El mal olor persigue a los tucumanos

El mal olor persigue a los tucumanos

09 Octubre 2018

Alterar nocivamente la pureza o las condiciones normales de una cosa o un medio por agentes químicos o físicos, significa contaminar. Es un verbo muy conocido por los tucumanos que padecen males crónicos por la impureza del medioambiente, cuyas causas son diversas, pero que tiene por protagonistas al ser humano. Por ejemplo, un mal olor nos acompaña desde hace un tiempo, se lo aspira a diario en las peatonales, pero hay uno más potente que invade distintos sectores de la ciudad a determinadas horas.

Según funcionarios provinciales, esa fetidez es provocada principalmente por la vinaza, un desecho de la producción de alcohol a partir de la caña de azúcar, que se emplea para regar campos de caña o se realizan compostajes. Cuando la vinaza fermenta, genera los olores que se sienten en la ciudad; por un proceso de inversión térmica quedan suspendidos y no se elevan.

El titular de la Secretaría de Medio Ambiente provincial estimó que en dos o tres años este problema se iría solucionando. “Los temas ambientales requieren gestión y que se acompañe con tecnología. La tecnología está en camino: hay licitaciones de empresas en el marco del plan Renovar2 (promueve las energías renovables) para generar energía quemando biomasa con vinaza. Estamos convencidos de que lo que hoy padecemos con los olores por la fermentación de los compost va a desaparecer”, afirmó.

Agregó que hasta 2012, la vinaza se volcaba al río y terminaba en el embalse de Río Hondo y que por los conflictos con Santiago del Estero, cada establecimiento industrial tuvo que hacerse cargo puertas adentro de la vinaza. “Solucionamos ese problema, pero ahora tenemos el conflicto del mal olor. Son procesos que llevan su tiempo”, dijo el funcionario.

En opinión de la vicepresidenta del Ente de Turismo, los tucumanos nos estamos acostumbrando a la hediondez que, por otro lado, tampoco es motivo de vergüenza ante quienes nos visitan. “La industria azucarera es uno de los pilares de la producción local y a Tucumán se lo identifica con la caña de azúcar, con los ingenios. Entonces, depende de cómo lo tomemos nosotros mismos: si lo presentamos como una debilidad y un pesar o como una característica de nuestra provincia”, afirmó y agregó: Por supuesto que todos quisiéramos que primara el olor a azahar antes que cualquier otro, pero no es nuestra realidad. Lo más importante es conocer las fortalezas y las debilidades, y tratar de que estas últimas no nos jueguen en contra”.

Siguiendo ese criterio, convendría entonces acostumbrarse a convivir eternamente con la basura porque se trataría de una “cuestión cultural” de los tucumanos o con los desechos cloacales en la vía pública como consecuencia de la incapacidad de los gobiernos para brindar una solución. ¿Habría que explicarles también a los turistas que los tucumanos somos sucios, hediondos y contaminadores porque es parte de nuestra idiosincrasia y es algo que no podemos cambiar? ¿Mientras la tecnología viene en camino, los comprovincianos tienen que aprender a vivir en un lugar desagradable? ¿Hace cuántas décadas que Tucumán padece la polución ambiental provocada por sus industrias? ¿Qué opinarían franceses, ingleses, alemanes o canadienses si sus gobernantes se les dijeran que van a tener que respirar veneno dos o tres años porque no hay remedio?

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