TUCUMANO. Augusto Max es una pieza clave en el equipo del “Lobo” platense.
Gimnasia y Estudiantes volverán a verse las caras este lunes desde las 17 en el estadio Juan Carmelo Zerillo, en una semifinal del Clausura que promete tensión, urgencia y un marco imponente. El clásico de La Plata, siempre cargado de rivalidad y simbolismos, se reencuentra con un condimento singular: será un duelo de eliminación directa después de 11 años, con la gran final en el Estadio Madre de Ciudades como premio mayor.
El “Lobo” llega al choque con un presente futbolístico que transformó su ánimo y también sus expectativas. Apenas dos meses atrás, Gimnasia caía precisamente ante su eterno rival y se hundía en un panorama incierto, con la pelea por el descenso y una crisis institucional que opacaba cualquier ilusión. Sin embargo, desde aquella derrota reconstruyó su imagen con una firmeza inesperada: encadena cinco triunfos consecutivos y recibió apenas un gol en ese lapso, una racha que lo coloca entre los equipos de mejor rendimiento del torneo. En su recorrido hacia las semifinales, eliminó con autoridad a Unión y a Barracas Central.
Pese al impulso deportivo, el contexto extrafutbolístico continúa siendo una sombra inquietante. El plantel volvió a sufrir esta semana por la falta de pagos y no se entrenó por tercera vez en dos meses, una señal que expone las dificultades que atraviesa la institución. Fernando Zaniratto, su entrenador, buscó sostener la cohesión del grupo: acompañó a la Reserva, apoyó a los juveniles tras la derrota ante Boca y retomó los trabajos con el plantel profesional el viernes, cuando en Estancia Chica volvió la normalidad y empezó a definirse el posible once titular.
Del otro lado, Estudiantes transita un presente irregular, pero con una capacidad para reinventarse en los momentos límites que lo mantiene vivo. El “Pincha” cerró la fase regular con tres derrotas consecutivas y se metió en los playoffs desde el octavo lugar, una posición que lo obliga a jugar todo fuera de casa. Sin embargo, encontró un punto de quiebre emocional en la noche incómoda de Rosario: obligado a hacerle un pasillo al campeón, su plantel optó por recibir de espaldas a los jugadores de Central, un gesto que generó polémica pero que, puertas adentro, funcionó como chispa competitiva. Minutos después, lo venció en el Gigante de Arroyito y avanzó de fase. En cuartos de final superó a Central Córdoba en Santiago del Estero y selló su boleto a semifinales.
Para este cruce, el “León” no podrá contar con Guido Carrillo, quien cumplirá la última de sus cuatro fechas de suspensión. Aún así, el equipo buscará apoyarse en su carácter en partidos decisivos, un sello histórico que también aparece reflejado en el mano a mano: en duelos de eliminación directa, Estudiantes lidera 2-1.
Con el Bosque esperando un marco cercano a las 30.000 personas, el clásico llega con promesa de fiesta, tensión y un lugar en la final en juego. Para ambos, puede ser un partido que marque un antes y un después.







