“No tengo con quién festejar”: cuando el Día del Amigo se vive con incomodidad

El 20 de julio es una fecha de celebración, que también expone vínculos que ya no están y genera presión sobre quienes tienen dificultades para hacer amistades.

DÍA DEL AMIGO SIN FESTEJO. El 20 de julio presenta un lado B: el de quienes no quieren ni tienen vínculos de amistad. / UNSPLASH DÍA DEL AMIGO SIN FESTEJO. El 20 de julio presenta un lado B: el de quienes no quieren ni tienen vínculos de amistad. / UNSPLASH

A Aristóteles se le atribuye la idea de que la amistad es una sola alma que habita en dos cuerpos. Pero, ¿qué pasa cuando ese lazo no existe o no se sostiene en el tiempo? Mientras el Día del Amigo se presenta como una fecha de afectos y celebración, también puede despertar incomodidad, tristeza o directamente rechazo. Porque no todas las personas tienen con quién brindar, ni todas las historias de amistad duran para siempre. Esta situación es más frecuente de la que se cree: por algo películas aptas para todo público tan actuales como "Elio", y "Lilo y Stitch" cuentan la historia de niños que se sienten "sapos de otro pozo", y añoran amigos que los comprendan.

Hay quienes crecieron sintiéndose parte de un grupo, pero, con los años, se fueron alejando. Otros nunca se sintieron la "mejor amiga" de alguien y hay también quienes hoy prefieren no festejar. No se trata de dramatizar, sino de reconocer que esa experiencia existe y también merece ser nombrada. En una era que sobrevalora la conexión constante, la decisión de no celebrar puede ser una forma de autocuidado. El silencio, la introspección y la elección de no forzar vínculos también son formas válidas de habitar este día.

No estar invitado también es parte de crecer

"En la secundaria tenía un grupo con el que hacíamos todo juntos. Nos veíamos los fines de semana; salíamos y hablábamos a diario. Pero con el tiempo eso se fue desarmando y hoy ya ni chateamos por WhatsApp. A veces me cuesta asumir que ya no somos amigos, que no me invitan a nada. Y, cuando llega el 20 de julio, prefiero no abrir Instagram", cuenta Julián Mercado, que tiene 31 años y trabaja mientras termina sus estudios.

Historias como la de él son más comunes de lo que se cree. Las amistades, como cualquier vínculo, tienen etapas. Y aunque se suele romantizar la idea del "grupo de toda la vida", la realidad muestra algo distinto: los ciclos cambian y los afectos también.

A veces, el problema no es perder amigos, sino nunca haber sentido una pertenencia real. "Siempre tuve amigas del cole, pero nunca una mejor amiga. Cuando nos juntábamos yo estaba, pero sabía que no era la favorita de nadie. Lo sigo sintiendo. Y ya no me esfuerzo en fingir otra cosa. El Día del Amigo me resulta raro porque me recuerda eso, que estuve, pero no era parte del centro", relata Camila Costas, de 27 años.

Ese sentimiento de no estar del todo incluido también puede darse en la etapa universitaria. Facundo Serrano, de 24, cuenta que al terminar la secundaria se distanció de sus amigos y que, si bien en la Facultad se llevó bien con sus compañeros, nunca generó amistades profundas. "Los veo todos los días, nos llevamos bien, pero no los invitaría a mi cumpleaños. No hay vínculo más allá del cursado. Cuando llega este día, pienso que no tengo con quién celebrarlo y tampoco siento la necesidad", refiere.

Festejar o no festejar: una elección válida

Sofía Aguilar, de 29 años, también tomó distancia de la celebración. "Cuando era chica tenía amigas. Pero después vinieron otras prioridades: una hija, trabajo y estudio nocturno. No tengo tiempo ni energía para sostener amistades. Y, cuando llega esta fecha, agradezco no sentirme obligada a cumplir con nada. No me siento sola, pero tampoco necesito celebrar", explica.

Para algunos, como Valentina Liverti, de 20 años, la soledad nunca fue un drama: "nunca tuve un grupo. En la escuela era más bien callada. Me costaba acercarme a los demás. Hoy tengo buena onda con algunos del terciario, pero no los considero amigos. Y no me molesta. No festejo porque no hay nada que festejar. Y no me hace falta".

El Día del Amigo no es una obligación. Para muchas personas, es sólo una fecha en el calendario y sentirse ajeno a ella no es un problema, sino una realidad. La amistad puede ser eso que se construye lentamente o que se deja atrás sin drama. No estar en el centro de una mesa larga, no tener un regalo y no recibir un saludo no hace menos a nadie. Y elegir no celebrar también está bien.

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