NOCHEBUENA. Las mesas fueron armadas en la calle para celebrar “Una Navidad Diferente” y los asistentes disfrutaron de la cena. la gaceta / fotos de diego araoz
En la calle, la esperanza puede parecer un lujo inalcanzable. Pero en opinión de Cristian Alberto Monje, es lo que lo mantiene en pie. A pesar de enfrentar numerosas dificultades, entre ellas, enfermedades graves, el estar lejos de su familia y la pérdida de su esposa, sigue adelante con determinación y optimismo siendo su historia un ejemplo para no rendirnos. Ayer se realizó la décima edición de “Una Navidad Diferente”, una cena solidaria en la que asistieron entre 1.000 y 1.500 personas en situación de calle y vulnerabilidad en la que pudimos conocer un poco sobre de su vida.
Entre las personas que asistieron al evento se encontraba Monje, un hombre de 39 años, oriundo de Río Grande, Tierra del Fuego. Era empleado en transporte de caudales y valores y tras un accidente laboral tuvo que verse obligado a dejar de trabajar cobrando una jubilación mínima.
En 2017 le diagnosticaron tuberculosis meníngea, tuberculosis ganglionar y tuberculosis intestinal, los médicos no le daban más de dos días de vida pero sin embargo, pudo salir adelante con tratamientos y medicamentos. Su esposa falleció debido a la leucemia, quedando sólo con dos hijos, a quienes tuvo que dejar hace cinco meses en Tierra del Fuego con su madre para venir a Tucumán tras recomendación de su médico y poder ser operado debido a una osteonecrosis de rodilla. Estando acá tuvo que dormir cuatro días en el hospital esperando poder conseguir un turno y ser atendido, sin embargo, no le pudieron dar una solución y le recomendaron utilizar silla de ruedas para poder moverse pero, debido a su falta de recursos, sólo está utilizando muletas, poniendo en riesgo su salud.
DETALLES. Estos pesebres formaban parte de los centros de mesa.
Cristian fue asaltado hace una semana, le robaron su celular y su billetera por lo que ahora está incomunicado con su familia y tampoco consigue reunir el dinero para los pasajes y así poder volver a su hogar, de forma que ahora está viviendo en situación de calle. “Antes era soberbio, prepotente, me llevaba el mundo por delante, que es algo que estoy trabajando en mí para cambiar, que decía yo puedo. Tuve mi auto, mi casa, mis hijos, mi mujer y Dios me quitó la soberbia, Dios me quitó de la manera más terrible la soberbia”, afirmó.
Actualmente está siendo hospedado en el albergue “El Andén”, donde puede pasar la noche, durante la mañana visita el hogar “María Belén” donde va a almorzar y realizar distintas actividades recreativas. Pasado el mediodía se dirige a la terminal de ómnibus a esperar hasta para poder ingresar nuevamente al albergue. Pasa todo su día trasladándose de un lugar a otro apoyándose en sus muletas: “Lo único que me calma el dolor es fumar, no sé si es psicológico pero es lo único que me calma el dolor, los pies los tengo reventados, todo el día caminando, no descanso bien porque no duermo bien, no se lo recomiendo a nadie”. Cristian cuenta que al albergue entran a las 21 y deben salir a las 7, por lo que anda la mayor parte del día en la calle.
CLIMA. Los asistentes tuvieron que soportar la lluvia por momentos.
Llegó a “Una Navidad Diferente” gracias a personas que conoció en la calle y quienes le hicieron compañía en esta navidad. Su mayor deseo es poder volver a su hogar y reunirse con su familia, quienes son su mayor sostén para seguir adelante. A todas aquellas personas que enfrentan un momento difícil les aconseja “Que nunca se den por vencidos, que siempre la peleen porque el día que se mueran no la van a pelear más y tienen que dar siempre el ejemplo de no drogarse, no tomar alcohol o si toman siempre háganlo con conciencia, no es para agarrar un auto y salir a la ruta, porque he visto muchísimos accidentes y la droga te hace perder el control, te hace ser cualquier delincuente, es cometer cualquier delito”, indicó.
En un momento de la noche, el arzobispo de Tucumán, monseñor Carlos Sánchez, tomó la palabra para celebrar la misa, Cristian escuchaba atento. Tenía que ver con su historia. “Que el Señor los ilumine, los llene de su gracia de su amor y paz. Que el Niño Dios nos inunde con su alegría y misericordia y que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre cada una de las familias tucumanas”, dijo Sánchez, minutos antes.
ESPERANZADO. Pese a los problemas. Cristian Monje es optimista.
“Un platito de comida”
Rosa Amanda Banega, una mujer de 77 años que actualmente está jubilada, también asistió a esta cena solidaria en busca de pasar una navidad acompañada. Tiene tres hermanos de los cuales dos se encuentran enfermos. Se casó a los 51 años con un hombre de 25, oriundo de La Rioja, por lo que ella se mudó allí. Estuvieron casados cuatro años, pero su esposo la dejó cuando supo que no podía quedar embarazada, al poco tiempo Rosa se enteró de que su esposo tenía una doble vida, estaba con otra mujer con la que tuvo tres hijos por lo que ella, en su desesperación por dejarlo y volver a Tucumán, tuvo que vender su moto con la que se movilizaba para poder pagarle al chofer de un camión de verduras y así poder regresar. Desde entonces no volvió a saber más nada de él.
AGRADECIDA. Rosa Amanda Banega valora este tipo de eventos.
Antes de su jubilación trabajó en la Legislatura, con Gumersindo Parajón; y tras el fallecimiento de este debió dejar el trabajo. También es costurera, por lo que de vez en cuando realiza ese tipo de trabajos para poder generar al menos algo de ingresos.
Vive con 10 perros, que son su mayor apoyo. Sin embargo comenta que con el sueldo de la jubilación no le alcanza para costearse la comida y los medicamentos, por lo que tiene que recurrir a comedores para poder alimentarse. “La jubilación es muy triste, me han venido $15.000 de agua y $25.000 de luz cuando hace dos meses que no tengo luz. Porque tengo que cambiar los cables de la casa y me cuesta mucha plata. Estoy con la heladera desenchufada desde hace dos meses. Ya no sé hasta dónde voy a llegar con esta situación”, lamentó.
Banega tiene muchos problemas de salud. Solo para nombrar algunos: ella ya no escucha por uno de sus oídos y no tiene los recursos necesarios para poder ser tratada y costear sus medicamentos que debería estar tomando. “Con lo poco que estamos cobrando de jubilación no nos alcanza. Yo le pediría a (el presidente, Javier) Milei, que nos siga dando los medicamentos, que reaccione con la gente que está muy enferma porque obviamente también queremos seguir teniendo medicamentos”, señaló.
La mujer espera para esta navidad poder sentirse acompañada de gente buena y humilde. También espera poder tener una cena tranquila en la que no deba preocuparse por su alimentación. “La felicidad más grande es toda la gente muy humilde que van a estar acá con nosotros, gente buena. Esa es la felicidad más grande, que vamos a tener un platito de comida”, dijo.







