La gran estafa kirchnerista

“La gran estafa” es la conocida película de 2001 que narra el robo de la bóveda donde se atesoran los caudales de tres casinos de Las Vegas. El lugar es inexpugnable. Pero en el filme de Steven Soderbergh el engaño podrá más que la certeza.

Más allá del carisma de las “estrellas” del reparto (Julia Roberts, George Clooney, Brad Pitt, Andy García, Matt Damon), el largometraje gira en torno de un grupo de delincuentes que forman una asociación ilícita para perpetrar el atraco. El método es de película: todo consiste en un simulacro.

El desenlace ocurre cuando el gerente de los casinos, desde el centro de controles, observa por las cámaras que la bóveda ha sido tomada por asalto. Los delincuentes ofrecen un trato: sólo se llevarán la mitad del dinero. Como hay seguro contra robos, es negocio para todos y -pretenden- nadie pierde. Pero el administrador llama a la Policía y se detonan explosivos que hacen volar lo que quedaba de los dólares… supuestamente. Porque, en realidad, nada de eso estaba ocurriendo. Los ladrones habían construido una réplica de la bóveda y estaban transmitiendo imágenes de ese montaje. Luego, ellos mismos arriban disfrazados como un equipo de SWAT y concretan el saqueo. Así que los que venían a poner orden y a salvar la situación eran los que iban a llevárselo todo.

En términos simbólicos, esa y no otra es la película, y la gran estafa, que el kirchnerismo perpetró acabadamente con los Yacimientos Petrolíferos Fiscales.

Luz…

Gracias a las decisiones de los gobiernos kirchneristas, los argentinos terminaremos pagando cuatro veces lo que, en verdad, vale YPF. Hoy, con el dólar de “Contado con Liquidación” flotando un poco por encima de los $ 700 (es el que usan las empresas argentinas para dolarizar sus carteras y está casi “empatado” con el dólar “blue”), la petrolera nacional tiene un valor de unos 5.300 millones de dólares. Cuando en la segunda Presidencia de Cristina Kirchner se expropió la mitad más uno de las acciones a Repsol, se indemnizó a los capitales españoles con $ 5.000 millones de dólares. Ahí pagamos por medio YPF el equivalente a todo YPF. Ahora, al fondo “buitre” Burford, por un paquete minoritario de acciones, hay que pagarle otros 16.000 millones de dólares, a partir de un fallo judicial en los Estados Unidos. O sea, pagaremos por un tercio de YPF el triple de lo que vale YPF.

Ese solo hecho ya configura una estafa al pueblo de la Nación. Lo oprobioso es todo el simulacro montado por los “K” alrededor. “Imagen hecha a semejanza de alguien o algo” dice la primera acepción del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) respecto de “simulacro”. Agrega: “Idea que forma la fantasía”. Más una tercera concepción: “Ficción, imitación, falsificación”. De todo eso hay alrededor de este verdadero latrocinio en perjuicio de los argentinos. Y lo hay en exceso.

Cámara…

YPF fue privatizada en 1992, mediante una ley del Congreso. Néstor Kirchner fue un aliado esencial del menemismo para conseguir los votos aprobatorios. Desde 1991 presidía la Organización Federal de Estados Productores de Hidrocarburos, que agrupaba a Chubut, Formosa, Jujuy, La Pampa, Mendoza, Neuquén, Salta y Santa Cruz. Entonces, le ofreció a la Casa Rosada el apoyo de los diputados nacionales de esos distritos a cambio del pago de regalías petroleras “mal liquidadas”.

El kirchnerismo enarboló la bandera privatizadora y la defendió fervorosamente. En una conferencia de prensa del 22 de septiembre de 1992, Néstor exigía a los diputados “disidentes” que garantizaran el quórum. En el recinto, Oscar Parrilli, diputado por Neuquén, reivindicaba la venta de la empresa. “No pedimos perdón por lo que estamos haciendo. (...) Esta ley servirá para darle oxígeno a nuestro Gobierno y será un apoyo explícito a nuestro compañero Presidente (Carlos Menem)”, declaraba.

Pero en 2007 Kirchner denostaba esa privatización que tanto había alentado. En ese contexto, la citada intervención de Parrilli en la Cámara Baja encaja como un guion cinematográfico. Sus palabras comenzaban con una sinceridad: el kirchnerismo jamás pide perdón. En una estafa, para contar la gran mentira, antes se precisa traficar algunas verdades...

Acción…

¿Por qué el Néstor privatizador del 92 se había convertido, en 2007, en el Kirchner que cuestionaba la venta de la petrolera? Porque ahora defendía la conveniencia de incorporar capitales “locales” a YPF. Propició, específicamente, el ingreso del Grupo Petersen, de la familia Eskenazi.

¿Qué experiencia en el rubro de los hidrocarburos tenía? Ninguna. Pero manejaba el Banco de Santa Cruz. ¿Cómo iban a pagar? El mecanismo consistió en que al grupo empresario argentino se le entregaba el paquete accionario del 25% y, para abonarlo, se abstenía de retirar dividendos en el reparto de ganancias. En 2008, en la primera Presidencia de Cristina, el Grupo Petersen “compró“ así el 15% de las acciones. En 2011, cuando ella inicia su segundo mandato, se hizo con otro 10%.

