Elecciones papales en la historia: muertes, milagros y champagne en el Vaticano

A lo largo de los siglos, la elección de un nuevo papa ha estado marcada por episodios insólitos: desde palomas que señalaban al elegido hasta cónclaves que duraron años entre encierros, hambre y corrupción. Esta es una mirada a las elecciones más curiosas en la historia de la Iglesia. ¿Querés que lo adapte a un tono más informal o más académico?

Elecciones papales en la historia: muertes, milagros y champagne en el Vaticano Elecciones papales en la historia: muertes, milagros y champagne en el Vaticano
05 Mayo 2025

Elegir a un nuevo papa nunca fue un proceso sencillo. Aunque hoy los cardenales se hospedan en cómodas habitaciones dentro del Vaticano, y votan bajo el fresco de la Capilla Sixtina, no siempre fue así. A lo largo de los siglos, las elecciones papales fueron marcadas por encierros forzados, supersticiones, sobornos, huelgas de hambre e incluso muertes.

Desde este miércoles, los cardenales menores de 80 años se reunirán en cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco. Lo harán con reglas claras, en condiciones dignas y bajo estricta confidencialidad. Pero su tarea contrasta fuertemente con la de sus predecesores.

Una paloma blanca y una aclamación divina

En el año 236, según el historiador Eusebio, una paloma blanca se posó sobre la cabeza de Fabián, un espectador presente durante la deliberación sobre quién debía ser el nuevo líder de los cristianos. Aquel gesto fue interpretado como señal divina, y Fabián fue proclamado papa en el acto. Su pontificado terminó de forma trágica: el emperador Decio lo persiguió y ejecutó.

Votos comprados y nombres cambiados

La corrupción también ha teñido los procesos papales. En 532, tras la muerte de Bonifacio II, el clero romano manipuló las votaciones con sobornos a funcionarios y senadores. El elegido, un sacerdote llamado Mercurio, cambió su nombre a Juan II, evitando así que un papa tuviera el nombre de un dios pagano.

A partir de 1059, con la reforma del papa Nicolás II, el poder exclusivo de elegir al pontífice pasó a los cardenales, en un intento de limpiar el proceso.

Cónclaves medievales: encierros, hambre y muerte

La palabra “cónclave” proviene del latín cum clave, que significa “bajo llave”. Y eso fue literal en el siglo XIII. En 1241, ante la lentitud de la elección, los cardenales fueron encerrados en un edificio ruinoso sin atención médica ni limpieza. Solo después de que uno muriera y los romanos amenazaran con desenterrar el cadáver, se alcanzó una decisión: Goffredo Castiglioni fue nombrado Celestino IV.

Aún más dramático fue el cónclave tras la muerte de Clemente IV en 1268. Duró casi tres años. Los habitantes de Viterbo, hartos de esperar, retiraron el techo del edificio para presionar a los cardenales. La táctica funcionó: en 1271, Teobaldo Visconti fue elegido como Gregorio X.

Elecciones papales en la historia: muertes, milagros y champagne en el Vaticano

Reformas, raciones y catres

Gregorio X, testigo directo del caos, impuso nuevas normas: si no se elegía papa en tres días, la comida se reducía a un solo plato. Pasados cinco días, solo se servirían pan, agua y vino.

Hasta el siglo XX, los cardenales dormían en catres dentro de cubículos improvisados, con un baño cada diez personas. En 1978, el sofocante calor del verano romano provocó una revuelta: se exigió abrir las ventanas del salón clausurado. Ese año, Juan Pablo II decidió construir la actual Residencia de Santa Marta.

Curiosidades modernas

Aunque hoy la elección es más rápida y ordenada, los detalles pintorescos persisten. En 1978, tras ser elegido, Juan Pablo II celebró con champán y canciones polacas. En 2005, Benedicto XVI hizo lo propio con una cena y música.

No todos los cardenales quieren ser papa. Albino Luciani, Juan Pablo I, apenas asumió el pontificado, exclamó: “¡Que Dios les perdone por lo que han hecho!”. Murió 33 días después.

Y aunque cualquier hombre bautizado puede ser elegido papa, el último en lograrlo sin ser cardenal fue Bartolomeo Prignano en 1378, elegido como Urbano VI.

Un proceso cada vez más corto

Desde el siglo XIX, los cónclaves han ido acortándose. El último prolongado fue en 1831, con 50 días de deliberación. En 1922, Pío XI fue elegido en cinco días. Benedicto XVI y Francisco fueron elegidos en solo dos jornadas, en 2005 y 2013 respectivamente.

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