Llegar a la edad de jubilarse es un momento de celebración, un cambio de etapa largamente esperado. Sin embargo, en la práctica, la pregunta que más se repite no es si van a jubilarse, sino ¿cuánto voy a cobrar? Y es aquí donde la gestión del expediente marca la diferencia entre un haber digno y uno que no refleja todo el esfuerzo de una vida de trabajo.
En esta columna quiero desmitificar la idea de que la jubilación es sólo un trámite y enfocarme en el corazón del beneficio para los trabajadores en relación de dependencia: la correcta liquidación del haber previsional.
El error más común: dejar el “cuánto” al azar. Mucha gente cree que sólo con presentar el DNI en Anses el sistema automáticamente les reconocerá cada año aportado y aplicará el mejor cálculo. ¡Grave error! El proceso de liquidación es complejo y requiere de una mirada experta para asegurar que el monto final sea el más alto posible. Para lograr la excelencia en el haber previsional, la gestión especializada se centra siempre en dos pilares fundamentales:
Pilar 1: “Alimentar” el expediente con pruebas irrefutables. Anses trabaja con la información que tiene cargada en sus sistemas (como la historia laboral). No obstante, es muy común que falten años de aportes, especialmente en trabajos antiguos, empresas que cerraron o períodos realmente trabajados y aportados, pero que no existen.
El trabajo del especialista es exhaustivo: No basta con lo que “parece” que está. Tenemos que ir a buscar, a armar y a acreditar cada año trabajado. Esto implica:
- reunir certificaciones de servicios (aunque la empresa ya no exista).
- presentar recibos de sueldo que demuestren el vínculo laboral.
- utilizar testigos, si es necesario, para probar períodos de empleo.
- recurrir a documentación supletoria en caso de inexistencia de prueba documental.
Si el trabajador no presenta esta documentación, simplemente esos años no serán considerados en la liquidación y el haber se verá reducido. Un expediente bien “alimentado” garantiza que el beneficio se calcule sobre la mayor cantidad de años aportados.
Pilar 2: La actualización de las últimas 120 remuneraciones. Este es, quizá, el secreto mejor guardado de la liquidación y la razón principal por la que una gestión profesional puede incrementar significativamente el haber del trabajador y futuro jubilado. Para calcular el promedio de remuneraciones, Anses toma la media de las últimas 120 remuneraciones brutas (es decir, los últimos 10 años) sujetas a aportes y contribuciones. ¿Cuál es la clave? Esas remuneraciones de hace cinco, ocho o 10 años, si no se actualizan correctamente, valen muy poco en pesos de hoy. El abogado/a previsionalista debe:
- recopilar con precisión las 120 remuneraciones brutas de los últimos 10 años de actividad.
- aplicar los Coeficientes de Actualización, los índices para cada período de modo de llevar esas remuneraciones antiguas a un valor real y actual. Solo al actualizar estas cifras con los coeficientes correctos, logramos que el promedio sea justo y refleje el verdadero poder adquisitivo que el trabajador tenía al momento de jubilarse.
La jubilación es un derecho, pero también una inversión. Invertir en una buena asesoría es asegurar el mejor retorno por el esfuerzo de toda su vida. No debemos conformarnos con la “jubilación mínima” si hemos trabajado y aportado muchos años y, con mayor razón, en el caso en que se tuvieron buenos sueldos. Un abogado/a especialista no sólo se ocupa del expediente y la gestión; se ocupa de la matemática previsional, que es el corazón del futuro ingreso y, en definitiva, el que acompañará al jubilado el resto de su vida.







