"Mátate, amor" y la depresión posparto: "Es una oscuridad que necesita ser nombrada y tratada con seriedad”

La novela de Ariana Harwicz puso palabras a un estado emocional muchas veces silenciado. Especialistas cuentan cómo se vive y se sobrevive a una maternidad que no encaja con el ideal feliz.

EN NÚMEROS. Este trastorno puede afectar al 20% de las mujeres luego del parto EN NÚMEROS. Este trastorno puede afectar al 20% de las mujeres luego del parto

"¿Cómo es que yo, una mujer débil y enfermiza que sueña con un cuchillo en la mano, era la madre y la esposa de esos dos individuos? ¿Qué iba a hacer?"

Con frases tan filosas como perturbadoras, la protagonista de “Matate, amor”, la primera novela de Ariana Harwicz, encarna el costado más silenciado de la maternidad. Lejos del ideal romántico de la madre feliz y realizada, la protagonista se sumerge en una vorágine emocional que la consume. Esa voz, feroz y honesta, interpela a  mirar de frente un tema del que poco se habla: la depresión posparto.

Aunque muchas mujeres atraviesan el puerperio con lágrimas, cansancio y confusión, hay ocasiones en las que el malestar va más allá. La depresión posparto es un trastorno del estado de ánimo que puede aparecer tras los primeros días, semanas o incluso meses del nacimiento de un bebé. No se trata de una “tristeza pasajera” ni de una falta de amor por el hijo, es una condición médica que requiere atención.

 “Si me preguntás hoy qué es la depresión postparto, te diría que es algo que nos atraviesa a todas las mujeres que fuimos madres. Lo que cambia es que algunas sí tuvimos contención, información, y herramientas para afrontarla”, expresó Rocío Barrionuevo, puericultora. En su voz se mezclan la experiencia profesional y la empatía de quien ha escuchado -y vivido- historias que duelen.

Más allá de las hormonas

La licenciada Sofía Casella, jefa de la Unidad de Salud Mental del Instituto de Maternidad Nuestra Señora de las Mercedes, remarcó que este trastorno psicopatológico puede afectar hasta el 20% de las mujeres luego del parto. “Puede aparecer desde las dos semanas hasta el primer año. Hay síntomas como tristeza profunda, insomnio, lentitud en el pensamiento, sentimiento de culpa e incluso dificultad para vincularse con el bebé”, detalló.

No obstante, advirtió, no debe confundirse con el llamado baby blues, una tristeza pasajera que afecta hasta al 85% de las madres y suele desaparecer en dos semanas sin intervención.

Es que Casella remarcó que el parto, aunque es algo biológicamente natural, puede vivirse como un evento traumático. “Complicaciones obstétricas, pérdidas anteriores, partos prematuros o no deseados pueden suspender el proceso psicoafectivo de la maternidad, conocido como ‘maternaje’. Y eso influye directamente en la salud mental materna”, indicó.

Cuerpos que paren, psiquis que tambalean

El puerperio no sólo es físico. “El nacimiento puede detonar heridas anteriores, mandatos sociales no resueltos o una falta de deseo real de maternar”, mencionó Barrionuevo por su lado, y agregó: “He acompañado a mujeres que sentían que todo lo hacían mal. ‘Mi leche no lo llena’, ‘no lo estoy cuidando bien’, ‘siento que no puedo’, repiten. Hay un miedo paralizante, una pérdida de confianza brutal”.

Por ejemplo, una conocida de esta puericultora, atravesó una depresión postparto severa. “Ella veía todo negro. Lo único que recuerda haber hecho con su bebé es cambiarle los pañales. Esa era la única conexión que tenía con él”. Desde afuera, a veces, parece una falta de voluntad. Desde adentro, es un infierno. “Y lo vemos recién cuando nace el bebé, pero eso ya viene gestándose”, dice la puericultora.

En todo este este contexto, ninguna minimización colabora. “Frases como ‘disfrutá que tu bebé está sano’ o ‘ya se te va a pasar’ invalidan lo que esa mujer está sintiendo. Es una oscuridad que necesita ser nombrada y tratada con seriedad”, insistió Barrionuevo.

Acompañar no es sólo estar

¿Qué puede hacer la familia o la pareja? Mucho. “La red de apoyo es fundamental para detectar síntomas y ayudar a que la mujer se sienta contenida”, señaló Casella.

Pero el acompañamiento debe ser también profesional, con especialistas formados en psicología. “Este acompañamiento, tanto en la etapa prenatal como en el puerperio, puede ser determinante para una mujer”, refirió la licenciada, al tiempo que agregó que este espacio de diálogo con un especialista puede traducirse en que la paciente pueda sentirse contenida y escuchada.

En ese sentido aclaró que en el caso de depresión posparto, se vuelve  necesario también que se realice una evaluación para diagnosticar si el cuadro necesita a su vez un tratamiento psicofarmacológico.

Romper el silencio, romper el mito

Los mitos pesan: que la maternidad es natural, que toda mujer quiere ser madre, que el amor maternal es instantáneo. “No es así. El vínculo con el hijo se construye. Incluso,  a veces eso no pasa como nos dijeron que debía pasar”, comentó Casella.

Y quizás por eso todavía cuesta hablarlo. “Tenemos mandatos sociales muy fuertes, y en provincias como la nuestra, aún más. A veces se naturaliza en vez de visibilizar. Decir ‘a todas nos pasa’ es peligroso. Cada historia es única y decir eso es invalidar”, sumó Barrionuevo.

No obstante, algo está cambiando. “Hoy hay libros, series, materiales con mirada profesional, que muestran la realidad como es”, enfatizó la puericultora.

“Ya no es más rosita, ya no es más hermoso. Es crudo y chocante también. Y me parece que quizás es por ahí. Necesitamos también esos choques y esos golpes de realidad, para dejar de idealizar ciertos estados de la persona y generar conciencia”, subrayó

La depresión postparto no se resuelve solo en lo íntimo del hogar. Requiere una sociedad que deje de mirar a las madres como si fueran máquinas de cuidado. Porque, como en “Matate, amor”, cada historia que se cuenta ayuda a romper el silencio. Y cada mirada empática es un paso más para que ninguna madre tenga que parir también sola su sufrimiento.

"Nadie llora a la desgraciada con los brazos picados y el ardor de una vida opaca".

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