Javier Milei. ARCHIVO
Gustavo Córdoba
Director de Zuban Córdoba y Asociados
Las actitudes imperiales no suman. Son momentos en los que se necesitan consensos. Los escenarios electorales se modifican. Ahora bien, ¿qué pasaría si La Libertad Avanza empata con el PJ en distritos claves? El gobierno del presidente Javier Milei juega al límite con la economía. El jefe de Estado y su equipo económico avanza, de una manera rígida, con su programa ultraideológico, pero la realidad cotidiana no da para eso.
La sociedad argentina lo eligió como un cambio a la vieja manera de hacer política. La pregunta que me haría, en ese sentido, es si Milei sigue siendo un cambio o, por el contrario, se ha constituido en un riesgo. En la actualidad, el mandatario tiene un ventaja: la oposición está en otra cosa. Independientemente de eso, la Casa Rosada está llegando tarde, políticamente hablando. Da la sensación de que le falta mejorar los tiempos. Un ejemplo de eso es la conducta que exhibió cuando confirmaron la condena a Cristina Fernández de Kirchner y le dieron prisión domiciliaria por la causa Vialidad. La Corte Suprema de Justicia sorprendió al Poder Ejecutivo. Milei había elegido a ella como su principal contrincante electoral y tuvieron luego que rediseñar la estrategia, porque no fue como lo planearon originalmente.
En el medio de esta puja, el Partido Justicialista mostró más unidad que la desunión que caraterizó a esa fuera, incluso antes del triunfo de Milei, en 2023
El futuro para Milei se presentará más complejo si sigue peleándose con los gobernadores. Ellos son la única fuente de poder que tiene el control del Congreso Nacional, en caso de unificar sus fuerzas. De ser así, le controlarán la gestión a Milei.
Los mandatarios provinciales tratan de no mostrarse con el Presidente. No quieren arriesgarse a ser insultados por él. Los equilibrios no existen en ese sentido. El libertario juega a imponer. Y los gobernadores han demostrado ser maestros en el equilibrio en los 18 meses de mandato de Milei, tanto en roles dialoguistas como enfrentados a la Casa Rosada. Pero ninguno sacó los pies del plato.
Un antes y un después
La foto que se sacaron en el CFI, con 23 gobernadores presentes, marcó un antes y un después. Fue un momento bisagra en el que los mandatarios provinciales entendieron que pueden ejercer el poder. Es la primera vez desde 2001 que no tienen una estructura nacional por encima de ellos. En aquel momento, eran 21 peronistas sobre 24 distritos; hoy llegan a cinco, y nadie los controla.
Otro factor a tener en cuenta es que la mayoría de los gobernadores tiene poco rodaje en la gestión. Uno puede pensar que Gerardo Zamora, Gildo Insfrán, Hugo Passallacqua o Alberto Weretilneck tienen cierto expertise. El resto parecía dócil pero, en realidad, estaba adquiriendo experiencia. La cumbre del CFI los envalentonó. El Gobierno nacional intenta disciplinarlos, pero las provincias entendieron que pueden ponerle ciertos límites. Esa es la puja que se viene, “cuanto más me das, más te doy”, al menos hasta 2027.