En los hechos, Repsol (tenía al 97% de las acciones) se vio compelida a financiar créditos, con sus propios recursos, para perder la cuarta parte de las acciones. ¿La reacción de los españoles? Prepararon las valijas para irse. Cesaron toda inversión y liquidaron las reservas de petróleo. En 2012 (al año siguiente de la última “compra” por el 10%) empezaron a escasear las naftas.

Ese año, y sin ruborizarse, el kirchnerismo se declaró estatista. (Tampoco se puede reprocharles el barquinazo: nunca fueron un gobierno de principios, sino más bien una gestión de meros inicios de obras). Expropiaron el 51% de las acciones de Repsol con el público argumento de ponerle final a la “crisis de los combustibles”. Y con la secreta fantasía de que en YPF había cajas llenas de dólares para paliar el déficit de divisa extranjera en el cual el desastroso modelo kirchnerista siempre desemboca. Y, como de costumbre, con un “relato”: la “Soberanía Energética”.

Venían a poner orden en la petrolera. Venían a salvar a los argentinos del desabastecimiento. Y venían a “hacer patria”, dijeron. Se podría cubrir los 30.000 km2 del yacimiento de Vaca Muerta con los kirchneristas que gritaban que la Argentina podía depositar sólo un dólar y “recuperar” YPF…

Resulta, sin embargo, que todo era un simulacro.

Corten…

A Repsol, mediante un acuerdo extrajudicial, se le pagó un poquito más que un dólar. En rigor, fueron 5.000 millones de dólares los acordados por el 51% de las acciones. ¿Y por el paquete del Grupo Petersen? Esa pregunta nos lleva al juicio que acaba de desenmascarar al kirchnerismo.

Por 16 millones de euros, el fondo buitre Burford le compró al liquidador de Petersen Energía en España los derechos para litigar contra el Estado nacional y contra YPF por el paquete accionario del 25%. En paralelo, otro fondo buitre, Eton, ingresó al pleito con otro 4%. Por cierto, Petersen Energía era el instrumento societario radicado en Madrid por los Eskenazi para su ingreso en YPF. Hace tiempo ya que esa familia aclara mediante sus voceros que nada tiene que ver con el juicio porque se ha desprendido de esos negocios. Es una tranquilidad para todos. De lo contrario, resultaría que los capitales “locales” a los que Néstor Kirchner hizo entrar a YPF, mediante compras concretadas en las dos presidencias de Cristina, son los mismos que acaban de darle una catastrófica paliza judicial a la Nación durante el cuarto gobierno kirchnerista. Esas coincidencias sólo ocurren en las películas…

¿Qué plantearon los accionistas menores? Que tras expropiar el 51% de las acciones de Repsol, la Nación debió haber hecho una oferta pública por el resto de las acciones. Pero el kirchnerismo jamás lo hizo. Esa omisión habilitó la demanda. Y el fallo que obliga al país (con reservas negativas en el Banco Central por - 10.000 millones de dólares), a pagarle a Burford 16.000 millones de dólares.

En julio pasado, cuando se sabía que el juicio estaba perdido y sólo restaba fijar el monto indemnizatorio (el juicio dentro del juicio), la Argentina pidió a la Justicia estadounidense que la indemnización no superara los 5.000 millones de dólares. El Estado argumentó que la expropiación había operado el 7 de mayo de 2012, cuando se aprobó la ley expropiatoria. Además, pretendía que la tasa de interés anual retroactiva a aplicar para estos 11 años fuera del 0%.

El fondo “buitre”, en cambio, sostuvo la fecha a tener en cuenta era el 16 de abril, cuando el entonces ministro de Economía y hoy gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, fue designado interventor de YPF y desplazó a los accionistas privados. Desde ese día, las acciones de YPF, casi automáticamente, se desplomaron un 25% en su cotización de mercado. La diferencia de fechas llevaba la indemnización a 8.300 millones de dólares, a lo que Burford agregó una tasa de interés anual del 8%, que dejaba el monto total en 16.000 millones de dólares.

¿Por qué la Justicia de EEUU hizo lugar a este planteo y no al de Argentina? Simple: por el antecedente que había sentado el mismísimo kirchnerismo. Cuando se pagó a Repsol por las acciones expropiadas, los 5.000 millones de dólares acordados incluyeron una tasa anual del 8%.

¿Quién llevó adelante esa negociación, sólo por la mitad de las acciones de YPF, y en lo que iba a ser un negocio para todos (Repsol, perdiendo la mitad, cobraba por lo que vale toda la empresa; y el Gobierno inauguraba la “soberanía energética”)? Kicillof, el ministro de Cristina.

Llegaron en 2003 con la promesa de la redistribución de la riqueza. Se van, 20 años después, tras quitarle la riqueza a la Argentina, y a sus habitantes, para redistribuirla en cualquier parte. Y entre pocas manos. Esa es, indudablemente, la mayor de las estafas.

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