Los guardianes del orden de Atlético Tucumán

Marcelo Albrecht y Mario Quiroga fueron los encargados de la utilería en el búnker en Buenos Aires.

Mario Quiroga y Marcelo Albrecht. Mario Quiroga y Marcelo Albrecht. Benjamín Papaterra/LA GACETA.

Juntan los botines, los limpian y los guardan en cajones con rueditas. Recogen las pelotas, las meten en bolsas y las cargan en la trafic. Levantan la ropa sucia, la llevan al lavadero y luego la acomodan en la puerta de las habitaciones. La rutina de los utileros no se detiene nunca. Marcelo Albrecht y Mario Quiroga son el engranaje silencioso de la pretemporada de Atlético. Siempre están: son los primeros en levantarse y los últimos en irse del complejo. Su tarea es clara y constante: tener todo listo para los futbolistas del “Decano”.

La jornada arranca a las seis de la mañana. Doblan cada muda de ropa y la distribuyen frente a cada puerta, en orden, según el número de camiseta. Después del desayuno, preparan los materiales -cinta, elásticos, pinches, pelotas, pecheras- y esperan la llegada de la trafic de utilería. “Siempre llegamos antes que los jugadores, que vienen más tarde en el micro”, explica Marcelo.

Durante la práctica, los utileros se ubican a un costado de la cancha para alcanzar las pelotas que salen del campo. Cuando el entrenamiento termina, todo vuelve a empezar: recolectan la ropa, los botines y los materiales, y dejan todo ordenado.

Para afrontar la exigencia de la pretemporada, cada jugador cuenta con tres mudas completas: tres remeras, tres shorts, tres calzas, tres pares de medias, tres buzos y tres pantalones largos. “Lo hacemos así porque, si no, no alcanza el tiempo para lavar, secar y volver a repartir. Se ensucia una muda y ya tenés que tener otra lista”, cuenta Albrecht.

La ropa se lava en un lavadero ubicado a unas 15 cuadras del hotel Continental.
“Al no estar en Tucumán, tenés que improvisar muchas cosas. Hay que lavar botines, zapatillas… y estar atentos a los horarios del lavadero. Si se atrasan, se complica porque los jugadores se quedan sin ropa”, explica.

En el hotel, el club acondicionó un salón para que funcione como utilería.
“Estamos todo el tiempo improvisando para que todo esté lo más ordenado y funcional posible”, cierra Marcelo.

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