Por Carlos Páez de la Torre H
22 Julio 2016
PORTUGUESES EN LA BANDA. Una gran preocupación del Soberano Congreso, en 1816.
El Soberano Congreso celebró sesión secreta el 22 de julio de 1816. Se planteó la consulta, que hacía el Director Supremo interino, sobre la conducta a observar con los portugueses en caso de realizarse la invasión “que se recela” de la tropas de esa bandera. El Congreso entendió que esto se conectaba con la comisión de Relaciones Exteriores, a la que había que consultar antes de dar una respuesta al Director.
Se mandó traer las actas de esa comisión. El diputado Oro planteó que debía componerse por un representante de cada provincia, en lugar de los de tres de ellas que la formaban. Pidió que se incluyera a diputados de Córdoba y Cuyo, pero Pacheco de Melo dijo que en ese caso debía agregarse los de Salta, Potosí y demás provincias, “lo que perjudicaría el sigilo que se había intentado consultar, reduciendo al menor número posible la comisión”.
Se sucedió un debate. Maza pidió que se aclarase si los comisionados estaban facultados para resolver el asunto, o solamente para conducir las negociaciones hasta ponerlas en estado de resolución. Darragueyra trató de conciliar las opiniones, apuntando que la facultad de resolver de que hablaba el acta, “dejaba siempre al Congreso la de sancionar lo que la comisión resolviese”.
Luego de otras opiniones, a moción de Bulnes, se acordó preguntar a los comisionados, si ellos consideraban “que se hallaban facultados para resolver las negociaciones”. Si contestaban afirmativamente, se haría “un acuerdo para fijar los límites de la comisión”. El tema quedó pendiente.
Se mandó traer las actas de esa comisión. El diputado Oro planteó que debía componerse por un representante de cada provincia, en lugar de los de tres de ellas que la formaban. Pidió que se incluyera a diputados de Córdoba y Cuyo, pero Pacheco de Melo dijo que en ese caso debía agregarse los de Salta, Potosí y demás provincias, “lo que perjudicaría el sigilo que se había intentado consultar, reduciendo al menor número posible la comisión”.
Se sucedió un debate. Maza pidió que se aclarase si los comisionados estaban facultados para resolver el asunto, o solamente para conducir las negociaciones hasta ponerlas en estado de resolución. Darragueyra trató de conciliar las opiniones, apuntando que la facultad de resolver de que hablaba el acta, “dejaba siempre al Congreso la de sancionar lo que la comisión resolviese”.
Luego de otras opiniones, a moción de Bulnes, se acordó preguntar a los comisionados, si ellos consideraban “que se hallaban facultados para resolver las negociaciones”. Si contestaban afirmativamente, se haría “un acuerdo para fijar los límites de la comisión”. El tema quedó pendiente.
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