PROYECTO DE LEY. En Dinamarca quieren que cada persona tenga derechos legales sobre su rostro, su voz y su cuerpo frente al avance de los "deepfakes". / GOOGLE
Las fotos que ves en tus redes, los videos en los que hablás y hasta los audios que mandás podrían estar siendo usados por otros sin tu permiso. En internet, donde los contenidos se copian, editan y multiplican en segundos, la idea de tener control sobre tu propia identidad se vuelve cada vez más difícil.
Por eso en Dinamarca avanza una propuesta de ley que quiere cambiar esa lógica: si se aprueba, cualquier persona podrá tener derechos de autor sobre su cuerpo, su voz y su rostro. La intención es clara: frenar la producción y distribución de deepfakes, esos videos o audios falsos que imitan a personas reales con una precisión casi perfecta.
El copyright como forma de defensa digital
El proyecto modificaría la legislación de derechos de autor de Dinamarca, y le otorgaría a cada persona el copyright automático sobre su imagen, su voz y su cuerpo. La iniciativa es promovida por el ministro de Cultura, Jakob Engel-Schmidt, y cuenta con un respaldo político amplio: nueve de cada 10 legisladores manifestaron su apoyo. El texto será enviado al Parlamento entre septiembre y noviembre, y, si se aprueba, podría entrar en vigencia antes de 2026.
El objetivo central de la reforma es regular el uso no autorizado de identidades personales en la creación de contenidos generados por inteligencia artificial. En otras palabras, busca que nadie pueda subir, compartir o monetizar deepfakes de otra persona sin haber conseguido su permiso.
Una respuesta al boom de los deepfakes
Los deepfakes se volvieron cada vez más realistas y accesibles. Con una app y algunas fotos hoy se puede generar un video donde una persona aparentemente dice algo que nunca dijo, o protagoniza escenas que jamás ocurrieron. El riesgo crece cuando estas falsificaciones se usan para burlas, pornografía no consensuada, campañas políticas o estafas. Dinamarca no quiere esperar a que el problema se agrave más: su proyecto de ley define este tipo de contenidos como "representaciones digitales hiperrealistas de una persona" y apunta a sancionar su uso sin consentimiento.
Si se aprueba, las plataformas que alojen deepfakes no autorizados tendrán la obligación de bajarlos inmediatamente, con una pena de multas económicas. Además, la persona afectada podrá reclamar la compensación si el uso de su imagen o voz le causó un perjuicio concreto. La ley incluirá excepciones para el humor, la parodia y la sátira, de modo que no interfiera con la libertad de expresión ni con contenidos artísticos o críticos.
Qué cambiaría para los usuarios de redes sociales
Aunque la ley todavía no fue aprobada, marca un precedente importante en la discusión sobre derechos digitales. Para quienes comparten contenido a diario, generan videos, hacen streams o simplemente publican fotos con amigos, esta medida abre la posibilidad de tener un marco legal que los respalde si alguien toma su imagen sin permiso. Ya no se trataría sólo de reclamar ante una red social: sería un derecho legal con peso propio.
La norma podría generar un efecto contagio: desde Dinamarca, se espera que otras legislaciones europeas adopten medidas similares. Como parte de su presidencia rotativa en el Consejo de la Unión Europea, el país nórdico quiere que este modelo de copyright personal se extienda a toda la región. Y, si eso ocurre, se abre una puerta para que Latinoamérica y el resto del mundo también empiecen a discutir algo parecido.
La discusión que viene
Durante el verano europeo, la propuesta será sometida a consulta pública, donde ciudadanos, académicos, empresas tecnológicas y organizaciones podrán dar su opinión. Luego, en otoño, se debatirá en el Parlamento danés. El proceso se seguirá de cerca puesto que el uso de inteligencia artificial en la generación de contenido plantea cada vez más preguntas éticas y jurídicas.
Para la sociedad digital, esta ley representa un paso más en la protección de la autonomía e identidad de sus miembros en internet. En algunas partes parece no estar lejos el futuro donde las personas puedan decidir quién usa su cara y su voz, y en qué condiciones.







