"La mala salud de un presidente siempre tiene consecuencias en la gente"

"La mala salud de un presidente siempre tiene consecuencias en la gente"

Afirma que el kirchnerismo buscó -aunque no pudo- ocultar y manejar la información médica tanto de la Presidenta como de su esposo bajo el secretismo. “Algo falló en hacerle comprender a él los riesgos a los que se exponía”, dice con referencia a la muerte de Néstor Kirchner. En esta entrevista habla de estas cuestiones y ofrece detalles de la investigación que hizo para Secreto de Estado, su nuevo libro

29 Noviembre 2015

Con Nelson Castro dan ganas de conversar. Transmite tranquilidad y se expresa con claridad: dos atributos a destacar. El lenguaje simple con que explica temas vinculados a la salud es la herramienta con la que se desarrolla el diálogo con LA GACETA Literaria. Lo hace en uno de los estudios de Radio Continental, donde de lunes a viernes, de 6 a 9, conduce La mirada despierta. Sonríe cuando se le muestra la portada de su nuevo libro, Secreto de Estado - La verdad sobre la salud de Cristina Fernández de Kirchner (Sudamericana). En blanco, en negro, pixelada, se observa a la mandataria con el dedo índice de su mano izquierda cruzado sobre su boca en un claro gesto de silencio, palabra que resume cómo se trató la cuestión médica alrededor de CFK.

- No siempre la tapa de un libro llama tanto la atención como la de Secreto de Estado. ¿Usted eligió esa foto?

- Fue un hallazgo de la editorial. Muy bueno, por cierto. Es un reflejo de lo que el libro tiene como intención: contar cómo desde el kirchnerismo buscaron, aunque no pudieron, ocultar y manejar la información médica tanto de la presidenta como de su esposo bajo el secretismo. Finalmente tuvieron que reconocer la verdad de lo que sucedía. Esa imagen me parece muy ilustrativa de lo que se vivió con los Kirchner en este sentido. Fue inusual. Tuvieron una casuística médica impresionante: Néstor, Cristina, lo que le pasa al hijo. Es una familia muy tomada por situaciones dramáticas en este sentido.

- ¿Cómo define al libro?

- Es un trabajo de información. Nada es opinión mía sino que emana de las fuentes médicas que trataron a la presidenta. Mi postura está explicada en el prólogo, donde narro algunos casos. Fundamentalmente dos: los de los médicos de Winston Churchill, Charles McMoran Wilson, y de Francois Mitterrand, Claude Gubler. Ambos trataron el tema de la salud de esos mandatarios y no pasaron desapercibidos. Ese es el sustento de mi trabajo periodístico.

- En su momento, hablar del tema le valió críticas a veces feroces. ¿Cómo las tomó y qué espera ahora?

- Los periodistas tenemos como función molestar. Entiendo las críticas, que cuando se tienen pocos argumentos se utilizan de una forma determinada. Hay sectores filo-kirchneristas también dentro de la profesión médica, que además son muy críticos y descalificadores. Pero es así. No me sorprende. Tampoco me duele. Comprendo el contexto desde el cual se hacen. Siempre recuerdo que cuando empecé a hablar del síndrome de Hubris muchos decían que eso no existía. La bibliografía es amplia.

- ¿Le resultó especial ese capítulo?

- Fue igual que los otros, porque no hay nada personal. Entiendo la polémica del tema y me interesa generarla. A los efectos están las críticas. Como digo en el libro, hay críticas emocionales. En su momento, nadie se preocupó en averiguar si existe la patología. Lo marco como ejemplo, no porque me duela. Pasará el tiempo y las cosas decantarán. Sí remarco el nivel de poco fundamento de algunas críticas. Me interesa que el que lea el libro vea también qué críticas recibí y que juzgue luego por sí mismo.

Presiones

- Un tema no menor es el de las presiones con que trabajaron los médicos ligados a Néstor y a Cristina.


