Cristina y la economía, los dramas de Manzur

Cristina y la economía, los dramas de Manzur

La suerte de la Provincia está atada a la mano que le pueda dar la Nación en materia de recursos para obras públicas o de auxilios financieros ya que está cerrando el año con las cuentas muy ajustadas y complicadas, o sea que depende de Alberto, mientras que la suerte política de Manzur hoy está atada al (mal) humor de Cristina. El gobernador festejó, y se jugó, por el triunfo de los Fernández, celebró con la tradicional “V” peronista de la victoria, depositando sus expectativas en que a Tucumán le vaya mejor con un Gobierno nacional del mismo signo partidario. No visualizó un riesgo. No advertir que la “V” con la que la ex jefa de Estado volvió al poder es, para su caso personal, es la de la venganza. Cristina es el principal problema que, hoy por hoy, tiene el titular del Poder Ejecutivo, y ni siquiera sus encuentros con Máximo Kirchner o Wado de Pedro pueden ser considerados puentes efectivos hacia la vicepresidenta, quien no olvida las afrentas y, peor aún, no las perdona. La venganza es un plato que se sirve frío.

En estos primeros días de la gestión del Frente de Todos, la ex presidenta dejó en manos de Alberto las iniciativas de gobierno, las institucionales, mientras ella hizo sentir el peso de su influencia en la distribución de cargos, tanto en el gabinete nacional, como en el Congreso. Dejó claro con quiénes simpatiza y con quién tiene afinidad. Entre los gobernadores de la franja norte del país eligió a Insfrán y a Zamora para empoderarlos en la Cámara Alta encumbrando a un dirigente formoseño y a una santiagueña; no le hizo un mimo al que más votos le sumó al Frente de Todos en esa zona. En el Ministerio del Interior -para el cual llegó a sonar el nombre de Manzur-, Cristina impuso a uno de los suyos; una cartera política que puede favorecer o no a las provincias. ¿Meterá mano Cristina cuando le pregunten desde Interior qué hacemos con Tucumán?

En el Ministerio de Salud, que supo ocupar Manzur durante la gestión de ex gestión presidencial de la vicepresidenta -recordar que lo elogió públicamente cuando lo despidió de la función nacional por su desempeño- ella le habría dado la venia a Ginés González García. Este supo proponerle allá por 2003 a Alperovich un funcionario desconocido de La Matanza para ocupar el área de Salud en la provincia, un tal Manzur. Refieren algunos que Cristina, a manera de objetar cualquier movida que tuviera las marcas del gobernador tucumano -como podría haber sido la designación de Pablo Yedlin en la cartera nacional-, le habría deslizado a Ginés un “mirá lo que hizo tu pollo” para tacharlo. ¿Y qué hizo Manzur para merecer semejantes objeciones? Respuesta: declararla muerta políticamente. Un error que en política no se debe cometer, por aquello de que los muertos que vos matáis, gozan de buena salud. “La pateó en el piso”, graficó un dirigente capitalino, para pintar con más crudeza aquel “Cristina ya fue”, con el que el titular del Poder Ejecutivo se supo despachar para alentar la formación de un peronismo disidente, una tercera vía alternativa al cristinismo kirchnerista.

Hoy están todos en el Gobierno, incluida Cristina, gozando de buena salud y dispuesta a hacer notar su presencia. Hasta ahora, pese a los esfuerzos de Alberto por mostrar que él tiene el poder y que está dispuesto a cerrar la grieta; Cristina se lleva toda la atención. Incide, impone, arma y desarma. Eso podrá modificarse con el tiempo, con la decisión que pueda llegar a tomar el Presidente de consolidar el poder a partir de su lapicera, no de su bastón. En este marco de consideraciones, cabe detenerse en otro detalle. Manzur elevó a Alberto una carpeta con varios nombres de dirigentes políticos tucumanos -ex vicegobernadores, ex legisladores y ministros-, proponiéndolos para sumarse al gabinete nacional, con la expectativa de que sean instalados en oficinas que abran puertas para beneficiar a la provincia en materia de obras y de recursos públicos. Sin embargo, los nombres que circulan con fuerza para llegar a la gestión nacional son de técnicos y académicos, alejados del perfil de políticos como tenían los promovidos por el mandatario tucumano. Y no precisamente para ocupar puestos clave en materia de gestión de fondos y de planes para obras públicas, que son los que pide a gritos la administración local. El manzurismo brilla por su ausencia por estas horas en los planos nacionales de relevancia, fue relegado.

