BAJA INVERSIÓN. De acuerdo a la demanda de obras de parte del sector productivo, el indicador podría mostrar relación con carencias estructurales.
El gran problema del siglo XXI
Distintos especialistas consultados coinciden en que la pobreza es el gran problema del siglo XXI en Argentina y la pobreza infantil su dimensión más brutal. Así se vio en un informe presentado en el programa Panorama Tucumano el martes 19 de agosto por el canal de streaming de LA GACETA, LG Play.
En esa ocasión mostramos una práctica preocupante que se consolida en los barrios populares: niños que tratan de subsanar necesidades por sus propios medios y a muy temprana edad, empujando escenas en las que, a los seis años, por ejemplo, buscan chatarra en basurales, la juntan y luego la venden para comprar golosinas en la escuela. Niños que juegan a trabajar: infancias que corren el riesgo de durar muy poco, arrastrando luego problemas de desarrollo y educación.
La sociedad del futuro
Hoy el 52,7% de los chicos argentinos son pobres, según datos del Indec correspondientes al segundo semestre de 2024. “La mitad de los niños y niñas de Argentina sufren carencias graves que, si no son atendidas con políticas de Estado acertadas y potentes, pueden generar un daño tremendo a la sociedad del futuro”, explica Federico Díaz Marino, director ejecutivo de la Fundación León, una organización no gubernamental que trabaja con personas, hogares y comunidades en situación de vulnerabilidad.
MERENDEROS. En los barrios populares se vive el lado más extremo de la problemática y las desigualdades se potencian, según los informes. LA GACETA / FOTO DE MATÍAS QUINTANA
Un “Plan Marshall”
El abordaje de la primera infancia es urgente e interpela cada vez más a los especialistas como una forma de resguardar no solo trayectorias de vida, sino también las posibilidades competitivas de la Argentina del futuro. Si bien los datos recientes muestran una tendencia descendente, tras el pico del 67% de pobreza infantil en el primer semestre de 2024, los expertos de la Fundación León, Unicef y el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, entre otros, insisten en la necesidad de abordar problemas estructurales y de desigualdad. “Necesitamos un gran ‘Plan Marshall criollo’ para la primera infancia”, subraya Julio Picabea, magíster en Políticas Públicas y director de Desarrollo Institucional de la Fundación León.
De lo contrario, aseguran, la Argentina enfrentará en las próximas décadas una fuerza laboral debilitada y atrapada en la pobreza estructural. “El desafío requiere consensos políticos y una intervención decidida del Estado y del sector privado para romper el círculo de exclusión que condena a millones de niños a una niñez sin infancia”, insiste Picabea.
¿Cómo terminar con la pobreza?
Sin embargo, además de las urgencias, desde hace décadas la Argentina enfrenta el desafío de encontrar una solución definitiva al problema. Los datos muestran que, en los años 90, el piso de pobreza alcanzó al 25% de la población. Ese nivel nunca volvió a perforarse. Actualmente, el número asciende al 38,1% de personas en situación de pobreza, según el Indec.
Crecimiento sostenido
“Hace tres décadas que nuestro país no logra reducir los niveles de pobreza; esto nos lleva a pensar que la Argentina, desde hace treinta años, enfrenta serios problemas de crecimiento”, infiere Florencia Correa Deza, directora ejecutiva del Laboratorio de Políticas Públicas para el Desarrollo Equitativo (Lapde), dependiente de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNT.
“A nivel mundial, es el fenómeno del crecimiento sostenido del PBI global el que explica, en gran parte, la reducción de la pobreza”, indica.
Estudio local
Los técnicos del Lapde comenzaron a preguntarse qué estaba ocurriendo en Tucumán con respecto al crecimiento. Apoyados en ese contexto nacional y en estudios internacionales que destacan la estrecha relación entre crecimiento económico y desarrollo, realizaron un estudio con enfoque local para elaborar un diagnóstico que permita nuevas lecturas sobre la situación de la provincia.
Este estudio se presentó en 2023 con datos recabados entre 2010 y 2022. Las proyecciones no han perdido vigencia por varias razones: se trata de una investigación de orden estructural y no coyuntural, por lo que no caduca en pocos años. Además, no se registraron cambios de envergadura en las variables consideradas. Los primeros resultados de los relevamientos que se están llevando a cabo en 2025 muestran las mismas tendencias, según indican los técnicos. El diagnóstico arroja datos preocupantes.
El diagnóstico de crecimiento
Florencia Correa Deza, integrante del Lapde, señala que, con base en esta investigación, la performance de Tucumán “no es buena en términos relativos respecto del resto de las provincias”. Así lo expone una de las conclusiones del informe: “Argentina tiene un problema de crecimiento reflejado en una caída del 8% del PIB per cápita en los últimos 10 años, pero los problemas de Tucumán exceden a los del país. Su mala performance se destaca entre las provincias argentinas y afecta otros indicadores de desarrollo”.
Aquí, la profesional cita tres variables clave que muestra el informe: Tucumán cuenta con el cuarto valor agregado bruto más bajo de la Argentina, el tercer salario privado registrado más bajo y el quinto índice de desarrollo humano más bajo del país.
Según infieren los técnicos, el problema del bajo valor agregado está relacionado con estructuras productivas muy especializadas, con industrias primarias o con concentraciones en sectores que no son los de mayor dinamismo a nivel global como lo son, por ejemplo, las economías del conocimiento. Todo esto podría tener un correlato en una menor diversificación.
El dato que muestra que Tucumán posee el tercer salario privado registrado más bajo podría estar indicando problemas en la estructura productiva y afectar el nivel de capital humano, de acuerdo con especialistas entrevistados.
