado de malestar generalizado, con una inflación persistente que deterioraba el salario de los trabajadores y la persecución de los opositores; en Villa Devoto había más de 900 detenidos a disposición del Poder Ejecutivo, algunos de los cuales eran tucumanos", relató. Salvioli consideró que la revolución fue la culminación de un proceso de desgaste del régimen, que ya estaba en la etapa final de su existencia. "El país estaba ahogado cultural y políticamente", concluyó.

Despues del golpe
ARAMBURU ESTABA EN PASO DE LOS LIBRES.- El general Aramburu no contaba con suficientes fuerzas para el levantamiento, y según sus propios camaradas de armas, se encontraba en Paso de los Libres (Corrientes) el 16 de setiembre. Por eso fue que Lonardi asumió el liderazgo de la operación.
PERON FUE ACUSADO POR 121 DELITOS.- Por orden del gobierno provisional, se formó una comisión investigadora que acusó a Perón por 121 delitos. Al presidente depuesto le iniciaron un juicio por "traición a la patria" y le prohibieron el uso del grado militar y del uniforme. También divulgaron públicamente el contenido del guardarropa de Evita e hicieron un inventario de sus joyas.
DETENIDOS POR CONSPIRACION.- Después del golpe, el ex diputado John William Cooke y el sindicalista Armando Cabo, que habían intentado organizar la resistencia peronistas desde la clandestinidad, terminaron presos. Cooke, que se disponía a viajar a Paraguay para entrevistarse con Perón, fue recluido en la Penitenciaría Nacional. A fines de ese año fue trasladado con otros prisioneros políticos a la cárcel de Ushuaia.
EN LA CARCEL DE USHUAIA.- Jorge Antonio, hombre de negocios de origen sirio, fue otro de los personajes ligados al gobierno derrocado que fue detenido y trasladado. En su juventud había sido enfermero y luego se convirtió en un audaz vendedor de autos que había logrado la radicación de la Mercedes Benz alemana para fabricar camiones en el país.
A 40 GRADOS BAJO CERO.- Oscar Albrieu, ex ministro del Interior, contó que en Ushuaia la temperatura llegaba a 40 grados bajo cero pero los guardiacárceles no encendían las estufas para los prisioneros. En vez de camas o catres, dormían en colchonetas tiradas en el suelo.

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