Hubo un tiempo en que ir a la cancha de visitante era prácticamente una ceremonia. Significaba levantarse temprano un domingo por la mañana, ponerse la camiseta, desayunar un café cargado de ansiedad, contar los segundos hasta un almuerzo apurado y salir con el viejo charlando de fútbol y de lo que podía pasar en el partido.
Ir a la cancha de visitante era encontrarse con amigos, sacar la entrada a los empujones y llegar temprano para evitar los amontonamientos de último momento. Era ser forastero con orgullo; caminar por una ciudad (o un barrio) ajena y sentir que ese día, durante 90 minutos, esa cancha también era tuya.
Pero en nuestro bendito país, ese en el que muchas cosas no siempre tienen explicación, durante más de una década todo eso estuvo prohibido. La tribuna visitante fue primero una víctima, después un hueco, y finalmente una ausencia aceptada; sí, una herida normalizada.
Desde el 11 de junio de 2013, cuando Javier “Zurdo” Gerez, un hincha de Lanús, cayó asesinado por una bala que aparentemente había salido de un arma policial en La Plata, el fútbol argentino empezó a jugar partidos incompletos. Como si alguien le hubiera arrancado una página a la historia; y como si el que no haya visitantes era el remedio para muchas cosas que aún siguen igual de mal que en ese entonces.
Pero este sábado, Rosario Central llevó 6.500 hinchas a “La Fortaleza” de Lanús y River copó Córdoba con 20.000 almas en el “Mario Kempes”. No fueron hinchas camuflados en ese absurdo mote de “neutrales”, no. Esta vez pudieron ir rememorando viejos y gloriosos momentos. Y no fue un detalle menor; no fue sólo una noticia. Fue, acaso, un intento de reencontrarnos con lo que alguna vez fuimos.
Claro que nada vuelve igual y esta parece que no será la excepción. La AFA junto con el Gobierno pusieron en marcha un plan (que sonó más de una vez en esta última década) que tiene como objetivo que los hinchas visitantes puedan ir todos los fines de semana a cancha del equipo contrario. Parece ser como un revivir tiempos lejanos, pero no todo será igual.
La idea que tienen en la casa madre de nuestro fútbol es modificar algunos aspectos para evitar momentos complicados que puedan hacer dar marcha atrás con la medida. Por eso ahora las entradas serán nominales, los clubes deberán pedir permiso, las cámaras vigilarán desde cada rincón, y la seguridad privada crecerá como un nuevo actor del negocio. Detrás del anuncio con fuegos artificiales que dieron en el predio de Ezeiza, con Claudio Tapia en el centro de la escena, hay política. Y mucha.
El presidente de la AFA, ese dirigente que logró construir poder en un país en el que casi todo se rompe, entendió el valor simbólico de devolverle al hincha el derecho a viajar; de ir de visitante, de recobrar ese folclore que parecía extinguido. Rodeado de oficialistas y de opositores (desde Axel Kicillof a Karina Milei y de Gonzalo Belloso a Nicolás Russo) “Chiqui” se mueve como nadie en la cornisa.
El buen andar de la Scaloneta le dio legitimidad cuando el fin de su era parecía sellado. Ahora la dirigencia le entrega el micrófono y él, en la foto, aparece como el hombre que devuelve “la fiesta”; como ese mesías que llega para entregar lo que el pueblo futbolero estaba esperando con ansias.
Suspicacias
Pero claro, no todo lo que brilla es oro. Menos en el fútbol argentino, en donde las suspicacias están a la orden del día y en el que todos dudan hasta del ladero más fiel. Por eso, la pregunta es incómoda y necesaria. ¿Será este un regreso para todos o solamente lo disfrutarán algunos? ¿Podrá el hincha “decano”, por ejemplo, visitar la casa de Deportivo Riestra? ¿Y el de Belgrano podrá darse el gusto de conocer el nuevo y coqueto estadio Claudio Tapia de Barracas Central? ¿O esto es un experimento controlado, reservado para clubes amigos, para estadios con condiciones y con negocios previamente acordados y tribunas que no incomoden?
Porque está más claro que el agua que en donde hay fútbol, también hay dinero y negocios. Y la reapertura de los visitantes no sólo reconfigura las tribunas, sino que también reactiva operativos, fortalece empresas de seguridad privada, alimenta sistemas como Tribuna Segura y abre puertas a un mercado en disputa. Tapia lo sabe; el Estado también. Lo que ayer se prohibía en nombre de la violencia, hoy se habilita con la promesa de control.
Mientras tanto, los hinchas (los genuinos, los de verdad, los que están siempre) miran de reojo. Algunos se ilusionan con volver a compartir el ritual con sus hijos como alguna vez lo hicieron con sus padres; pero otros dudan porque aprendieron que en el fútbol argentino todo puede ser efímero: los campeonatos, las reglas, las promesas y también el regreso de los visitantes a las tribunas de nuestra tierra.
Volver a ser visitante no debería ser un privilegio, ni una excepción administrada desde un escritorio. Debería ser un derecho, un gesto de confianza, una forma de reconstruir lo que el miedo rompió.
El fútbol no es sólo un deporte; es memoria, es pertenencia y también es territorio. Y durante 12 años nos dijeron que una parte de esa memoria era peligrosa. Que amar a un club lejos de casa podía ser una amenaza, que alentar al equipo de tus amores en otro estadio era sinónimo de violencia.
Porque durante todos esos años nadie combatió a las mafias que habitan en las tribunas, nadie fue capaz de “limpiar” a las barras. Nadie fue capaz de proteger al hincha común; sólo tuvieron la “buena” idea de dejarlo afuera.
Ahora, con discursos reciclados y fotos en redes, intentan restaurar el folclore. Bienvenido sea, pero que no quede únicamente como una postal de campaña.
Que no sea una puesta en escena con fecha de vencimiento, que no nos vendan fiesta cuando el sonido aún es de eco.
Porque el fútbol argentino necesita tribunas llenas, con colores distintos, con cantos cruzados, con banderas que viajan, con padres, hijos, abuelos y amigos en el “tablón”. Con gente que vuelva a soñar con cantar y festejar en cancha ajena sin temor a posibles inconvenientes. Porque el fútbol sin visitantes es apenas una mitad y a eso lo sentimos en el alma durante más de una década.








