“Fui a jugar a la pelota y me balearon una pierna para robarme la moto”

“Fui a jugar a la pelota y me balearon una pierna para robarme la moto”

Entre el 19 y el 26 pasados se produjeron 65 delitos en el Gran San Miguel, según los registros judiciales y los hechos publicados.

“Fui a jugar a la pelota y me balearon una pierna para robarme la moto”

Fue durante un domingo cualquiera. Un día en el cual el fútbol y los amigos componen un combo perfecto. “Sólo quería divertirme un rato. Quería despejarme con los ‘changos’. Somos todos laburantes y, en estos tiempos difíciles, esas juntadas son nuestros escapes”, relata Alexis Nicolás Campos. El joven, de 26 años, jamás imaginó que ese encuentro terminaría herido de un disparo en la pierna cuando intentaron robarle la moto en el interior del parque 9 de Julio.

Entre el 19 y 26 pasados, en el Gran San Miguel de Tucumán, sobre la base de los partes policiales a los que tuvo acceso LA GACETA en Tribunales y los hechos publicados en las ediciones del diario durante ese período, se produjeron 65 delitos. A la cabeza están los arrebatos, que contabilizaron 17 casos. Detras siguen los robos de motos, de los cuales se registraron 10 hechos.

Otro dato: de esta decena de situaciones, solamente en una se sustrajo el rodado cuando estaba estacionado en la vereda. Las otras nueve víctimas fueron despojadas de sus bienes luego de ser amenazadas con pistolas, cuchillos o, simplemente, golpeadas, por lo que, al menos, seis terminaron sufrieron algún tipo de lesión.

Campos contó que ese día se encontró con un primo en la puerta del estadio del club Argentinos del Norte, sobre la avenida Benjamín Aráoz. “Ingresamos por la calle de La Bota porque íbamos a la zona del ex Palacio de los Deportes. Cuando circulábamos por detrás de la Facultad de Odontología, nos topamos con dos menores de edad que tenían los rostros tapados. Los vi sospechosos y seguí. Uno de ellos sacó el arma y disparó porque nosotros no quisimos parar. Sabíamos que nos querían robar la moto”, explicó la víctima.

De acuerdo con los datos recabados durante esa semana, este sector fue uno de los más castigados. Trazando una línea imaginaria por las avenidas Marina Alfaro, Roque Sáenz Peña y Juan B. Justo hasta el río Salí, en la capital, se registraron 15 hechos, casi un 50% de los 33 que se anotaron en toda la ciudad.

Entre los más significativos, aparecieron dos arrebatos producidos cerca de seccionales: uno al frente de la comisaría 11ª; y el otro, a menos de una cuadra.

Pero ese número es mucho más significativo si se le suman los 17 casos que se registraron en Alderetes y en Banda del Río Salí. Esas dos ciudades cuentan con sistema de vigías ciudadanos, pero siguen siendo castigadas por la inseguridad. Estos números generan dos preguntas: ¿qué sería de las calles de esas localidades si no existieran esos cuerpos de agentes municipales? ¿La presencia de los guardias urbanas son realmente eficientes?

Entonces, en el este del Gran San Miguel de Tucumán, se observaron 32 casos, la mitad de todos los informados en ese sector de la provincia.

“Fui a jugar a la pelota y me balearon una pierna para robarme la moto”

Tiempos violentos

“El que me disparó tenía cara de enojado y no le importó nada. Ni siquiera que haya mucha gente en el lugar. Era un domingo a la siesta y había familias enteras disfrutando del parque”, explicó la víctima.

“Lo único que hice fue acelerar la moto y escapar. Mi primo me daba fuerzas porque estaba mal. Pensaba que si me quedaba ahí sería peor”, agregó.

En esos siete días se redujo el número de homicidios. No hubo cinco, como los perpetrados en el período anterior, sino dos. El sábado, Ricardo Ocaranza (10 años) murió al recibir un disparo cuando dos hombres (están detenidos) atacaron una vivienda, en Banda del Río Salí. El martes, Julio Reyes habría sido ultimado de un ladrillazo en la cabeza en Villa Urquiza por jóvenes adictos, con los que el rondín había discutido porque no quería que se juntaran a consumir drogas en una obra en construcción.

Pero la cifra se incrementará si se confirma que Priscila Paz, la joven de 21 años que está desaparecida desde el domingo, fue víctima de un homicidio, como se sospecha.

“Circulé como pude durante un trecho bastante largo, hasta que no pude más. Me bajé y me tiré al pasto. Estaba todo ensangrentado. Por suerte, había un policía con su familia en ese lugar y se arrimó. Me hizo un torniquete con el que detuvo la hemorragia y después me llevaron al hospital. Allí, me cosieron y me dijeron que en uno días me tendrán que operar para sacarme el proyectil. No es justo que esté pasando todo esto cuando todo lo que quería era, simplemente, ir a jugar a la pelota”, concluyó.

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