La inflación es una mancha de aceite

La inflación es una mancha de aceite

La inflación es una mancha de aceite

La gran alza del IPC en diciembre de 2023 era esperada. La irresponsabilidad fiscal y monetaria, característica del gobierno de los Fernández-Massa, se paga. Javier Milei la presenta como un logro de su gestión pues, sostiene, iba para mucho más. Tal vez para concientizar sobre el ajuste, tal vez para que el dato se tome con alivio.

También dice que la inflación acompañará por mucho tiempo aun haciendo todo bien para reducirla. ¿Por qué? Primero porque no hay nada instantáneo en economía. Y segundo porque ciertos fenómenos, pese a su base esencialmente sencilla (emisión de dinero a un ritmo mayor que el crecimiento de la economía real), son tan complejos que tanto su activación como su desactivación llevan bastante tiempo.

El proceso habitual en Argentina comienza con el gobierno pidiendo prestado al Banco Central para cubrir su déficit fiscal. El Poder Ejecutivo usa el dinero para pagar sus deudas y quienes lo reciben lo gastan, presentándose un pequeño aumento de las demandas por los bienes y servicios que consumen. A su vez, quienes los proveen usarán el dinero para demandar en otros mercados o tal vez en los mismos que sus clientes pero de bienes distintos a los que ellos ofrecen (ser demandante u oferente es una característica de comportamiento, no de persona). Y quienes reciban dinero en esta tercera etapa gastarán a su vez en otros o los mismos mercados, y así.

Si el gobierno repite el comportamiento habrá nueva emisión fluyendo por los mercados, aunque no necesariamente del mismo modo que antes, dependerá de cuán satisfechas estén las necesidades de quienes reciben el dinero. Son pequeños aumentos de demanda que, si se reitera la emisión mes a mes, se van acumulando, y una oleada de pagos no habrá completado su circuito cuando el gobierno ya esté de nuevo pidiendo prestado al BCRA. Mientras tanto, es posible que en algún momento algunos empresarios vean que no pueden atender la mayor demanda y suban un poco los precios. Si la emisión continúa serán cada vez más, aunque cada uno a un ritmo diferente que los demás. El dinero se extenderá como el aceite, de manera irregular y persistente, dejando tras de sí una mancha de precios cada vez mayores.

También es posible que en algunos momentos haya empresarios que piensen que sus productos son relativamente más demandados que los otros y no sólo produzcan un poco más sino que contraten más empleados. Sin embargo, a medida que las oleadas de dinero se propaguen se notará que la oferta no alcanza a satisfacer la mayor demanda y la característica pasa a ser el aumento de los precios, no de las cantidades, simplemente porque la producción no puede seguir el ritmo de la emisión. Incluso, como las subas de precios alcanzan a los factores productivos, se despedirá a quienes habían sido contratados adicionalmente (parte del sino de la curva de Phillips del corto al largo plazo). Así, la emisión continua de dinero que al principio pareció mover el sistema económico termina siendo sólo inflacionaria. ¿Cuánto demora la emisión en impactar el IPC? Antes de la cuarentena eran entre uno y dos años.

Podría ser menos. Si aumenta la desconfianza en el dinero las personas se desprenderán de él más rápido que antes en cada mercado (caída en la demanda por dinero, o aumento de la velocidad de circulación) y el efecto en los precios aparecerá antes y aumentado. Peor si la expectativa es muy negativa, porque entonces los precios aumentarán ante la sola noticia de que la emisión perdura.

¿Cómo se termina esto? Dejando de emitir. Y ocurrirá la inversa de lo descripto antes. Habrá un aumento menor de las demandas en los diferentes mercados según ingrese menos dinero que antes. Pero seguirá moviéndose, en las etapas no terminadas que respondían a las emisiones anteriores y por lo tanto los precios seguirán subiendo. El dinero no se corta de golpe en todos los mercados. Deja de llegar del gobierno pero sigue circulando el pagado meses antes y aumentando entonces las demandas y los precios. De a poco girará menos dinero, mes a mes, ocurriendo aumentos cada vez menores de demanda hasta que los incrementos de precios sean cada vez menores en los diferentes mercados y sea notorio en el promedio. Este proceso, si es espejo del anterior, podría demorar entre uno y dos años. La emisión electoral de 2023 seguirá pesando todo 2024.

Pero también sería teóricamente posible abreviarlo subiendo la tasa de interés para sacar dinero en todos los mercados al disminuir la emisión bancaria vía crédito. De manera similar, la confianza en un plan económico integral, con medidas de fondo, aumentaría la demanda por dinero y disminuiría la velocidad de circulación. Tal vez sea un poco más complicado que con la suba porque los precios de insumos y factores productivos están altos, pero factible si éstos se estabilizaran.

¿Cómo van las cosas al respecto? Flojas. La imprescindible readecuación de precios relativos incrementa el IPC; no es lo mismo que inflación pero igual afecta el bolsillo y es decepcionante. El BCRA bajó la tasa de interés en vez de subirla porque la acumulación de intereses del Banco, pasivos remunerados mediante, representaba un peligro mayúsculo. La emisión de dinero apenas se frenó porque no fueron cortados los gastos que lo demandan; por ejemplo, los subsidios a los servicios públicos continuarán hasta que pasen las audiencias y comience la suba de tarifas, y las empresas públicas seguirán deficitarias hasta que sean mejoradas o privatizadas.

No se avanza más rápido porque hay procesos legales que cumplir, entre otros la aprobación de leyes por el Congreso y éste recién comenzó su trabajo. Y los instrumentos elegidos por el gobierno no aportan mucho a la confianza, como un DNU en casos que no lo justifican.

Entonces, aunque el camino planteado sea el correcto, bajar la inflación requiere que se concreten las conductas para comenzar a transitarlo. Es complicado limpiar el aceite derramado.

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