El Rompecabezas de Federico van Mameren: la muerte de Mujica y el espejo incómodo de la política argentina

En su editorial, el periodista evocó la figura del expresidente uruguayo y marcó las contradicciones de la política argentina.

13 Mayo 2025

“La muerte dura segundos”, dijo Federico van Mameren en el inicio de su editorial en el programa Panorama Tucumano, transmitido por LG Play. Y con esa frase abrió un recorrido emotivo, pero también filoso, sobre el fallecimiento de José Mujica, el expresidente uruguayo que durante décadas marcó un estilo singular en la política de América Latina.

Van Mameren describió cómo la noticia de una muerte sacude a una redacción por un instante, hasta que se transforma en tarea periodística. Pero esta vez, advirtió, no se trataba de cualquier muerte. “Murió un político al que no le importaba la plata”, repitió con énfasis. Murió, dijo, un político que hacía lo que decía, que pedía disculpas, que respetaba a sus rivales, que reconocía sus errores. “Murió un político que cambió”.

En un país acostumbrado a la sospecha permanente sobre la clase dirigente, el periodista resaltó esas virtudes como algo extraordinario, como si se tratara de rarezas. “Qué feo tener que subrayar estas cosas que deberían ser comunes”, lamentó. “Murió un político que era coherente”.

Van Mameren eligió una de las frases más recordadas de Mujica: “La libertad es tener tiempo para hacer lo que nos motiva”, y la contrapuso con la actualidad argentina. El editorial se tornó entonces en una crítica directa a las estructuras políticas del país. Sin nombrarlo, apuntó a un sistema donde la ética parece depender de un llamado telefónico.

Recordó el episodio en el que Néstor Kirchner, mediante una llamada, ordenó cambiar la designación de un vocal de la Corte Suprema en Tucumán. La Legislatura, sumisa, obedeció. Lo mismo, afirmó, ocurrió recientemente con el proyecto Ficha Limpia: “¿Hace falta una ley para no votar a delincuentes?”, se preguntó con ironía.

“El papelón del Congreso es propio de políticos incoherentes”, disparó, y usó ese ejemplo para profundizar la distancia entre la política uruguaya –encarnada en Mujica– y la argentina. Evocó incluso el gesto final del expresidente uruguayo, cuando junto a su histórico rival Julio María Sanguinetti, ambos enemigos políticos de toda la vida, decidieron retirarse de la vida pública en una sesión conjunta del Parlamento. “Políticos sinceros, compañeros de cruzada al fin”, subrayó.

En contraposición, pintó un retrato despiadado de la política local: “Miranda inventó a Alperovich, después pelearon. Alperovich inventó a Manzur, después pelearon. Manzur impulsó a Jaldo, después también pelearon”. Y así, dijo, se define hoy la política argentina: no por ideas, ni por proyectos, sino por peleas por el poder.

Van Mameren concluyó que lo que murió con Mujica es algo más que una persona: murió una forma de hacer política que parece extinguirse. Una política de convicciones, de respeto, de humanidad.

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