- Es un tema problemático e interesante. Es para analizar la forma en que se plantea la relación con el poderoso. Esa situación fue perjudicial para la paciente, porque Cristina ha sido operada de la tiroides inútilmente. Una cirugía de tiroides no es chiste. Tiene sus riesgos, como toda operación. El tema del miedo en la Unidad Médica Presidencial lo generó ella. Merece un análisis, al menos académico, de la medicina argentina: ¿qué le pasa a un médico que, ante un poderoso, supedita su criterio al temor que se le genera? Ese ha sido un gran error de la Unidad Médica Presidencial, que ha transmitido ese miedo a algunos de los otros profesionales tratantes que pudieron imponer su criterio pero debieron hacerlo en un ámbito de tensión. Pero una tensión inútil, porque ya de por sí es estresante tratar a un presidente, ya que se está expuesto a un montón de situaciones. Agregar presiones como “mantengamos esto en secreto” o “la presidenta no quiere que la palpen” es un disparate absoluto que espero que no se repita.

- ¿Por qué ocurre?

- No lo sé. Tendrá que ver con la personalidad de Cristina y Néstor en esto de imponer el miedo para los propios, como con sus ministros, con quienes se cuenta hablaba de los gritos. Eso se trasladó a la Unidad Médica Presidencial, formada por profesionales muy competentes, de quienes no critico su conocimiento sino su criterio médico para manejar a Cristina. Eso tiene que ver con una falta de autoridad sobre la presidenta.

- ¿Cuál es la imagen de la medicina argentina después de idas, vueltas, desmentidas y rumores que se generaron con cada internación de Cristina Fernández?

- Lo de la tiroides, por ejemplo, ha sido un papelón, que la medicina argentina aún lo sufre. Si hablás con patólogos que van a los congresos internacionales suelen decir que en algún momento se comenta “no olviden de hacer las consultas y que no les pase lo que les ocurrió a los argentinos”. Ese fue un error garrafal de manejo médico. Argentina tiene dos muy buenos especialistas y ninguno fue consultado, increíblemente. A diferencia de lo informado en esos días, en el tema del cáncer tiroideo hubo un error de diagnóstico, que lo confirma el patólogo que hizo el análisis final.

- Fue además un momento tenso para usted, aquel.

- Eso me puso en el centro de la polémica porque me tocó advertir sobre esos errores. La presidenta aludió a mi persona en un discurso. Me dejó una profunda pena. La sociedad lo vivió también dividida. Es decir, los kirchneristas me criticaban y los no kirchneristas me creían. Fue un buen ejemplo de lo que ha pasado en estos años en la sociedad. Fui simplemente un periodista que contó la verdad de lo que ocurrió. Cristina se expuso a un riesgo inútil. Resultó además una pena para la medicina argentina, porque estas cosas me duelen también como médico.

- En Secreto de Estado recuerda cuando advirtió a Néstor Kirchner sobre su salud. ¿Qué piensa de esa advertencia?

- En aquel momento no di una opinión sino una información que traté de explicar de la forma más elegante posible. Tenía la información de lo que le pasaba a Néstor Kirchner, algo que no sé si él tenía. Porque al margen del problema de la carótida que tuvo, y de la coronaria, cuando le hicieron la tomografía computada, cuando tuvo el episodio de la carótida, vieron que había tenido un pequeño infarto en el cerebro. O sea, había un daño arterial importantísimo. Entonces cité que sufrió una enfermedad que se llama Poliarterial o Panarterial. Quienes sufren esa enfermedad, cuando tienen dos episodios de oclusiones o sub-oclusiones en distintas arterias, dentro de un período de seis meses, cuentan con un 37% más de posibilidades de morir. Yo lo sabía. Lo que le estaba dando no era una opinión sino una información. No sé si lo supo. Lo que se vio en cuanto al manejo médico de la Unidad Médica Presidencial, es que eso no lo tuvo en cuenta porque permitieron que Néstor Kirchner se sometiera a riesgos que finalmente terminaron con su vida. No se tomaron medidas para evitar que se expusiera como se expuso.

