Cómo saber si un bulto en el cuello puede convertirse en cáncer de tiroides

Cómo saber si un bulto en el cuello puede convertirse en cáncer de tiroides

Ante la aparición de alguno de estos nódulos, se recomienda asistir a una consulta médica lo antes posible para tratar la enfermedad a tiempo.

Cómo saber si un bulto en el cuello puede convertirse en cáncer de tiroides Cómo saber si un bulto en el cuello puede convertirse en cáncer de tiroides (Tua Saude)
29 Abril 2024

Según los profesionales de la salud, la aparición de pequeños bultos en el cuello puede ser indicio de problemas de tiroides y si bien en un 95% son benignos, los expertos recomiendan no dejar pasar tiempo y asistir a una consulta médica lo antes posible.

Desde la Asociación Americana del Tiroides (ATA) recuerdan que la tiroides es una glándula con forma de mariposa, que suele ubicarse en la parte delantera del cuello. Sus funciones, según describe, son formar las hormonas tiroideas, volcarlas al torrente sanguíneo y entregarlas a todos los tejidos del cuerpo. "Éstas ayudan al cuerpo a utilizar energía, mantener la temperatura corporal y a que el cerebro, el corazón, los músculos y otros órganos funcionen normalmente", detalla.

"Aunque la gran mayoría de los nódulos tiroideos son benignos (no cancerosos), una pequeña proporción de estos nódulos sí contienen cáncer de tiroides. La mayoría de los nódulos de tiroides necesitan algún tipo de evaluación para diagnosticar y tratar el cáncer de tiroides en estadios tempranos", afirma.

Nódulos tiroideos, unos bultos que no deben pasarse por alto

Los nódulos tiroideos son bultos que se forman en la glándula tiroidea pero no suelen impedir que la tiroides funcione correctamente. Esto explicaría por qué más de la mitad de la población tiene nódulos tiroideos pero no lo sabe hasta que no se palpa el cuello o se realiza una prueba de imagen.

Con una detección en aumento en las últimas décadas, que la Sociedad Española de Radiología Vascular e Intervencionista (Servei) asocia al incremento en la realización de pruebas diagnósticas como ecografías o tomografías computarizadas, se calcula que la probabilidad de malignidad es del 4-7%, que la prevalencia del cáncer de tiroides es del 1,2% y que, en general, son de baja agresividad y buen pronóstico.

Con una incidencia que aumenta con la edad, sobre todo a partir de los 40 años, se desconocen las causas. En ocasiones se relacionan con la deficiencia de yodo, un nutriente necesario para producir hormonas. También se sabe que un factor de riesgo mayor puede ser la presencia de nódulos en varios miembros de la familia, así como el número de embarazos -cuantos más embarazos, más número de nódulos-.

Cómo saber si un bulto en el cuello puede convertirse en cáncer de tiroides (Alimmenta)

Síntomas de los nódulos tiroideos

La mayoría de los nódulos tiroideos son asintomáticos y benignos. Como ya hemos comentado, se suelen descubrir durante un examen físico de rutina o pruebas de imagen, aunque en ocasiones la persona puede notar un bulto en el cuello.

Si bien no suelen modificar la función tiroidea normal, en algunos casos pueden ir asociados a hipotiroidismo -déficit de función tiroidea- o a hipertiroidismo -exceso de función tiroidea-.

Es poco común que causen dolor en el cuello, la mandíbula o el oído. Pero si son muy grandes puede ocurrir que ejerzan presión en la vía respiratoria o el esófago, y entonces sí que se puede hablar de síntomas como dificultad para respirar, tragar o sensación de cosquilleo en la garganta.

En los pocos casos en los que el nódulo invade el nervio que controla las cuerdas vocales puede causar ronquera.

Qué tratamientos son necesarios en los nódulos tiroideos

No siempre será necesario tratar los nódulos, solo si el especialista lo determina. En caso de que así sea, la mayoría de las veces será quirúrgico, tiroidectomía total o parcial. Pueden usarse técnicas mínimamente invasivas como la enolización en los nódulos quísticos y la  termoablación en los nódulos sólidos.

En muchos casos será necesario hacer un seguimiento de los nódulos tiroideos, con la realización de ecografías tiroideas periódicas, para controlar que no crezcan o aparezcan nuevos con particularidades sospechosas.

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