Villa Crespo se despertó con un grito silencioso, el eco de una tragedia que heló la sangre: una familia entera, padres e hijos, hallados muertos en su departamento de la calle Aguirre. La escena, un macabro rompecabezas de dolor y misterio, fue descubierta por la empleada doméstica, quien se topó con la puerta cerrada y un silencio sepulcral que presagiaba lo peor.
Adrián Seltzer, 53 años, reconocido experto en el mercado de granos, yacía sin vida en su cama, un cuchillo empuñado como una última, desesperada defensa o una confesión final. A su alrededor, el horror se multiplicaba: su esposa, Laura Leguizamón, de 51 años, encontrada en el baño; sus hijos, Ian, de 15 años, e Ivo, de tan solo 12 años, dispersos por la vivienda, cada uno un testamento mudo de la brutalidad que se había desatado en la madrugada.
La empleada, con la llave en la mano, había llegado al departamento alrededor de las 13.30, sin imaginar el infierno que aguardaba tras la puerta. La cerradura intacta, un detalle escalofriante que apunta a un drama puertas adentro, un desenlace fatal urdido en la intimidad del hogar.
Un fratricida drama familiar
Ahora, la Policía de la Ciudad, con la División Homicidios a la cabeza y la fiscalía N°5 a cargo de César Troncoso, intentan desentrañar el laberinto de este crimen. La principal hipótesis: un fratricida drama familiar, un abismo de locura y desesperación que llevó a un hombre a aniquilar a su propia sangre.
Adrián Seltzer, consultor de Granar SA, reconocido en el mundo de los negocios agrícolas, deja tras de sí una estela de preguntas sin respuesta. ¿Qué demonios lo atormentaban? ¿Qué oscuros secretos se escondían tras la fachada de una familia aparentemente normal?
Los cuerpos, trasladados a la morgue judicial, hablarán a través de la autopsia, para revelar la hora exacta de la muerte y, quizás, algún indicio que ilumine la verdad detrás de esta masacre. Mientras tanto, Villa Crespo llora, y el fantasma de la violencia intrafamiliar se cierne sobre la ciudad.