Federico Paz, el pintor encargado del asado en la previa de Atlético Tucumán en el Picódromo

Hinchas de Atlético coparon el Picódromo, un predio a la vera de la ruta 9 en Santiago del Estero, para alentar al equipo en la previa del duelo con Boca por Copa Argentina.

Federico Paz hizo el asado para sus amigos de San Pablo. Federico Paz hizo el asado para sus amigos de San Pablo. DIEGO ARÁOZ/LA GACETA

A la vera de la ruta 9, en las afueras de Santiago del Estero, el Picódromo -un lugar destinado para las picadas de autos y motos- se convirtió en una pequeña sucursal del Monumental. Banderas, parlantes, humo de asado y cumbia de fondo. Entre todos los hinchas de Atlético que coparon ese terreno, Federico Paz sobresale con la sonrisa de quien está donde quiere estar. Viajó desde San Pablo, con su banda de amigos, para ver al “Decano” en el duelo contra Boca por los 16avos de final de la Copa Argentina, y ahora es el encargado del asado.

“Hace años que venimos haciendo estas locuras”, dice Federico, que trabaja como pintor de obra. Aunque el partido se juega entre semana, no dudó en pedir permiso en su trabajo. “Mi patrón es de Atlético también, así que me apoyó y me dio el ok para faltar”, cuenta. “Siempre que juega el ‘Deca’, yo tengo que estar”.

Federico es parte de la banda paulistana, una de las tantas agrupaciones que surgen alrededor del amor por Atlético. En esta ocasión viajaron seis, aunque suelen ser más. Se organizaron como siempre: con plata justa, la conservadora para el asado y muchas ganas. Calcula que el gasto total, con entradas y comida, rondó los $100.000.

“El Picódromo no estaba en los planes”, admite. “Íbamos a ir a otro lado, a una peña, pero la Policía nos desvió para este lugar. Y bueno, acá estamos todos”.

Federico ama hacer el asado. “No hay truco. Solo prender el fuego, tirar la carne y que marche”, dice entre risas. Y aunque no lo diga con palabras grandes, se nota que su vida gira en torno al “Decano”. “Por Atlético he mentido que estaba enfermo para faltar al laburo. Me he peleado con mi mujer. Pero no lo puedo explicar. Es una locura”, confiesa.

Y mientras espera el partido, con la camiseta bien puesta y una gaseosa en la mano, lanza su deseo: “Que sea lo que Dios quiera… pero ojalá Dios quiera que volvamos a Tucumán con una alegría”.

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