Paciencia y tolerancia para generar un nuevo Reino de Dios

Paciencia y tolerancia para generar un nuevo Reino de Dios

23 Julio 2017

El origen del mal no está en Dios, sino en el “enemigo que... es el diablo”; por él entró el pecado en el mundo y con él la muerte, el dolor, la violencia. Designio de Dios es la coexistencia en este mundo del bien y del mal, de los buenos y de los malos. La separación de buenos y malos se hará al final (Ev.). Mientras tanto, debemos tener paciencia y tolerancia.

Hemos de aclarar que el término tolerancia no adquiere en nuestro tiempo el verdadero sentido que encierra. A veces, la tolerancia se confunde con la pura y simple permisividad o el “a mí qué me importa”. Tampoco puede ser llamado tolerante el que acaba condescendiendo con el mal de manera que se hace cómplice. A veces, la tolerancia también es sinónimo de relativismo, es decir, de actitud meramente pasiva ante el ataque a una verdad. La tolerancia es una actitud propia de inteligentes que llevan la paciencia de no cansarse de hacer el bien para contrarrestrar el mal. No implica cobardía, sino acción fuerte en favor del bien.

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Jesucristo habla del campo en el que la cizaña ha despuntado junto al trigo y explica a sus discípulos el por qué del mal. El sueño de la pereza ha sido aprovechado por el enemigo de Dios y del hombre. Ante el ofrecimiento de arrancar esa mala hierba, Jesús responde que no, no sea que un celo mal orientado destruya también el trigo. Hay aquí una llamada a no descalificar a nadie, a evitar que una visión maniquea animada de buena intención pero que divide equivocadamente a las personas en buenas y malas, organice un destrozo.

Nos toca seguir trabajando en el campo, que es el mundo, sin visiones catastrofistas ni partidistas, aunque sin olvidar que dentro de este campo de Dios que es la tierra, ha brotado cizaña: no sólo cizaña, ¡abundancia de cizaña! Jesús nos llama a un trabajo pacientemente activo, que no se detenga en lo malo sino en la gran oportunidad de hacer el bien todos los días de la vida. Piensa que cada día que tenemos en nuestras manos es oportunidad para generar un nuevo Reino de Dios en la Tierra.

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