Cantidad y calidad
21 Agosto 2016

Por María Fernanda Maquieira - Para LA GACETA - Buenos Aires

La lectura está presente en el cotidiano. Estamos atravesados por textos e imágenes y los chicos, desde pequeños, tienen que utilizar sus competencias lectoras para entender el mundo que los rodea. Esas habilidades no siempre se logran adquirir en la primera infancia, por múltiples motivos sociales, culturales, económicos, etc. y esto ocasiona una sucesión de fracasos y frustraciones en el recorrido lector.

Si hablamos de la promoción de la lectura, no veo otra estrategia posible que proporcionar cantidad y calidad: los adultos mediadores (padres, abuelos, docentes, bibliotecarios, libreros, editores, ministerios, etcétera) tenemos la responsabilidad de poner libros a disposición de los chicos desde los primeros meses de vida, de acompañar el proceso y de elevar el nivel de los desafíos.

Con respecto a la cuestión tecnológica, cualquier posición que intente enfrentar libros vs tecnología no hará más que alejar a los chicos. La tecnología al servicio de una mejor calidad de lecturas sería el ideal.

Itinerario de lecturas


Cantidad y calidad implica variedad de géneros y tipologías: poesías, nanas y canciones para los pequeños; luego introducir cuentos breves, álbumes ilustrados, poemas narrativos; seguir con novelas cortas, teatro, y así se irá llegando a textos más complejos donde aparecerán los subgéneros y sus especificidades: lo fantástico, el terror, los mitos, la ciencia ficción, etc.

Recomiendo algunas series y títulos, novedades y clásicos de nuestro catálogo, al azar, y por orden creciente de edad: Pequeñas Historias, de Graciela Montes; Serie Berta y su gato, de Ema Wolf; El mundo de Cintia Scoch, de Ricardo Mariño; Eric, de Shaun Tan; Mil grullas, de Elsa Bornemann; La torre de cubos, de Laura Devetach; Unidos contra Drácula, de Luis Pescetti; El pescador de sirenas, de Silvia Schujer; El sótano de Neske, de Lidia Barugel; El inventor de juegos, de Pablo De Santis; El corazón a veces para de latir, de Adriana Lisboa.

Parecerá una obviedad pero la lectura va de la mano del conocimiento, el pensamiento crítico, la libertad, la imaginación... Los niños necesitan historias tanto como alimento, cuidado y cariño.

Hay que acompañar, compartir tiempo y espacio, no obligar sino facilitar el proceso, ya que el adulto es un puente entre los libros y los niños.

El asunto es cuando el adulto presiona para que el chico lea y él mismo no lee, eso vale tanto para maestros como para padres: “Nene, dejá el celular y agarrá un libro”, cuando el papá no levanta la vista de la pantalla ni para comer.

© LA GACETA

María Fernanda Maquieira - Directora editoria de Loqueleo Santillana.

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