Cartas de lectores
23 Marzo 2020

CUARENTENA I

Cuando queremos expresar y dimensionar la velocidad con que se expandió una noticia, sin vacilar recurrimos a la moderna jerga informática y lanzamos un “se viralizó”. Con esta metáfora, ya aceptada globalmente, damos a entender que tal noticia se propagó, o difundió o generalizó velozmente, al igual que un virus de verdad cuando cae en terreno propicio para sí mismo. He aquí que, ahora, las aciagas circunstancias que estamos viviendo, provocadas por este odiado e invisible germen, han provocado que su sola mención nos cause un trastorno emocional incontenible, de total rechazo y aversión, furia e impotencia. Entendemos que no somos los culpables de esta epidemia originada en el Lejano Oriente, pero ya está aquí, sin haber sido llamada. Sugiero que, para nuestra propia sanidad mental y emocional, borremos la expresión “viralizar” de nuestro léxico en el sentido mencionado, y volvamos a nuestro español, es decir: generalizar, difundir, propagar u otro acertado sinónimo. A menos que nos agrade ser masoquistas.

Dario Albornoz

CUARENTENA II

En estos días de cuarentena escucho y leo que la mayoría de las personas se están encontrando con un tema que por la rutina misma había quedado oculto y que ahora salió a la luz: nuestras relaciones con los que están más cerca de nosotros en la convivencia diaria. Para mí, las palabras (según lo que aprendí desde la psicología y personalmente) son siempre insuficientes para decir lo que realmente queremos transmitir, pero aún así lo seguimos haciendo porque es nuestro medio de comunicación con los otros. Además, estamos atravesados siempre por palabras que marcan nuestra ruta de vida. Si me preguntaran sobre cómo mejorar las relaciones con los demás, no tendría una respuesta tipo prescripción médica, a la cual tampoco seguirían como hace la mayoría de las personas. No hay receta para guiar al amor. No sirven las palabras para expresar algo que es inconmensurable. Sólo quedan los gestos, las miradas profundas, las acciones. Y si tuviera que recomendar algo, les diría que una amplia y hermosa sonrisa puede mejorar y curar el alma.

Eugenia Herrera

Las Heras 315

San Miguel de Tucumán

CUARENTENA III

Esta carta es para dar gracias a toda esa gente que está arriesgando su vida por todos. A todos los que trabajan en los hospitales, médicos enfermeras, camilleros, personal de limpieza, todos arriesgan su vida y la de sus familias, pero siguen adelante. Ellos merecen un gran reconocimiento por parte de cada ciudadano y de las autoridades del país. También es necesario reconocer el trabajo de la Policía, y con todo lo que nos está pasando es necesario reconocer también a los trabajadores de la seguridad privada, que están prestando servicio a pesar de la cuarentena. A ellos los encontramos en farmacias, hospitales, bancos… Ellos tienen que seguir trabajando a pesar de la emergencia sanitaria y muchos no son bien pagados. En varias ocasiones corren el mismo riesgo que la Policía, pero no tienen el mismo respaldo: no se controla a las empresas de seguridad como corresponde, para que cumplan con sus deberes. Por eso sería bueno que puedan ser considerados y que las autoridades fiscalicen mejor a este sector privado.

María del Valle Arrieta

CUARENTENA IV

En 1994 el genocidio de Ruanda se cobró más de un millón de vidas. Escondida en un baño minúsculo durante 91 días, Inmaculé Ilibagiza sobrevivió a este holocausto y, aún más, supo encontrar a Dios en este contexto inhóspito, dejándonos un relato extraordinario de supervivencia, de fe y de esperanza. Su libro Sobrevivir para contarlo, tiene 7 ediciones agotadas. Ana Frank y su familia vivieron 25 meses en un sótano. Víktor Frankl autor de El hombre en busca de sentido, sobreviviente de los campos de concentración nazis, terminada la guerra, se convirtió en un conferencista y escritor excepcional, además de prestigioso psiquiatra, y una de sus ideas más impactantes es que “los prisioneros morían cuando dejaban de tener esperanza”; porque expresa el autor, parafraseando a Nietzsche: “Quien tiene un porqué para vivir, puede soportar cualquier cómo”. Quizás estos relatos de vida puedan nutrir nuestras horas de cuarentena así como el pensamiento de quienes están obligados a salir por motivos diferentes y se exponen a esta atroz pandemia. O quienes se quedan pero no poseen lo básico cada día. Nos fortalezcamos con estas historias de quienes descendieron a los infiernos y resucitaron a la esperanza.

Graciela Jatib

CUARENTENA V

Me parece excelente que se controle la reclusión obligatoria para todos los argentinos, pero aquí, en el barrio Belgrano, en Ayacucho al 3.450, hay personas de fiesta, tomando bebidas alcohólicas, con música, bailando en las veredas. Llamo al 911 para denunciar el incumplimiento del decreto de aislamiento social y obligatorio y da constantemente ocupado. ¿Están trabajando?

Dante Falcón

CUARENTENA VI

Mil gracias y la más grande ovación para esos héroes anónimos que seguramente olvidaremos bien pase este infierno qué estamos viviendo. Gracias a todo el personal policial y de seguridad, a los medios de difusión, cómo LA GACETA, que nos indica que hacer y las cosas que no debemos olvidar. A las redes sociales, donde nuestros contactos nos dicen todo lo bueno y lo malo y con sus humoradas nos ayudan a sobrellevar esta pesada cuarentena. Y un gracias con mayúscula para todo el personal de la Salud: trabajadores de limpieza, médicos, enfermeras y funcionarios. Arriesgan sus vidas y no dudan en dejar sus familias, principalmente hijos y personas mayores, para ponerse sus trajes salvadores. Están allí para custodiarnos y no dejar que esta peste se acerque. En esa tarea tengo a miembros de mi familia, de los cuales me siento orgulloso. Gracias, también, a los que se quedan en casa.

Francisco Amable Diaz

Pedro G. Sal 1.180 – Barrio 20 de Junio

San Miguel de Tucumán

Esta nota es de acceso libre.
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