El desafío de recuperar la zona del Bajo

Hace 7 Hs

En su discurso de apertura del 120° Período de Sesiones Ordinarias del Concejo Deliberante, en marzo de 2025, la intendenta Rossana Chahla anunció una nutrida agenda de obras, entre ellas regularizar la situación del Bajo. En su mensaje señaló que estaba proyectada una obra de gran envergadura, que se realizaría en colaboración con el gobierno provincial, que era el “Paseo El Bajo”. “Es una obra estratégica que generará un impacto positivo en el desarrollo económico y el diseño urbanístico de la ciudad. Esto será realizado con fondos provinciales y municipales”, desarrolló la funcionaria.

En las últimas décadas hubo varios intentos para recuperar y revalorizar esa zona emblemática de la ciudad, con diferentes proyectos, algunos más ambiciosos que otros. Entre esos planes se llegó a declarar a 14 propiedades, construidas entre 1890 y 1910, como parte del patrimonio histórico. También se habló de la restauración de sus edificios, la erradicación del comercio ilegal, la promoción de actividades más acordes, como las antigüedades, los museos y la cultura o montar un nuevo polo gastronómico de calidad.

Desde hace un siglo y medio ese sector tuvo un vibrante movimiento económico. Comenzó con las carretas, luego el ferrocarril (el primer tren llegó a la provincia en 1876, y después vino el automóvil. El impulso más fuerte lo dio la ruta nacional 9, construida entre 1936 y 1943, y que en ese entonces cruzaba por la ciudad, incluido El Bajo.

La zona incrementó su intensidad a partir de 1968 cuando se inauguró la terminal de ómnibus en la plaza La Madrid, hoy ocupada por oficinas públicas y precarios puestos de vendedores polirrubros, después del traslado de la estación terminal a su locación actual. También modificó fuertemente la fisonomía de la zona la reubicación del aeropuerto en 1986 a Cevil Pozo, que hasta entonces funcionaba a sólo cuatro cuadras de la antigua terminal.

En 1978 partió el último tren por el ramal del Belgrano que iba a Las Termas de Río Hondo; y a partir de los 80 comenzó a gestarse el certificado de defunción del ferrocarril en gran parte del país, que se profundizó en los 90. Era el inicio de la debacle de El Bajo. La estocada final ocurrió en 1994, con la inauguración de la nueva terminal de ómnibus en un sector que debería haber pertenecido al parque 9 de Julio. Hoy El Bajo es víctima de usurpaciones, instalación desordenada de ambulantes y puestos improvisados, falta de higiene, propiedades ruinosas y una permanente sensación de inseguridad, sobre todo durante la noche.

En diciembre de 2005, por ordenanza, se volvió a impulsar la recuperación de El Bajo, dentro del Plan Estratégico Urbano Territorial de la Capital, durante la gestión del intendente Domingo Amaya.

En 2008, con el programa Renovación de Áreas Urbanas, la Municipalidad inició una nueva recuperación del barrio, pero otra vez ganó la frustración. El anuncio de la intendenta generó ilusiones, sobre todo porque confirmó que la revalorización de El Bajo continúa en la agenda oficial. La recuperación de ese barrio histórico debería ser una prioridad para este 2026, por el bien de la ciudad, de la imagen de la provincia y de la autoestima de todos los tucumanos.

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