IDENTIFICADO. El imputado era conocido por haber robado en el barrio
Un ladrón fue sentenciado a cuatro años y siete meses de prisión efectiva por haber ingresado a robar en las viviendas de dos de sus vecinas, que vivían a metros del acusado, por la calle Inca Garcilaso al 700. Una de las mujeres fue víctima del imputado en cuatro oportunidades y con pocos días de diferencia entre cada robo. El hombre asumió su culpabilidad y fue condenado mediante un juicio abreviado.
La Unidad Fiscal de Robos y Hurtos II, dirigida por el fiscal Ernesto Salas López, llevó adelante la investigación y reunió las pruebas necesarias para sostener la acusación en contra de Mario Enrique Andrada. En una audiencia realizada ayer, el auxiliar de fiscal, Alejandro Andole, explicó que el imputado fue autor de cinco hechos ocurridos entre abril y mayo de este año.
Acusación
El primer episodio fue el 16 de abril. Según la teoría fiscal, R.M estaba durmiendo en su casa cuando, alrededor de las 5, Andrada abrió una de las ventanas de su vivienda, introdujo una parte de su torso y luego rompió los soportes del barral de la cortina, se apoderó de esta y escapó. Cinco días después, a las 5.30, aproximadamente, el acusado se presentó nuevamente al domicilio de R.M y, empleando un palo, intentó sustraer una cámara de seguridad que estaba instalada en la fachada del inmueble. Como estaba protegida por una jaula, no logró su cometido.
No conforme, el 8 de mayo, minutos antes de las 4.30, Andrada se acercó por tercera vez a la casa de R.M., trepó las rejas que daban hacia la calle, caminó por la tapia e intentó sustraer las cámaras de seguridad instaladas en la zona lateral de la vivienda. En esta oportunidad, la víctima sorprendió al imputado manipulando los aparatos, quien la amenazó a ella y a su madre con un cuchillo. Una vez que la alarma se activó, el hombre huyó del lugar. Horas más tarde, a las 7, Andrada regresó, forcejeó el basurero instalado en la vereda de la vivienda, hasta arrancarlo y fugarse.
El quinto episodio ocurrió el 8 de mayo. El imputado se aprovechó de que su vecina S.R.J se había ido a trabajar y, pasadas las 7.50, trepó la reja de acceso a la vivienda, caminó por el techo hasta descender en el jardín trasero. Una vez allí ingresó a la dependencia de servicio que estaba sin llaves y sustrajo una minipimer y una batidora. Posteriormete huyó por los techos pero fue aprehendido por el personal de la Patrulla Motorizada a pocos metros.
Para justificar la acusación, Andole enumeró las evidencias reunidas, entre las cuales mencionó los testimonios directos de las víctimas, quienes manifestaron ubicar al imputado y dijeron que era conocido por sus hechos delictivos en el barrio. La prueba clave fueron los videos de las cámaras de seguridad que registraron lo sucedido.
Acto seguido presentó un convenio de juicio abreviado, firmado por el MPF, las víctimas, el imputado y su defensora oficial Delfina Romano. En el mismo, Andrada admitió su participación y aceptó la calificación legal propuesta: robo simple (dos hechos), tentativa de robo simple, tentativa de robo agravado por ser cometido con arma, robo simple y tentativa de hurto agravado por escalamiento. La pena acordada fue de cuatro años y siete meses de prisión efectiva, teniendo en cuenta que el imputado contaba con antecedentes.
El juez Guido Buldurini resolvió homologar el acuerdo y condenar a Andrada a la pena propuesta.









