Crónicas de la noche restringida

Crónicas de la noche restringida

Nuevos rituales custodiados.

10 Mayo 2007
Los mozos empiezan a apurarse para cobrar los últimos tragos servidos. Saben que en pocos minutos empezará a sonar por los parlantes "El mono relojero", el tema de Kapanga convertido en estandarte del descontento por la restricción horaria, y que los clientes se van a parar para continuar la charla (y el trago) en la vereda.
De jueves a domingo, la escena se repite en cualquier pub del Abasto y en cuanto bar esté abierto en la provincia.
Carolina, su novio Juan José, y sus amigos Carlos y Nahuel, apuran el trago, salen y se chocan con un batallón de policías. "Mirá esto, nos corren de la vereda también; ¿nos cuidan o nos atacan?", se queja ella, alumna de primer año de Medicina. Nahuel, aprovecha para quejarse porque hace dos meses, en esa misma zona, le abrieron el auto y le robaron el estéreo. "Y fue antes de la 4, en la General Paz, donde parece que no hay policías hasta la hora de la salida", dice.
Pero el dato de que este grupo está en auto no es menor. Carolina, durante la noche, recibió varios mensajes de texto anunciando afters. "Vamos a dar unas vueltas a ver qué pinta", explica ella y avanza de la mano de Juanjo, en medio de un cordón policial bastante atemorizador.
La cosa en los boliches es parecida, y sólo difiere en la ausencia de mozos apurados para que no se escapen los clientes sin pagar. Porque en la puerta, el tema de conversación es el mismo. "¿En qué volvemos?", "caminemos para buscar un taxi".
"¿Hay fiesta?", se escucha, mientras todos se mueven sin un rumbo fijo aparente.

De padres e hijos

"ES MAS CONVENIENTE que vuelvan de día, es más seguro. Des todos modos, la cantidad de horas que están afuera de la casa son las mismas... Creo que no cambió nada, y hasta es peor, porque después de las 4 los chicos no tienen a quién pedirle ayuda si les pasa algo", opina Raquel Herrera, madre de Alexia Moraga Alvarez, de 17 años (foto). Alexia dice que después de las 4 la calle es muy insegura. "Hay que andar muy alerta por los asaltos y los accidentes; lo malo es que muchos quedan dando vueltas por ahí porque no hay cómo volver a la casa", apuntó.

"PARA MI ES UNA TRANQUILIDAD, porque no me duermo hasta que mi hijo vuelve, y ahora sé que a las 4 regresa", sostiene Elsa Aráoz, mientras su hijo Pablo Aguilera, de 17 años, la interrumpe para decir que a esa hora nunca se encuentran taxis y la calle es muy insegura. La madre vuelve a hablar, para enviarle un mensaje a Alperovich: "¡no afloje!". Pablo la mira de reojo, desaprobando (foto).

"LOS RIESGOS SON MAYORES después de las 4; para los asaltos no hay horario. Todo depende de cómo uno educa y controla a sus hijos", afirma Rita Moreno, madre de dos chicas de 16 y 17 (esta última no quiso aparecer en la nota), y que además trabaja en la administración de un boliche del Abasto.

"ME DA IGUAL. Mi hijo empezó a salir hace poco, tiene 15 años, y todavía no se queda hasta tan tarde. Pero no estoy de acuerdo con que se limiten las libertades, porque hay veces que yo también tengo ganas de salir con amigos o familiares", dice el contador Daniel Gómez. Diego, su hijo, aprovechó para pedir permiso para salir hasta las 4.

"AHORA ALMORZAMOS JUNTOS los domingos. Eso es bueno, pero me gustaría que fuera porque las cosas andan bien, se hacen correctamente, y no porque las impongan", opina Clara, madre de Carlos, un estudiante de Derecho que afirma que para él no cambió nada porque siempre hay dónde seguir la fiesta.

Voces en la madrugada

"ES UN DESASTRE, por lo menos deberían obligar a los ómnibus a andar de noche, porque si no hay que esperarlos hasta las 7", se quejó Luciano, de 19 años, en la parada del 102 de la Maternidad, con tres amigos más.

"ES TODO MENTIRA porque no solucionan nada con esto. No hay policías en la calle, es difícil conseguir taxis y ni hablar de colectivos. Yo laburo toda la semana, y después no puedo divertirme tranquilo", dijo Carlos Fuentes, de 26 años.

"NO ESTARIA TAN MAL si solucionara algo. Pero veo que sigue habiendo robos, muertes y violaciones", explicó Clarisa Paz, de 21 años.

"A MI TODAVIA NO ME DEJAN salir hasta tan tarde, pero creo que no está tan mal que las fiestas terminen a las 4", señaló Romina, una alumna de la Sarmiento de 15 años.

"A MI TANTO NO ME MOLESTA, pero mis viejos están hartos de levantarse para salir a buscarme. Antes yo volvía con mis amigas de día, en colectivo, y era mejor. Nunca nos pasó nada", contó Emilse, de 18 años.

"CADA UNO ES DUEÑO de vivir como quiera, y no es bueno que nos quieran mandar a la casa porque se les ocurre a ellos. José, ¡andate a dormir vos!", gritó Ernesto, un empleado público de 29 años.