El Índice de Desarrollo Humano (IDH), por otra parte, mide la calidad de vida a partir de tres dimensiones: ingresos, educación y salud. En Tucumán, con base en este informe del Lapde, la combinación entre bajos ingresos, dificultades educativas y sanitarias ubica a la provincia con el quinto IDH más bajo del país. Además, muestra una fuerte caída en los últimos años, lo que refleja un deterioro significativo en sus condiciones de desarrollo.
Los obstáculos para el crecimiento
En esta investigación se proyectaron los potenciales obstáculos para el crecimiento, presentados como “cuellos de botella” en el texto formal del informe. Se concluyó que las principales restricciones están asociadas a la baja infraestructura, los bajos niveles de capital humano, la alta presión fiscal y los bajos índices de calidad institucional. Si bien los técnicos sugieren evaluar estos datos con cuidado y atender a sus matices, insisten en la necesidad de prestarles atención al momento de priorizar políticas o dinámicas públicas y privadas.
Baja calidad institucional
Tucumán es la segunda provincia peor calificada según los índices de medición de calidad institucional. El dato debe evaluarse con prudencia, pero los profesionales explican que estos resultados se reflejan, por ejemplo, en los costos, los trámites y la cantidad de días necesarios para crear una empresa en la provincia, considerablemente más altos que en otras jurisdicciones.
Elevada presión fiscal
La elevada presión fiscal, la segunda más alta a nivel subnacional después de Misiones, podría estar indicando una limitación competitiva respecto del resto de las provincias si se la contrasta con los reclamos planteados por algunas pymes y comerciantes, explican los expertos.
BAJA INVERSIÓN. De acuerdo a la demanda de obras de parte del sector productivo, el indicador podría mostrar relación con carencias estructurales.
Escasa inversión en infraestructura
Otro punto es que Tucumán es la segunda provincia del país que destina la menor proporción de su gasto público a infraestructura, según el diagnóstico. Esto contrasta con estudios sectoriales realizados también por el Lapde, que muestran que algunos productores perciben serios problemas de competitividad vinculados a la falta de obras y servicios. “Lo que podría estar indicando que tenemos carencias estructurales graves que coexisten con una baja inversión provincial”, explica Correa Deza.
ALARMANTE. El dato sorprende, según los técnicos, habiendo sido históricamente el centro neurálgico de las universidades en la región.
Bajos niveles de capital humano
Pero quizás el punto más crítico del estudio sea el relacionado con el bajo nivel de capital humano. “Los trabajadores tucumanos presentan el segundo menor promedio de años de educación del país”, explica Beatriz Álvarez, licenciada en Economía y doctora en Historia Económica, también integrante del directorio del Lapde. El informe muestra que Tucumán tiene un promedio de 10,87 años de educación entre sus trabajadores, una cifra incluso menor a los 14 años de escolaridad obligatoria.
ALARMANTE. El dato sorprende, según los técnicos, habiendo sido históricamente el centro neurálgico de las universidades en la región.
La sorpresa para la sociedad tucumana
El dato es alarmante porque los bajos niveles de capital humano inciden en las posibilidades de generar valor y en el perfil competitivo de una sociedad, en un mundo que demanda cada vez más habilidades y herramientas. “El dato suele ser una sorpresa para la sociedad tucumana”, explica Álvarez. “No es lo que nuestra sociedad espera, habiendo sido históricamente el centro neurálgico de las universidades en la región y contando con tantas instituciones vinculadas a la investigación y al desarrollo”.
La profesional remarca que este es uno de los casos en los que se reflejan los elevados niveles de desigualdad en la provincia: “Tenemos un grupo de población altamente calificada -personas con carreras universitarias, posgrados o doctorados- que es muy pequeño en relación con el resto de la fuerza laboral”.
Desigualdad y fuga cerebros
Y continúa: “En la desigual distribución del capital humano influyen varios aspectos. Uno de ellos es la emigración, la fuga de cerebros: universitarios que se gradúan en la provincia y eligen migrar porque la oferta productiva no los contiene”.
Otro informe de mediciones estructurales del Lapde, publicado en junio de 2022 y referido al mapa del mercado laboral tucumano, señala que el 42% de los tucumanos de entre 25 y 64 años no tiene el secundario completo. Entonces surge una pregunta urgente: ¿puede agravarse el futuro de Tucumán, de aquí a 15 o 20 años, si no se atienden los problemas de desigualdad que afectan el desarrollo y la educación en las infancias pobres? ¿Cómo podría impactar eso en un capital humano ya deteriorado, según muestran los datos?
La dimensión productiva
“Las carencias y las necesidades alimentarias de los chicos repercuten en su futuro y en el de toda la población. Tienen una vinculación dinámica muy estrecha con los niveles de desarrollo: van a impactar, sí o sí, en la fuerza productiva de aquí a 20 años”, afirma Álvarez. Los especialistas sostienen que todos los poderes del Estado, acompañados por el sector privado, deben comenzar urgentemente a intervenir a largo plazo y dar prioridad a esas políticas de forma sostenida.
“A esa sensibilidad que naturalmente nos interpela ante la pobreza infantil hay que agregarle la importancia de medirla en términos de eficiencia y de desarrollo productivo futuro”, explica Álvarez. “Las políticas vinculadas a paliar la pobreza y las infancias vulnerables suelen pensarse desde una perspectiva asistencialista y de desarrollo social. A eso hay que sumarle la dimensión productiva de la problemática, no para despojarnos de sensibilidad, sino para comprender toda la magnitud de la situación y darle la prioridad que merece”, subraya la especialista.








