Sin viento de cola, los emprendedores tucumanos crecen y se multiplican

Sin viento de cola, los emprendedores tucumanos crecen y se multiplican

Durante 2023, LA GACETA publicó 40 historias sobre proyectos que corroboran el poder de la voluntad de trabajo y de la innovación.

PARA TODOS LOS TALLES. Luisina Neme, la creadora de Luisina Vestidos, en uno de sus locales. LA GACETA/FOTO DE DIEGO ARÁOZ PARA TODOS LOS TALLES. Luisina Neme, la creadora de Luisina Vestidos, en uno de sus locales. LA GACETA/FOTO DE DIEGO ARÁOZ

Si usted, improbable lector, necesita un baño de esperanza para cerrar 2023, vaya y busque a un emprendedor todoterreno de Tucumán, y pídale que le cuente su historia, propósitos y sueños. La evidencia acumulada desde que LA GACETA inauguró el espacio “Cultura Emprendedora” indica que se trata de un sector en expansión, es decir, que cada vez hay más gente dispuesta a tomar el riesgo de probar el producto o servicio que ideó, aunque ello implique sacrificar “un ingreso seguro” e incrementar la incertidumbre. Los datos acreditan también que ese empuje es contagioso. Entonces, nada mejor que acabar este año interminable con un soplo de la inspiración que destilan los emprendedores, que lanzan sus proyectos, aunque no cese el viento de frente que les exige remar y remar.

Sólo en los 12 meses que pasaron, LA GACETA publicó 40 historias de emprendimientos vinculados de alguna forma a Tucumán que se destacan por su deseo de “hacer la diferencia” mediante el ofrecimiento de una solución innovadora. Estas iniciativas tienen la peculiaridad de enfocarse en un problema contemporáneo. Hay necesidades de toda clase: la diferencia es que, mientras el resto de la humanidad ve una dificultad y se paraliza, los emprendedores vislumbran la oportunidad de resolverla y se activan en pos de esa meta.

JUNTO AL REY DE ESPAÑA. Los fundadores de Untech, Alberto Ramos Vernieri y Rubén Salim Brovia. JUNTO AL REY DE ESPAÑA. Los fundadores de Untech, Alberto Ramos Vernieri y Rubén Salim Brovia.

Por ejemplo y tras detectar cuán inaccesible era usar un vestido distinto en cada fiesta, Luisina Neme inició su proyecto de alquiler de indumentaria, que luego amplió al segmento de las novias y quinceañeras. Cuando la pandemia hizo su entrada y se pararon en seco las reuniones sociales, Neme y su equipo de Luisina Vestidos viraron hacia algo que ya venían observando: la imposibilidad de acceder a prendas de talles grandes. Así nació Tienda de Pantalones. Una operación semejante permitió a Noelia Scavarda crear Cururú, el proyecto que aporta soluciones para los requerimientos de los bebés. Si se tira del hilo de Cururú se llega al carpintero Alejandro Fanlo y a Tamañoficio, su iniciativa para enseñar esas habilidades -desde costura hasta cerámica- que hacen falta para reparar los desperfectos del mundo.

En otro rubro y en otra escala, algo parecido a lo de Neme, Scavarda y Fanlo le ocurrió a Alberto Ramos Vernieri cuando dimensionó cuán incómodo era vivir con heridas crónicas. Este científico tucumano se metió en el laboratorio y desarrolló un medicamento que, gracias a la sociedad con Rubén Salim Brovia, ya consiguió nacionalidad global y llegó a la fase de las pruebas clínicas en personas. Untech, la compañía que cofundaron Ramos Vernieri y Salim Brovia, lleva casi una década empeñada en brindar una sanación de fondo a pacientes habituados a las llagas. Y, después de superar contratiempos inimaginables, están más cerca de conseguirlo.

Casos como los mencionados son apenas una muestra de lo que la cultura emprendedora es capaz de lograr. Hacedores de negocios -y creadores de empleo- que avanzan contra los pronósticos negativos, a menudo sin contar para nada con los gobiernos, hubo siempre, como demuestra la historia de Hugo Bellos, el creador de la librería comercial Todolandia. “El secreto del progreso es cumplir”, resumió este emprendedor jubilado que, sin embargo, sigue yendo al local del microcentro de San Miguel de Tucumán “a dar una mano”.

Lo novedoso es el efecto de la digitalización, que derriba barreras geográficas y facilita la colaboración. Es la corriente expresada por una organización como la Unión Argentina de Jóvenes Empresarios (Unaje), que este año no sólo se atuvo al intercambio de experiencias innovadoras, sino que también apoyó al Servicio de Oncología Infantil del Hospital de Niños y, además, plantó al menos 1.000 árboles autóctonos en el parque de La Hoya (o La Olla) de Yerba Buena.

Los emprendedores vinculados a la provincia están formando redes de aprendizaje y beneficio mutuo, y, además, llevando la delantera en el plano de lo que se conoce como el triple impacto social, económico y ambiental. Los nuevos negocios que se están creando al amparo de esta premisa procuran una forma de justicia que llama la atención en un medio tan corroído por la inequidad. Ese camino de desarrollo con sostenibilidad, transparencia, integración y bienestar laboral está siendo transitado por emprendimientos múltiples en este mismo momento y mientras usted, abrumado lector, intenta pasar de la manera más rápida -e indolora- posible a 2024.

Hay esperanza en los emprendedores de Tucumán porque no se dan por vencidos, aunque el entorno sea tan adverso. Con ética, y, por ejemplo, precios más o menos estables, el liderazgo emprendedor puede hacer una contribución significativa para la tan añorada prosperidad general.

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