Se vive la revancha de lo análogo

Se vive la revancha de lo análogo

Un nuevo libro explora qué hay detrás del auge de los vinilos, los juegos de mesa y las cámaras fotográficas instantáneas. El valor emocional de los objetos para la generación de los nativos digitales.

UNA BATEA MUY ATRACTIVA. Cada vez más personas se interesan en comprar vinilos, especialmente las reediciones de álbumes clásicos. la gaceta / foto de antonio ferroni UNA BATEA MUY ATRACTIVA. Cada vez más personas se interesan en comprar vinilos, especialmente las reediciones de álbumes clásicos. la gaceta / foto de antonio ferroni
26 Marzo 2017

Demoledores. Drásticos. Así eran los pronósticos cuando se hablaba de todo lo analógico que quedaba dando vueltas en manos de unos pocos nostálgicos. Los expertos no tenían dudas: una vez que lo digital lograra hacer las cosas de forma más rápida, barata y fácil todo aquello que no necesitara una computadora para funcionar simplemente desaparecería. Sin embargo, mientras lo digital avanza en todos los ámbitos van apareciendo muchos interrogantes. A tal punto que hoy la experiencia analógica se postula como irreemplazable y hasta superadora.

Vinilos, libros, juegos de mesas y polaroids son un claro ejemplo. Todos ellos tenían sentencia de muerte. Y hoy están más vivos que nunca. ¿Por qué hay cosas que la tecnología nunca podrá reemplazar? Es la pregunta que se hizo el periodista canadiense David Sax, autor del libro “The revenge of analog” (“La revancha de lo análogo”).

Algunas de las respuestas que encontró son: “la gente quiere pagar por una cosa de verdad, que se pueda tocar. Le gusta lo análogo porque le permite una conexión más emocional con el objeto”. Lo curioso es que el auge de los tocadiscos o los juegos de mesa no fue impulsado por nostálgicos, señala Sax. En su libro, cuenta que el segmento principal de consumidores son millennials, los nativos digitales que crecieron con internet. “Hasta las imperfecciones tienen un atractivo especial para quienes han nacido en la era de la eficiencia máxima”, explica el escritor.

La vuelta del vinilo

El caso más emblemático de la revancha de lo análogo es el de los vinilos. Según datos de la Asociación de la Industria de la Grabación en Estados Unidos, los envíos de elepés en Estados Unidos aumentaron de 990.000, en 2007, a más de 12 millones en 2015, con tasas de crecimiento superiores al 20% anual.



No hace falta irse tan lejos para tener datos de este fenómeno. Ramiro Rodríguez, de El Ateneo, cuenta que desde hace dos años empezó a aumentar notablemente la venta de vinilos en Tucumán. Actualmente hay entre 200 y 300 discos para elegir en el local; cuestan desde $ 590 hasta más de $ 1.000. Casi todas son reediciones de discos, aunque también hay nuevos trabajos. En la batea es posible encontrar verdaderas joyas, como el “álbum blanco” de los Beatles.

¿Quiénes son los más interesados en llevarse los vinilos? Según Ramiro, tienen 30 y pico y son de la generación que se crió con los CD. “Eligen elepés porque el sonido es definitivamente mejor. Muchos de ellos se llevan incluso una bandeja básica de tocadisco que vendemos aquí”, explica.

Librerías y juegos


El escritor David Sax destaca que en plena era de Amazon y Kindle aumenta el número de librerías independientes y aparecen cada vez más nuevos juegos de mesa.

Un recorrido por jugueterías tucumanas confirma este último dato. En los estantes de Giro Didáctico, por ejemplo, cada vez hay más espacios para los juegos de mesa. “Hay novedades, pero a chicos y grandes los que más les atraen son los clásicos, como Monopoly, TEG, Carrera de Mente, ajedrez, damas o el Juego de la Oca”, explica Julieta Palavecino, empleada del local.

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María Inés Sosa (33 años, docente) es tan fanática que se reúne una vez por semana con amigos para usar juegos de mesa. Carrera de Mente, Pictionary o el legendario Estanciero son los que más les gusta, destaca. “La particularidad que tienen los juegos de mesa es la interacción humana, algo que la Play nunca ha podido abarcar”, argumenta.

Las fotos analógicas también están dando que hablar. Aunque en Tucumán ya es casi imposible conseguir rollos, los fanáticos de las polaroid tienen un aliado imprescindible: internet. Las cámaras de revelado instantáneo se han convertido en un verdadero boom entre los jóvenes y entre los nostálgicos. Atentas a esta demanda ya hay dos empresas que sacaron al mercado pequeñas y coloridas cámaras instantáneas que cuestan desde $ 2.500.

“Las experiencias analógicas no se irán a ningún lado”, afirma con plena confianza Sax, a quién no le gusta que se plantee esta realidad como una dicotomía. “La elección no es entre digital o análogo. No es blanco o negro, la realidad es multicolor, de infinitas texturas”, opina.

El diseñador tucumano Patricio Corvalán (31) sostiene que nada reemplaza al lápiz y al papel. “Por el momento la experiencia analógica sigue siendo necesaria. Pero el futuro a veces nos puede sorprender. Noto en las nuevas generaciones que hay una creciente demanda de la experiencia digital. A menos que surja algún cambio en lo cultural, todo pareciera indicar que esto seguirá creciendo”, opina. Y sostiene que la dicotomía analógico-digital está más que nada relacionada con los códigos del mercado, que también se encargan de acelerar el nivel de desapego con los objetos.

