Sufrió una enfermedad rarísima, quedó al borde de la muerte, pero se salvó y ayuda a otros a curarse

Sufrió una enfermedad rarísima, quedó al borde de la muerte, pero se salvó y ayuda a otros a curarse

Marta Ayup tiene 33 años, es bióloga y docente universitaria.

Marta Ayup tiene 33 años y es biologa, bailarina, actriz y docente universitaria. Cuando tenía 24 le diagnosticaron una rara enfermedad que llegó a dejarla postrada en una silla de ruedas y con cuello ortopédico porque no podría mantener erguida la cabeza. Así estuvo durante un año y medio. Cuando ya casi no le quedaban esperanzas de curarse, algo hizo "click" en su cabeza y en seis meses se recuperó casi por completo.

Dermatomiositis con vasculitis y sindrome antifosfolípido, es el nombre de la enfermedad que la atacó. Se trata de una afección autoinmune muy extraña y parecida a la leucemia. "Tardaron siete meses en diagnosticarme. Al principio no sabían qué era porque la padece una persona en un millón", expresó.

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Martita -como la conocen sus amigas-, recordó que todo comenzó con un dolor en las articulaciones. Las molestias se expandieron a los músculos y los adormecieron: "se creía que era artrosis, pero era más complejo. No me podía mover. Tenía como los músculos anestesiados". Los médicos demoraron varios meses en diagnosticarla; mientras tanto, la dolencia se agravó y llegó al punto en que no pudo hacer nada por sí misma: "no podía levantar un tenedor ni mantener la cabeza erguida. Me tuvieron que poner un cuello ortopédico y una silla de ruedas".

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"Pasé por distintos médicos, pero no quería tomar más pastillas. Un día me cansé y dije: 'no quiero más drogas, prefiero morirme si me tengo que morir'", recordó. A las dos semanas, una prima que vive en Jujuy la llamó y le recomendó un médico naturista que atendía en esa provincia: "ni lo pensé y nos fuimos con mi mamá para ahí".

El especialista jujeño le cambió la alimentación, le recetó infusiones con determinados yuyos y aplicó en ella una terapia holística. Al mes, era otra persona. "Me dio té y una dieta desintoxicante. Además, me hice baños para expulsar las toxinas de la piel", contó Marta. Pasaron seis meses y ella volvió a su vida de antes. 

"Enfermarme fue lo mejor que me pasó en la vida", afirmó.

Cuando la atacó el mal, a ella le faltaba un año para recibirse de Biologa, era el mejor promedio de la facultad, bailaba tango, estudiaba teatro, se cuidaba y era vegetariana. "La vida me dijo: '¡pará! observate y conocete. Se cayó todo lo que yo pensaba que era y salió mi ser", aseguró. Y continuó: "el médico me dijo que no se puede curar el cuerpo si no se curan la mente y las emociones. Eso es fundamental".


EN PLENA TERAPIA. Marta, durante una de sus terapias. LA GACETA / ÁLVARO MEDINA

Ser lo que soy

"La enfermedad me ayudó a ser lo que soy hoy. Ahora disfruto la vida, sin preocuparme por el futuro. Vivo", comentó. Martita expresa que nueve años después del día que le diagnosticaron la enfermedad, le "cayeron las fichas" y hoy puede decir que se enfermó por estrés: "yo era muy autoexigente, me preocupaba demasiado, por eso digo que la vida me dijo que pare. Hoy me doy cuenta que cambiando la forma de tomarme las cosas, puedo tener el mismo resultado". 

Marta volvió a bailar luego de tres años, retomó los estudios y se recibió de Biologa. Se dedicó a recorrer el mundo y a llevar el tango a distintos continentes. Obtuvo una beca postdoctoral en el Conicet y ahora investiga la salud de las abejas.

También es docente }en la Facultad de Ciencias Naturales de la UNT y vive con su novio. Además abrió un salón de meditación dónde también aplica la terapia biomagnética (con imánes) y atiende a personas con problemas de salud. "Sigo tomando los yuyos, medito y hago yoga. La única secuela de la enfermedad es que se me cayó un poco el pelo", finalizó.

La terapia biomagnética utiliza imanes para equilibrar el ph (medición de acidez en el cuerpo). Se le llama desequilibrio a cualquier problema en los órganos, a las afecciones o molestias. Los especialistas afirman que la utilización de imanes en el cuerpo acelera la recuperación. 

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