Veinte minutos

- Hay un pasaje en el que rememora que se tomaron a la ligera los “veinte minutos de cinta” matutinos de Néstor Kirchner.


- Me preocupó. Ocurrió en esos días previos a su fallecimiento. Estaban jugando con fuego. Impacta verlo en retrospectiva. Hoy genera pena, porque Kirchner falleció, a Cristina se le fue el esposo, el padre de sus hijos. Algo falló en hacerle comprender a él los riesgos a los que se exponía. No se sabe cuál pudo ser el resultado final, pero sí que se hizo todo lo que no había que hacer.

- ¿Cómo cree que seguirá Cristina Fernández respecto de su salud una vez que deje el poder?

- Desde ahora, su salud dependerá de ella. En el libro cuento, más allá de lo que surge de la bipolaridad, que tiene una atrofia frontal bilateral, que es un tema de cuidado que deberá seguir controlando con un neurólogo para ver si evoluciona o no. Ojalá encuentre un médico de cabecera que tenga autoridad sobre ella. Lo necesita, porque tiene distintas patologías. Que no es lo que ocurrió con la Unidad Médica Presidencial, donde actuaban como médicos de guardia que cuando se presentaba un problema la derivaban. Necesitaría un gran profesional clínico que integre todo y controle las diferentes consultas con especialistas. Ojalá lo tenga.

- ¿Hubo victimización a partir de los problemas de salud?

- Para algunos, sí. En lo personal, no lo creo. Hubo errores. Aunque siempre estará esa sospecha. Los cuadros médicos ocurrieron, pero repito que no creo que haya habido un intento de victimización.

- ¿Qué cosas cambiaron para usted entre que comenzó a escribir este libro y lo terminó?

- Nada. Se hizo con mucha conciencia. Por supuesto que hubo que vencer el miedo de las fuentes médicas, que es entendible. Muchos tuvieron temor al hablar y quienes hablaron lo hicieron con la conciencia de que la salud de un presidente es para ellos un tema que excede los límites del secreto médico.

- ¿Por qué es importante saber qué pasa con la salud de un mandatario?

- Porque las afecciones de un presidente afectan, en muchos casos, sus conductas. Es algo que tiene muchas implicancias. Para eso es importante ver la historia. Por ejemplo, lo que ocurrió con Juan Domingo Perón. Sus médicos le desaconsejaron ser presidente. Él no aceptó y la sociedad no tenía idea de cuán enfermo estaba al asumir. Eso debería haberlo sabido la gente, porque tal vez con una noción pública de lo que estaba ocurriendo se hubiera entendido, o se hubiera ayudado a entender, que no estaba en condiciones de ser presidente, con todo lo que significó su muerte y lo que vino después. Es un caso concreto. Mire qué impacto político tuvo la salud. Con ejemplos es más fácil entender. Por eso siempre contesto con los casos. Eso explica el por qué de la necesidad de saber cómo está un mandatario. La mala salud de un presidente siempre tiene consecuencias políticas que padece la gente.

© LA GACETA

PERFIL

Egresado con honores de la Facultad de Ciencias Médicas de la UBA y especialista en neurología, Nelson Castro comenzó a ejercer paralelamente el periodismo, profesión en la que se convirtió en uno de los más importantes referentes del país. Nació el 5 de abril de 1955. Actualmente conduce La mirada despierta, por Radio Continental, de lunes a viernes de 6 a 9. También es el conductor de El juego limpio, por TN, y columnista en La Nación y Perfil. Secreto de Estado - La verdad sobre la salud de Cristina Fernández de Kirchner (Sudamericana) es su último libro. Anteriormente había publicado Enfermos de poder: la salud de los presidentes y sus consecuencias; Los últimos días de Eva: historia de un engaño; La sorprendente historia de los vicepresidentes argentinos y Los Secretos de Los Últimos Días de Perón.

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