La cancha de Lanús tiene aulas debajo de las tribunas. Benjamín Papaterra/LA GACETA.
LA GACETA en Buenos Aires
En el fútbol, la “escuela de tablones” siempre estuvo asociada al corazón de la tribuna. No hacía falta inscripción ni boletines. Solo estar ahí, gritar, alentar, entender que el club es mucho más que 11 tipos en la cancha vistiendo la camiseta. Muchas barras bravas hicieron de esa expresión su bandera: una manera de justificar los famosos “códigos” de las hinchadas, detrás de los cuales, muchas veces, se ocultan hechos de violencia y conflicto.
Pero en La Fortaleza, el estadio de Lanús, la “escuela de tablones” es literal. Y no se detiene ni siquiera cuando el plantel profesional juega un amistoso. Eso sucedió en el reciente cotejo frente a Atlético: la vida institucional del club no se interrumpió por un duelo de Primera.
Debajo de las gradas de cemento pintado de granate hay aulas en las que estudian alumnos del nivel terciario. No son demasiado espaciosas, pero llaman la atención: en un sitio acostumbrado a los gritos y a la euforia, también se respira concentración y aprendizaje. Una rareza hermosa.
“Disculpe, ¿por dónde se ingresa al estadio?”, fue la pregunta que este enviado especial lanzó luego de haber ingresado por error a un aula, y que desató algunas carcajadas entre los alumnos y la docente. Claro, la tonada delató al instante que se trataba de un visitante desorientado.
El proyecto educativo no es una novedad dentro de los clubes porteños. Muchos apuestan por la educación como parte de su compromiso social. En el caso de Lanús, el Complejo Educativo comenzó a gestarse en marzo de 2006 y abarca los niveles Inicial, Primario, Secundario y Terciario. Por eso, no sorprende que los alumnos se crucen con frecuencia con los protagonistas de cada domingo en el playón de estacionamiento.
El uniforme también llama la atención: remera blanca con el escudo del club y abrigos granates. Como si la identidad del equipo se llevara también en los cuadernos.
Algunos niños, incluso, aparecen con artículos deportivos bajo el brazo. Porque, aunque el fútbol sea la disciplina principal, en Lanús también se practican básquet, vóley, handball, hockey, judo, atletismo, natación y gimnasia artística, entre otras actividades que se distribuyen en las 27 hectáreas que ocupa el polideportivo. Una extensión que permite perderse y que define, con claridad, qué es un club social y un modelo para el resto de la sociedad.
Es la definición más clara de una ciudad deportiva. Porque, como toda ciudad, tiene entre sus prioridades a la educación. Y Lanús, la cumple.
Ojalá, alguna vez, este modelo también se traslade a Tucumán. ¡Viva la Escuela de Tablones de Lanús!