Punto de vista
La interacción puede más
Javier Kirschbaum | Psicólogo, fundador del museo “La Juntada”

Hace tres años que vengo desarrollando muestras con la colección del Museo “La Juntada” de objetos viejos y antiguos que pertenecieron a cuatro generaciones de mi familia. Consisten en ofrecer a personas de diferentes edades la experiencia de interactuar con materiales que formaron parte de la vida cotidiana hace más de 40 años. A partir de esto, puedo asegurar que:

• El interés y disfrute relacionado con objetos del pasado no se reduce a una moda pasajera y mucho menos se puede explicar por la nostalgia, ya que me sorprendió gratamente la atracción que mostraron adolescentes y jóvenes por estos objetos, siendo que nunca los tuvieron, ni vivieron rodeados de ellos.

• Muchos adultos se sorprenden al ver a sus hijos o nietos interesados en actividades que ellos nunca hubieran pensado que podrían atraerles.

• Tuve la oportunidad de conocer a muchos adolescentes entre los que ese interés inicial con el tiempo se convirtió en un hobby al que dedican gran parte de su tiempo libre, perteneciendo a grupos que comparten esta afición, por ejemplo los que sacan fotos con máquinas con rollo y las revelan en laboratorios propios con las técnicas de antaño, o los que pasan horas compartiendo y escuchando vinilos de su colección, sólo para mencionar dos de cientos de estos ejemplos en dónde está presente la experiencia del uso de la tecnología analógica.

Más allá de la idealización de esos objetos, creo que su auge tiene que ver sobre todo con la necesidad y la importancia que tiene para la salud mental de un sujeto el hecho de pertenecer a un grupo y generar lazos sociales mediante interacciones cara a cara. Y esto es valioso en un presente en el que el desafío es el uso responsable de las tecnologías digitales, en especial el tiempo en el que “habitamos” en el mundo virtual de las redes sociales. Por eso a mi criterio resulta fundamental en esta época promover -sobre todo en los adolescentes- atracciones que los alejen de las pantallas y los acerquen a estas actividades mencionadas, al igual que a otras científicas, deportivas, artísticas, espirituales, culturales, etcétera.

Taquígrafos: el oficio que la tecnología no puede opacar

Sus manos se mueven rápido, trazando en el papel garabatos incomprensibles para el común de la gente. Domingo Valenzuela y su equipo de taquígrafos de la Legislatura suelen pasar inadvertidos en la vorágine de los debates, pero siempre están allí, atentos a cada palabra. Lejos de ser una especie en extinción, ellos constituyen una pieza clave de la actividad legislativa que hasta ahora ninguna tecnología ha podido suplantar.



La velocidad para tomar apuntes y la fidelidad en la transcripción es lo que más se valora de esta actividad. Valenzuela, que hace 27 años trabaja en la Legislatura, explica por qué la tarea de los taquígrafos no puede ser sustituida por un grabador o una filmadora. “Lleva mucho más tiempo desgrabar la cinta y, además, en el recinto pasan cosas que exceden lo verbal y que deben ser puestas en el documento. El taquígrafo es un testigo de lo que se sucede en el recinto; legalmente su tarea es irreemplazable”, señala. Son 18 los taquígrafos que registran en la Legislatura. Trabajan en parejas. Cumplen turnos de cinco minutos, son reemplazados y salen a “traducir” lo que anotaron. Luego, reingresan al recinto. El texto final es controlado por los revisores. “La grabación nunca sería igual. Nosotros debemos especificar los gestos, los silencios, las ironías -explicó-. Además, hacemos un trabajo integral que arranca con el acta de la sesión e incluye todos los proyectos que se tratarán”.

Tocadiscos: “el sonido de un vinilo es incomparable”


Pablo Lesnik (42 años, diseñador gráfico) cuenta que empezó a coleccionar vinilos hace unos 20 años. “Fue cuando me mudé de mi casa materna. Fui a buscar algunas cosas que necesitaba y encontré un montón de discos. Decidí recuperar un tocadiscos que tenía mi tío y empecé a escuchar todos los días. Lo que más me atrajo del formato es la calidad de la música: se pueden apreciar mucho mejor los sonidos de los instrumentos”, describe.

Junto a su hija Emma, de 9 años, pasa tardes enteras escuchando elepés en el comedor de su casa en Las Talitas. Además, forma parte de un grupo de fanáticos de los vinilos que se juntan una vez por semana a disfrutar de la música emitida por tocadiscos.

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“Esto no tiene nada que ver con el sonido digital; es incomparable. Tienen muy poca edición, es como estar escuchándolos directamtene en el estudio de grabación. Aparte, la experiencia de poner el disco es más material”, repite. A su entender, el vinilo sobrevive especialmente gracias a los nostálgicos y no se anima a asegurar que el formato nunca desaparecerá.

“Ahora, gracias a internet, podemos comprar más cosas. Antes, la oferta en Tucumán era muy limitada. El aumento de interés por estas piezas también hizo que haya más ofertas de discos”, subraya Pablo, que tiene por ley guardar siempre los vinilos en bolsita y no tocarlos para que no se rayen.

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