Aquella fue una forma elegante de decir por ahora no a sus pretensiones, por más que desde la Casa de Gobierno se aplaudan las designaciones. Otro detalle, tal vez más preocupante que el anterior para Manzur: el de la incorporación de Alicia Soraire -una mujer leal a Alicia Kirchner que llegó a ser diputada nacional por Tucumán por esa sola relación política- y la del sciolista Julio Martín Olás a la gestión nacional, en las áreas de Desarrollo Social. El dato es que se jugaron por el frente “Hacemos Tucumán”, que llevó como candidato a gobernador a José Alperovich. Olás fue candidato a intendente de Concepción por esa alianza en junio. ¿Es una afrenta a Manzur que se privilegie a políticos alperovichistas antes que a los suyos para sumarse a la Nación? Algunos oficialistas entienden que sí, por aquello de que no era victoria, sino que era venganza. En esa línea, más que esperar gestos institucionales de Alberto, favoreciendo a Tucumán, lo que debe inquietar a Manzur es cómo recomponer su relación con Cristina, porque ella está haciéndole sentir el rigor de su influencia. Al parecer no bastaron sus reuniones con Máximo Kirchner o Wado de Pedro, ni su peregrinaje tardío a Buenos Aires para gestionar la incorporación de tucumanos a la nueva gestión peronista.

Manzur tiene muchas fotos sonrientes con Alberto, a quien llamó el conductor del peronismo, olvidándose de la compañera vicepresidenta en su asunción como gobernador. Todo llega a oídos de la ex senadora, nunca faltan los de oídos prestos y piernas rápidas para llevarle las novedades, los correveidile. “Hizo una de más, y en política se pagan caro los errores”, deslizó un veterano de estas lides. ¿Buscará la foto de la reconciliación con su ex jefa? Primero debe hacer gestos en esa línea, y después esperar que Cristina no le ponga la misma cara de disgusto que a Macri en el saludo en el Congreso.

Esa es una preocupación política. La otra va por el lado económico: la Provincia llega con sus cuentas complicadas y ajustadas para cerrar el año. Hasta el 31 de este mes, el Gobierno debe conseguir entre $ 3.000 y $ 4.000 millones para cubrir la demanda salarial. Le falta un aguinaldo más o menos, como refirió alguien que conoce los números. Con que aparezcan $ 2.000 millones, por lo menos, respirarían aliviados. La apuesta es a que la Nación le reconozca una deuda previsional de $ 2.000 millones como para que le cierren las cuentas. La “clausula gatillo” para el pago de los sueldos hizo que el volumen salarial alcance el 75% al 80% del presupuesto provincial. “Nos mató”, dijeron desde el PE. Además, las expectativas en el Ejecutivo, a partir de que el peronismo llegó al Gobierno nacional, es que la Nación restituya en 2020 los recursos que solía enviar y que durante la gestión de Macri se paralizaron y por lo cual la Provincia debió hacerse cargo.

Se menciona que la Nación le adeuda al Gobierno local $ 700 millones por transferencias que no hizo en materia de Salud y de Desarrollo Social. Se espera, también, que la Nación se haga cargo de vacunas, medicamentos y programas sociales que implicarían una ayuda de $ 100 millones a $ 200 millones por mes para Tucumán. Las expectativas, en materia de alivio en las cuentas para el año que se viene, están también en otros rubros: renegociación del consenso fiscal, el fondo soja, los recursos del Fonavi, los subsidios al transporte. Se habla de números importantes en cuanto al alivio que puede resultar de una mano que la Nación le puede dar a la gestión local, de entre $ 4.000 millones y $ 4.500 millones por año. Hay cierta esperanza en que el trato de la Nación sea diferente y que aparezcan los fondos para obras, pese a los dramas económicos que debe enfrentar Alberto. Como dijo un funcionario del gabinete: somos conscientemente pesimistas y voluntariamente optimistas. En medio de todo está Cristina, la de la “V”.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios