Gallo, famoso reportero

Gallo, famoso reportero

Salteño radicado en Tucumán, murió en 1893

LA CRUZ ROJA. Una de las credenciales de la institución, fechada en noviembre de 1886, semanas antes de estallar la epidemia de cólera, donde actuó valerosamente Gallo. la gaceta / archivo LA CRUZ ROJA. Una de las credenciales de la institución, fechada en noviembre de 1886, semanas antes de estallar la epidemia de cólera, donde actuó valerosamente Gallo. la gaceta / archivo
En la galería del periodismo tucumano de fines del siglo XIX, merece un lugar importante Patricio Gallo. Trabajó en varios periódicos: “El Orden”, “La Unión”, “La Razón”, “Los Debates”, para citar sólo algunos. Era sobre todo un reportero, pero escribió también notas de costumbres, y poesías que firmaba con iniciales. Murió muy joven, en 1893, el 27 de agosto (o de septiembre), en su ciudad natal de Rosario de la Frontera. El gran orador y hombre público Silvano Bores le dedicó una emotiva semblanza.

Gallo había crecido en Tucumán y se educó en nuestro Colegio Nacional. “Personal e intelectualmente fue uno de los jóvenes más conocidos en el Norte argentino por haber dejado en todas partes amistades, anécdotas y versos”, escribió Bores. “Era un inagotable proveedor de materia prima en el orden de las ideas: siempre dejaba hebras finas que otros recogían para vestir un pensamiento bueno, destinado a circular con valor positivo entre hombres con inteligencia cultivada”.

Era escritor de caudalosa producción. No sólo el diarismo local, sino las revistas literarias, “o los más acreditados diarios de la prensa nacional y extranjera”, acogieron sus trabajos. “Y sin embargo este derrochador de pensamientos era avaro en sus grandes acciones, y a nadie cedía el paso en los grandes sacrificios. En las horas tristes y enlutadas del cólera, fue uno de los primeros y más activos miembros de la Cruz Roja”, recordaba Bores. Desplegó “en hospitales y casas particulares, el calor de sus manos y la abnegada bondad de su corazón”.

En el lecho de muerte, había pedido a Bores que hablara en su tumba, pero este no pudo trasladarse a Rosario de la Frontera, donde fue inhumado. “Duerme en paz, buen poeta y mejor hombre”, terminaba su semblanza.

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